7 días en La Habana

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Lejos de la Revolución

7 días en la Habana es un film colectivo donde siete directores de diverso origen y estilos cinematográficos intentaron transmitir sus impresiones de la isla desde su condición de extranjeros con una mirada propia y con la intención de alejarse de todo cliché. Así, Benicio del Toro, Pablo Trapero, Julio Medem, Elia Suleiman, Gaspar Noé, Juan Carlos Tabío y Laurent Cantet realizaron respectivamente un cortometraje pero que en el conjunto del film se interconecta con las demás historias.

Como suele ocurrir en este tipo de proyectos, el resultado final de la obra es bastante irregular y las diferencias entre directores se plasma en la capacidad narrativa de cada uno, en su creatividad a la hora de narrar sus anécdotas y sobre todas las cosas en sus criterios cinematográficos.

Entre los siete relatos podrían buscarse algunos elementos en común como por ejemplo los contrastes sociales en relación a cómo vive y dónde vive la población cubana; la sensación de que en cada rincón de la isla se oculta un talento perdido; los embates de la economía autosustentable que marcan el atraso y por otro lado las postales comunes y ordinarias, así como el color y el brillo acompañado de danza y música acorde a las circunstancias.

Sin enumerar detalladamente cada una de las historias es de destacarse Diary of a beginner del palestino Elía Suleiman, quien fiel a su estilo mudo y a la contundencia de su humor asordinado recorre algunos rincones de Cuba con la mirada del extranjero perplejo pero despojado de toda impronta folletinesca o turística en el cortometraje más político al que se le debe agregar el aporte desde el punto de vista rupturista y estético de Gaspar Noé con un relato de exorcismo a una joven que fue descubierta por sus padres en una relación homosexual.

La participación del argentino Pablo Trapero resulta apenas simpática, más que nada gracias a la buena predisposición del serbio Emir Kusturica en el segmento llamado Jam Session, donde el director de Gato negro, gato blanco llega a la Habana para recibir un premio por su trayectoria en el cine pero descubre en su chofer a un trompetista excelso y a pesar de no hablar español logra establecer una comunicación a través del lenguaje musical.

Los europeos Julio Medem y Laurent Cantet eligieron respectivamente resaltar los contrastes sociales: el primero con un triángulo amoroso entre una cantante, un jugador de beisbol en decadencia y un empresario español mientras que el francés intentó mostrar la cara solidaria y la utopía en un grupo de vecinos que se proponen rendir homenaje a Oshum y construirle una fuente prácticamente sin recursos y contando sólo con su capacidad creativa.

La historia menos interesante es la que encabeza el film a cargo de Benicio del Toro, quien demuestra sus enormes limitaciones tanto como director y guionista además de no conseguir una resolución interesante para su planteo previsible, justificable si se tratara de un estudiante de cine pero no de un director convocado para semejante proyecto.

Como film colectivo, 7 días en la Habana, deja cierto sabor a poco y la sensación de que fue una oportunidad desaprovechada más allá de la majestuosidad y el magnetismo de ese pequeño país que se hizo grande por su historia y sus epopeyas anticapitalistas del pasado pero que para el presente solamente será un recuerdo o un punto turístico perdido y distante en el mapa del mundo.