24 cuadros

Crítica de Roger Koza - Con los ojos abiertos

Abbas Kiarostami murió el 4 de julio de 2016, una fecha que la mayoría de los cinéfilos, tras tantos años de disfrutar películas estadounidenses, sabe de inmediato que se trata de un día histórico para los ciudadanos de ese país, un dato naturalizado que no deja de ser sorprendente. La mera coincidencia es casi una ironía de la historia. A Kiarostami no le era ajena la fuerza omnipresente de Hollywood, un subsidiario poderoso del imaginario de un pueblo. El mismo final de 24 Frames adquiere un carácter enigmático respecto de esto. Una joven queda dormida frente a una computadora en la que se divisa la última escena de Los mejores años de nuestra vida. Es de noche, y desde la ventana se observan varios árboles que se mueven al compás del viento. ¿Es un homenaje? ¿Una ironía? El plano existe y es, además, el último plano en la obra de Kiarostami.