13 pecados

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Remake de la película tailandesa 13 Beloved (2006), de Chookiat Sakveerakul, 13 pecados es un thriller muy sangriento de esos "de concepto vendedor". Un hombre poco audaz, más bien timorato, en un momento muy malo en lo económico, lo laboral y también en lo familiar (aunque no con su prometida) recibe una extraña llamada que le ofrece dinero por matar una mosca que revolotea en su auto. Y seguirán más llamadas y más desafíos, cada vez mayores y por más dinero, y se establecerán las reglas y los recovecos de un juego claro muy sádico.

El riesgo de que se extinga pronto el interés debido a la posibilidad de que el punto de partida se gaste es evitado a pura velocidad, por el crescendo de las bestialidades que tiene que cometer el protagonista y por una puesta en escena que no apuesta por la grandilocuencia y mantiene las cosas en un nivel terrenal, con una narrativa fluida digna de una clase B despreocupada. No hay actuaciones para el recuerdo, sino más bien presencias efectivas (el gigantón y jetón Ron Perlman, como siempre, se destaca).

No hay discursos que indiquen qué pensar de la película, aunque puede leerse como un relato metafórico y muy brutal sobre la ambición (como también lo era Apuestas perversas, es decir, Cheap Thrills, estrenada localmente hace algunas semanas). Una película de género poco sofisticada, con diálogos bastante toscos y sobre el final un poco atolondrada en su progresión, pero siempre intensa y modesta de las que no abundan entre los estrenos-, dirigida por el alemán Daniel Stamm, el mismo de las también atendibles El último exorcismo y A Necessary Death.