50 sombras negras

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

En un 2015 récord en la taquilla vernácula en cuya olla se cocinó de todo es lógico que algunos ingredientes fuesen de factura mediocre pero muy comercial, tal el caso de “50 sombras de Grey” o de “Actividad Paranormal 5”, pésimas muestras de cine norteamericano. El actor, guionista y director Marlon Wayans vive de este tipo productos, tomando su argumento para realizar parodias satíricas. Una suerte de carroñero de popularidad si se quiere, lo cual no significa que el resultado final sea del todo convincente.

La muestra más cabal del (des) aprovechamiento del recurso sería la saga de scary movie porque en “In-Actividad Paranormal” (2013) sí había una mezcla balanceada de gags, combinados con la verdadera burla a la forma de instalar códigos narrativos (la cámara en mano o las de seguridad), para luego traicionarlos, propios de la saga original. En el caso de “50 sombras negras” es como hacer leña del árbol caído. Es fácil mofarse de una película fallida que por pretenciosa cayó en el ridículo. Todavía causa risa la escena de Grey en el piano con lo cual hacer otra escena igual exagerando todo es (mucho, demasiado) más de lo mismo.

Huelga ahondar en el argumento porque el guión está calcado, pero aquí se subraya todo de forma tan obvia que el espectador que haya visto la original el año pasado podrá hasta anticipar los remates de cada escena y hasta si se toma algunos segundos posteriores al chiste, idear una mejor opción.
Si bien no se pueden negar algunos gags que tienen vida propia, aunque aislada del contexto, lo cierto es que la conclusión final también es obvia. Dicho de otra manera: ¿Cuál puede ser el resultado de una parodia sobre una mala película? Una mala parodia.