21 La gran fiesta

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Jeff (Justin Chon), un adolescente cumple 21 años. A las 8 de la mañana del día siguiente tiene una entrevista para ingresar a la universidad en la carrera de medicina. Su padre, el Dr. Chang (Francois Chau), individuo violento y despótico, le deja muy en claro lo que sucederá si no está en condiciones de presentarse. Los amigos de Jeff le quieren festejar el cumpleaños sí o sí. Insisten un rato (no mucho), y todo comienza con una cerveza para luego desproporcionarse hasta el ridículo.

El juego que proponen Jon Lucas y Scott Moore, guionistas y directores de “21, la gran fiesta”, es el de llevar al espectador por el camino del humor negro y escatológico que para ellos es graciosísimo, y a juzgar por el éxito que tiene ésta la película y sus predecesoras (“¿Qué pasó ayer?” I y II -2009/2011- a la cabeza), es lo que el público está buscando a la hora de elegir una comedia.

Ya no importa el verosímil, ni las actuaciones, ni la coherencia. Todo está elaborado con la premisa de llegar a las situaciones más extremas a las que pueda someterse el cerebro, la boca, el culo, el estómago y el hígado humano. O sea todo lo que alguna vez tuvo sutileza y luego fue extrapolado por la serie Jackass de MTV. Así, es más lógico poner estas comedias como parte de la cultura contemporánea que analizar los valores cinematográficos que (no) tiene.

La banda sonora es otro compilado de la música de moda. La puesta en escena es una fiesta de constante ponderación por el reviente. El montaje es funcional a la culminación de algunos gags, o a la anticipación de los mismos. No hay una sola escena impredecible o sorpresiva, porque justamente se busca lo contrario. Los diálogos que mantienen los personajes no sólo no sirven para construirlos sino que además parecen sacados de los miles de videos de you tube registrados con celulares en los cuales vemos que la realidad no está muy lejos de la ficción.

Claro, esto será así hasta que ésta generación de jóvenes crezca y haya que inventar otra cosa para la que viene. Parece salomónico sectorizar al público entre los que gustan de este tipo de productos y a los que no. Es práctico incluso. Sucede que de cine dejamos de hablar luego del primer minuto. Disculpe.