127 horas

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Atrapado en un videoclip

James Franco es héroe y víctima en 127 horas, la historia del hombre que quedó atrapado durante más de 5 días en el cañon Blue John. Una inmensa roca cayó y aplastó su brazo izquierdo, confinándolo a la soledad absoluta. ¿Cómo llegó a esa situación? La película se convierte en un relato moralista sobre la supuesta independencia y el egoísmo del autoproclamado héroe norteamericano. Ya saben: una de esas personas capaces de hacer todo por sí solas. Hasta que bueno, se les cae una roca encima de la mano.
Este es el primer trabajo luego de haber ganado el Oscar por la multipremiada Slumdog Millionaire, una película de la cual admiro su destreza técnica pero no su inteligencia. Aquí el guionista vuelve a ser Simon Beaufoy (Full Monty, Slumdog Millionaire) junto al propio director. Si bien por breves momentos hay algunas líneas de diálogo que hace chirriar los dientes ("Esta roca... me ha esperado toda mi vida" dirá Aaron Ralston, que parece, tiene más gusto por lo teatral que el Guasón de The Dark Knight). Hay una historia romántica que molesta, y mucho. No tanto porque Clémence Poésy (la francesa linda de Harry Potter o In Bruges) luzca forzada y ridícula, sino porque los fragmentos de la historia parecen más injertos que otra cosa. Ralston queda atrapado en una roca. Entonces se pone a pensar (después de todo, hay mucho de qué pensar en ese lugar). El Sol lo toca y recuerda su infancia. Injerto: Ralston niño ve el amanecer con su padre. Y así con varias personas importantes en ese lugar. Momento: ¿Todo esto y la película es un 8/10? Bueno, sí. Tiene sus defectos, que son muchos. Pero es uno de los mayores logros del director de Trainspotting. A esta altura no esconde que lo suyo son las emociones fuertes (resaltado aquí en el naranja furioso que abunda en toda la película). Que apuesta por un cine más bien clásico norteamericano pero revisionado con estética y ritmo de videoclip. En Slumdog Millionaire chocaba porque se trataba de una historia sobre los pobres de la India, y más allá de las torpezas múltiples, era moralmente cuestionable en varios sentidos. Yo había titulado la crítica de ese film como "Colorida pobreza" en tanto Boyle veía todo lleno de colores, ángulos imposibles, edición frenética y música pegadiza. Ahora vuelve a utilizar todos esos elementos, que encajan perfectamente, no sólo con el final feliz que quiere, sino con el protagonista. Aaron Ralston es un hombre que vive excitado/extasiado. La película comienza ("arranca" sería mejor) con gente gritando, caminando, corriendo. Es pura energía, pura actividad física. Sí: él está confinado a un hueco pero a diferencia, supongamos, de Enterrado (la película de Rodrigo Cortés, que se desarrollaba toda en un mismo lugar) aquí todo pasa por la emoción. O mejor dicho: las emociones. No importa: suena Never hear surf music again y se presenta a Ralston, que no hace caso a los llamados ni de su madre, ni de sus amigos. Está por salir a buscar una nueva aventura. La pantalla se divide en 3: hay marcas, luces, cualquier tipo de distracciones. Cualquier montajista curtido dirá que la múltiples imágenes no son de su agrado. Eso no es tanto porque parece inmaduro, sino porque no tiene demasiado sentido. En 127 Horas tampoco, pero sí tiene sentido con el cine desaforado de Boyle. Yo no descreo sus intenciones: él director quiere emocionar. A veces es demasiado torpe, es verdad. Pero se nota que le gustan estos cuentos de superación. Por eso la gente que es el prólogo y epílogo de la historia: la sinécdoque perfecta. Y me atrevería a decir que esta es la película que no solo en estilo mejor se lleva con el director, sino también con el público al que apuntan sus películas (aunque a cualquiera le puedan gustar): los adolescentes. En definitiva, de eso se trata lo de Aaron Ralston.
127 Horas es una película tan banal como efectiva, tan manipuladora como emocionante, tan estoica como frenética, tan torpe como ágil. Es como si durante una hora y media viéramos un comercial, o mejor dicho un videoclip. No lo digo en un mal sentido: la estética encaja perfecto con el resto de la historia. ¿Es sobre el tiempo, sobre el instinto de supervivencia humano? No importa: Aún con sus fallas, que no son pocas, logra su cometido.