127 horas

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Lo más loco de esta historia es que Aron Ralston, el montañista que tuvo el accidente en Utah, que se recrea en este film, sigue escalando montañas con la misma pasión de siempre.
Hace unos años estuvo en Argentina, en la provincia de La Rioja, escalando el Monte Pissis, un volcán inactivo que es una de las cumbres de mayor altura en Sudamérica.
127 horas es una película que tranquilamente podría haber terminado convertida en una de las tantas producciones que se hacen para la televisión en Hollywood y después se encuentran en el cable.
Sin embargo, en este caso se dio que el director Danny Boyle se interesara por esta historia ocurrida en el 2003 y la convirtiera en una experiencia cinematográfica especial.
Boyle logró narrar este hecho, que salió en los noticieros de todo el mundo y uno ya sabe como va a terminar, en un film atrapante y lo que es más interesante todavía, entretenido.
La película tiene un punto en común con ese gran thriller estrenado el año pasado que fue Enterrado.
Más allá de que la trama se cuenta en su gran mayoría con un personaje en una locación, ambas películas no se hubieran podido realizar si el protagonista no era un gran actor.
James Franco es uno de los mejores artistas jóvenes que trabaja en Hollywod por estos días y acá ofrece una interpretación memorable.
Su trabajo, sin desmerecer la impecable dirección de Boyle, es lo que hizo que esta producción trascienda. El actor está frente a la cámara solo durante la mayor parte del conflicto y se carga la película en sus hombros con un trabajo emocional intenso, que probablemente fue el desafío más grande que enfrentó hasta ahora en su carrera.
El trabajo de Boyle también fue clave.
Más allá de su adicción a la estética y edición frenética, digna de video clips de MTV, en 127 horas logró con su cámara que el espectador viva la odisea de Aron Ralston como si estuviera atrapado en ese lugar con él.
Están muy bien logradas la alucinaciones que tiene el protagonista donde Boyle logra meterse dentro de la mente de Ralston durante las horas en que estuvo atrapado.
Es gracioso que los títulos del film aparecen recién cuando Franco tiene el accidente dando inicio a una experiencia terrible.
Hay un momento maravilloso donde la cámara toma al brazo del montañista atrapado y luego se aleja hasta convertir la toma en una panorámica absolutamente desoladora que retrata la situación en la que se encuentra el personaje principal.
Esa escena sola es más aterradora que varias películas de horror que pasaron por el cine en el último tiempo.
Hacia el final hay un par de escenas fuertes, pero comparado con las cosas que se vieron en filmes como la saga del Juego del miedo, es cosa de niños. El tema es que el enfoque documental con el que abordó Boyle la dirección genera que momentos como esos sean más impactantes.
Es raro que de las seis nominaciones al oscar que recibió la película justo en el rubro dirección haya sido ignorada, cuando el cineasta hizo un muy buen trabajo.
Más allá de esa cuestión 127 horas representa otra gran película de su filmografía.