35 Rhums

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

Lionel es un maduro conductor de trenes que vive con su hija Josephine, estudiante de antropología. En el mismo complejo residen Gabrielle, una taxista que conoce a ambos desde hace años, y Noe, un joven que acusa un extraño y desconocido trabajo y tiene una obsesión sana por Josephine. Las historias de estas cuatro personas se entrecruzan íntimamente en 35 Rhums, una historia firmada por Claire Denis que poco necesita mostrar para contar una sucinta fábula urbana con profundidad.

Junto con el ojo intruso de Denis es que vemos como la vida cotidiana de estos cuatro personajes se desenvuelve con tranquilidad y una pasmosidad perceptible; hay un sentimiento familiar entre los cuatro, aunque solo dos son familia directa. Hay algo en el aire que no se dice, pero que se siente. Las miradas lo transmiten todo, y es a través de ellas que uno debe armar la historia de a poco. Si bien la trama no tiene muchos giros ni sorpresas, es más bien leve el tono impreso a la misma; todos los datos están ahí, en las motivaciones y los miedos del cuarteto, miedos de parte de algunos que no permiten que el resto avance en sus vidas. ¿Están justificados dichos temores? Quizás sí, quizás no, pero la magia de 35 Rhums está en descifrar el juego de miradas, en el que menos es más.

Este juego sutil queda en manos del elenco, grupo en el cual sobresalen los veteranos Alexa Dascas como Lionel y Nicole Dogue como Gabrielle: más que presentirse, se sabe que han tenido una historia juntos, lo que hace que su relación de cortesía y compañerismo resalte más. Por otro lado la dupla joven, la Josephine de Mati Diop y el eterno tímido Noe de Gregorie Colin forman una atípica pareja, cuyo futuro se va develando a medida que transcurre el film. El cuarteto tiene su momento para brillar en la hermosa escena del bar a la madrugada, en donde todos dejan aflorar sus temores y esperanzas en una escena brillante.

Claire Denis ha logrado con esta una película lenta pero segura, que va conquistando al espectador, atrayéndolo a su historia, tan cotidiana como honesta.