50/50

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

A reir que se acaba el mundo

50/50 es una tragicomedia. Aborda un tema muy duro (el cáncer) pero con bromas y diálogos subidos de tono propios de la factoría de Judd Apatow o incluso de los hermanos Farrelly.

Esta combinación entre el melodrama que intenta arrancarnos lágrimas (¡cómo están en Hollywood con el tema del cáncer entre los jóvenes!), la comedia guarra y el inevitable romance “salvador/redentor” es bastante digno, no hace “ruido”, no incomoda, pero para mi gusto está lejos de ser la película “audaz” que varios colegas estadounidenses (no todos) reivindicaron con entusiasmo “políticamente correcto”. En esta línea, me quedo mil veces con The Big C, la notable serie con Laura Linney que he podido disfrutar por HBO.

El protagonista de 50/50 es Adam (el ascendente y siempre convincente Joseph Gordon-Levitt), un muchacho de 27 años que trabaja como productor de noticias de la radio pública de Seattle y que convive con su bella novia Rachael (Bryce Dallas Howard). Pero a los 10 minutos de película Adam recibe un diagnostico demoledor: un extraño tumor maligno en la médula espinal ¿Sus chances? 50/50, claro.

Mientras su chica se aleja de la peor manera, su principal sostén es su mejor amigo Kyle (Seth Rogen haciendo el mismo show de siempre con chistes vulgares y su obsesión sexual), ya que la relación con su madre (la gran Anjelica Huston) nunca ha sido fácil. No contaremos más, sólo que ya en los primeros minutos aparece en escena Katherine (Anna Kendrick, la revelación Amor sin escalas), una terapeuta de apenas 24 años (Kyle es su tercer paciente) y esa presencia será fundamental en la resolución del film.

El guión de 50/50 pertenece a Will Reiser, quien pasó por una experiencia similar a la del personaje protagónico (Reiser y Rogen se hicieron muy amigos cuando trabajaron en el show satírico Da Ali G Show). El film destila bastante nobleza, está construido con no poca sensibilidad y se sigue con interés hasta cerca del final (muy concesivo y convencional para mi gusto). Es una historia que te hace sentir bien (las feel-good movies conforman un género en sí mismo), aunque no por eso la convierte en una gran película.