127 horas

Crítica de Alexander Brielga - Cine & Medios

Entre la piedra y la pared

Aron (James Franco) emprende el viaje bien preparado, apenas se deja la Victorinox en un armario, pero por lo demás va equipado para pasar un día recorriendo montañas y quebradas en el desértico paisaje de Utah. La tiene clara Aron, conoce cada rincón del lugar. Si hasta se ofrece de guía a un par de chicas con las que comparte un rato nadando en lagos subterráneos.
Tras despedirse de las señoritas, el joven ingeniero sigue su trayecto. Ante una grieta que no debe suponer ningún desafío saltar, el destino pone literalmente una piedra en su camino que lo hace caer, y junto con él la piedra cae también. Sobre su brazo derecho. Situación: Aron está en una grieta de una montaña, seis metros bajo la superficie atrapado con una piedra aplastando su brazo. Y nadie lo sabe. Porque el ingeniero no dió muestra de inteligencia alguna cuando omitió avisar a sus allegados adonde iba y qué tenía pensado hacer. Ahora está solo, con su equipo de alpinista, una botella de agua y una navaja china sin filo.
El director de "Slumdog Millonaire" optó por un montaje clipero, muy apto para MTV. Si por momentos hasta parece un separador de la otrora cadena musical. Desafortunadamente esa elección estética y los poco profundos pensamientos que tiene el protagonista, mostrados como flashbacks, restan en lugar de sumar. La comparación con "Enterrado" se hace inevitable por momentos. Rodrigo Cortés supo transmitir la angustia del protagonista en un ambiente limitado. Boyle no lo logra, se distrae, se le escapa la intención y al promediar el filme sólo esperamos que se resuelva.
Sin dudas la labor de James Franco, un actor que trabajo tras trabajo va mostrando su versatilidad, es lo más destacable y merece todos los aplausos dentro de una película que no consigue pasar de lo anecdótico.