7 cajas

Crítica de Emiliano Fernández - A Sala Llena

Los riesgos de la tercerización.

Mientras que en términos prácticos la crítica, el público y las distribuidoras viven obsesionados con las epopeyas mainstream norteamericanas y europeas, el resto del globo continúa ensayando acercamientos a ese “esquema de creación” orientado a la pronta masificación de los opus resultantes. A veces apuntando al mercado local y en otras ocasiones con destino internacional, las obras en cuestión suelen aglutinar fondos de la más variada índole (estatales, privados, cooperativas, etc.) que nos hablan de una doble derrota financiera cinematográfica. En primera instancia debemos considerar que la profusión informativa que trajo la popularización de Internet -mas no su universalización- no implica para nada gratuidad, ya que el negocio de la publicidad se hizo virtual y está en su apogeo.

El segundo factor a tener en cuenta en el análisis está dado por el hecho de que la consabida miniaturización tecnológica de las cámaras abarató costos a nivel general pero de nada sirve si no se privilegian a profesionales idóneos para conformar el equipo de producción con vistas a “mejorar” el acabado concreto de la película, tanto en rodaje como en postproducción (curiosamente los susodichos son legión -en especial- cuando el dinero involucrado proviene del organismo gubernamental de turno). Hoy por suerte los hermanos paraguayos nos señalan cómo debería encararse el “campo capitalista” en lo referido al séptimo arte, en esta oportunidad con una realización francamente impecable que ha sido filmada en uno de los contextos más caóticos que podía brindar Asunción, el Mercado 4.

La maravillosa 7 Cajas (2012) se centra en Víctor (Celso Franco), un joven “carretillero” que ofrece a los clientes del lugar trasladar sus compras por una paga mínima. Deseoso por adquirir un celular que le enseña su hermana Tamara (Nelly Dávalos), acepta el encargo que le llega desde una carnicería para “pasear” el misterioso embarque del título por las calles plagadas de gente hasta que se vaya la policía. Si bien el trabajo le redituará unos jugosos cien dólares, todo se complica casi de inmediato: le roban una de las cajas, los oficiales recorren asiduamente los pasillos y para colmo un colega llamado Nelson (Víctor Sosa) organiza una suerte de “escuadrón de la muerte” para cazarlo, luego de escuchar una conversación sobre el contenido entre los que “tercerizaron” tamaña excursión en círculos.

De hecho, el ingenioso humor negro de la propuesta está condensado en los intercambios entre Luis (Nico García) y Darío (Paletita Closs), los responsables del secreto que esconde el “envío”, y entre el propio Víctor y su amiga Liz (Lali González). Con un presupuesto ínfimo, mucha inteligencia, actuaciones brillantes y una puesta en escena extraordinaria que aprovecha el entorno al máximo, los directores Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori construyen una pequeña joya que enaltece al cine de género latinoamericano al combinar un planteo deudor del neorrealismo italiano, una estructura de thriller de acción símil Luc Besson, detalles varios de tono costumbrista y chispazos de denuncia social muy ácida, sobre todo para con la miseria, abulia y desesperanza enquistadas en nuestras sociedades…