2012

Crítica de Alexander Brielga - Cine & Medios

A comundo que se acaba el ger

Con solemnidad la trama nos acerca a la fecha cúlmine, aquella en la que el planeta colapsará a consecuencia de la acción solar. Las capas terrestres comienzan a ceder, la tierra se abre, cambia su eje, las aguas borran continentes del mapa y en medio de todo esto el director nos hace prestar atención a la sombría existencia de un mediocre escritor divorciado que se gana la vida manejando una limusina.
Tiene dos hijos pequeños el tipo en cuestión, una ex mujer que lo mira como si no entendiera todavía que le vió y ella una nueva pareja de los más superficial y melindroso. Juntos esquivarán grietas en el suelo, bolas incandecentes caídas del cielo, edificios derrumbándose, mareas gigantescas, y todo a bordo de un limusina, una combi, una avioneta y hasta un avión de carga ruso.
Como corresponde a toda película catástrofe que se precie de tal, primero se presentan a los personajes que formarán parte de la aventura. Entre ellos están los que sobrevivirán y los que no. Pero están delineados tan superficialmente que no generan empatía alguna con el espectador y lo mismo da si se mueren o viven.
El director pone todo en las más de dos horas y media que dura el filme. Terremotos, barcos, aviones, tsunamis; todo lo que se ha visto en el género está acá. Sólo faltan ataques de insectos y cartón lleno.
El problema es que el guión falla en el hilo conductor al presentar a un protagonista tan increíble en su accionar, con situaciones por demás inverosímiles aún dentro de la propuesta. La película acaba siendo un chicle demasiado masticado y sin gusto, de esos que dan ganas de escupirlos hasta con bronca. Claro que los efectos son muy buenos, es muy destacable la labor de los artistas digitales, pero sólo pasan a ser postales animadas sin mayor trascendencia al no estar sostenidas por un buen guión.