En 1990 se estrenaba un hit de ciencia-ficción: El Vengador del Futuro. Doug Quaid (Arnold Schwarzenegger), un simple obrero en una sociedad del mañana, descubre que su vida es un recuerdo implantado, y que en realidad se trata de un espía muy buscado. No tardará en sumarse a una Resistencia que pretende derrumbar los planes de una corporación liderada por Cohaagen (Ronnie Cox). Basada en un cuento de Philip K. Dick, la película fue dirigida por el enorme Paul Verhoeven, se volvió un clásico... y hoy tenemos la remake...
El cine de animación nacional no se limita a Manuel García Ferré. También es posible encontrar autores menos orientados al público infantil, más preocupados por plasmar una visión adulta y pesimista de la vida. Uno de esos genios ocultos es Ayar Blasco. En los ’90, con Juan Antín, supo crear a Mercano, el Marciano, estrella de cortos emitidos en el canal Much Music, que tuvo su propia largometraje, estrenado en 2002. Más acá en el tiempo, ya como solista, creó Chimiboga, sitio que incluye sketchs protagonizados por personajes de lo más estrambóticos —inclusive versiones criollas y delirantes de ya existentes, como el Conejo Bugs Bony y el Ratón Disney—, craneó la serie animada de Plaga Zombie y dirigió el largometraje El Sol, que por fin es estrenado en la Argentina luego de su paso por numerosos festivales...
La película más esperada de los últimos cuatro años. El acontecimiento cinematográfico y cultural de 2012. El cierre de una de las trilogías más espectaculares de los últimos tiempos. ¿Está Batman: El Caballero de la Noche Asciende a la altura de tantas expectativas? Ocho años después de lo ocurrido en el film anterior, Ciudad Gótica está en paz gracias a la Ley Dent, que permitió encerrar a los más peligrosos criminales. Por lo tanto, ya no se necesita de Batman, quien sigue siendo buscado por la justicia. Ni siquiera Bruce Wayne (Christian Bale), el encargado de darle vida al Encapotado, anda por la vida como un playboy: ahora vive recluido en su mansión, barbudo, sin contacto con nadie más que con Alfred (Michael Caine). Pero la tranquilidad no durará demasiado. En el subsuelo de la ciudad, amparado por gente poderosa, el enorme y siniestro Bane (Tom Hardy), lidera un ejército con fines devastadores. También aparece en escena Selina Kyle (Anne Hathaway), una ladrona profesional que juega para el equipo que más le convenga y gusta de vestir ropa negra ajustada y antifaz. “Se viene una tormenta, señor Wayne”, dice en una escena, y no se equivoca en nada. Batman deberá volver a la acción para salvar a Gótica. Pero antes deberá superar uno de los más terribles obstáculos. Y mejor no contar más para evitar spoilers. Christopher Nolan sabía que se enfrentaba a un gran desafío. En Batman Inicia nos presentó su visión fresca e hiperrealista del clásico superhéroe de DC. La continuación, Batman: El Caballero de la Noche, no sólo superó a la primera parte: se convirtió en un clásico instantáneo, provocó que la Academia de Hollywood cambiara algunas reglas en cuanto a las nominaciones a los Oscar, y el Guasón (Heath Ledger en uno de sus papeles póstumos) escaló a lo más alto del ranking de villanos cinematográficos. Pero el director inglés, una vez más, está a la altura y tira toda la carne al asador. El resultado: un film apocalíptico, en el que la destrucción parece inevitable y los Buenos deben hacer lo que pueden. Así como El Caballero de la Noche tenía más influencias de los policiales norteamericanos de los ’70, acá el tono es más cercano al de una película bélica. Abundan los disparos y las explosiones, y varias secuencias remiten a los campos de concentración nazis. Por supuesto, también están los momentos y los gadgets estilo James Bond, del que el realizador es fanático confeso. Además, Nolan recurre a sus típicas vueltas de tuerca y varias sorpresas para potenciar el suspenso y mostrarnos el otro lado de varios personajes. Esta vez, algunos de esos recursos están algo tirados de los pelos y hay giros que no terminan de cuajar, además de que los 164 minutos por momentos se sienten. Pero nada de eso entorpece una narración imparable. La película remite a los hechos que pasaron en la primera y segunda parte, sobre todo de Batman Inicia, ya que la historia se centra más en el atormentado Bruce Wayne, quien sufrirá un terrible revés del que deberá levantarse. Y es el tema central de esta historia: la caída y el ascenso (físico y/o moral) de Batman y de la mayoría de los personajes, incluso los villanos. Christian Bale vuelve a lucirse un poco más y sigue demostrando que es el mejor Encapotado hasta la fecha. Además de pegar saltos y de golpear a los malosos, Bale pudo ahondar en el costado más introspectivo del mito. Como en las entregas anteriores, los veteranos dan cátedra: Gary Oldman, Morgan Freeman y, sobre todo, Michael Caine, que en pocas escenas logra conmovernos hasta las lágrimas. En cuanto a los nuevos del elenco, Marion Cotillard —la mujer más hermosa del mundo, sin dudas— le pone el cuerpo a Miranda Tate, quien reemplaza a Bruce en el mando de su empresa y lo ayuda a creer nuevamente en el amor. Joseph Gordon-Levitt encarna a Blake, un oficial de Policía devenido en mano derecha de Gordon y admirador del Hombre Murciélago. Juno Temple, como la “amiga” de Selina, es la única desaprovechada, ya que su personaje no tiene desarrollo. A la manera de Quentin Tarantino, Nolan también sabe devolver actores a los primeros planos; en este caso, Matthew Modine y Tom Conti, quien vuelve a interpretar un papel de presidiario en un territorio hostil como en Merry Christmas Mr. Lawrence/Furyo, de Nagisa Oshima. Los “Malos” de turno merecen un párrafo aparte. El talentoso Tom Hardy se consagra interpretando a Bane, una especie de Hannibal Lecter en el cuerpo de un luchador de catch; un extremista decidido a pulverizar Ciudad Gótica. Pese a que en un primer momento se pensó que no daba para el rol, Anne Hathaway sorprende como una Gatúbela sensual, peleadora y ambigua, capaz de pasarse varias veces de bando. Ninguno de los dos logra opacar al Guasón de Ledger (ni siquiera de lo menciona en el film), pero sus caracterizaciones siguen siendo estupendas. Sin llegar a los niveles de perfección ni de incorrección política de su predecesora, Batman: El Caballero de la Noche Asciende es de lo más glorioso que nos dio el cada vez más pobre Hollywood moderno, confirma a Christopher Nolan como un gran director y visionario, y ¿cierra? genialmente una de las mejores trilogías del séptimo arte.
Muy pocos artistas marcaron a generaciones de argentinos como Manuel García Ferré. Desde fines de los ’60 hasta los ’80, no se cansó de crear personajes y universos animados que ya son parte de la cultura popular (Anteojito, Hijitus, Calculín, Petete); pero ninguno es tan querible y entrañable como Larguirucho. Sencillo, ingenuo, torpe, Larguirucho es gracioso y tiene un corazón enorme, aunque se deja influenciar con facilidad, a tal punto que a veces se convierte en esbirro de los villanos. Sus latiguillos también se volvieron clásicos ("Hablá má fuete que no te escucho") y aún hoy su risa es usada como ringtone en celulares. El personaje pegó y García Ferré lo hizo aparecer en sus programas de televisión y películas: Aventuras de Hijitus; Petete y Trapito; Ico, el Caballito Valiente; Manuelita y Corazón: Las Alegrías de Pantriste. Y, salvo en la historieta Desventuras de Larguirucho, siempre fue un secundario, un comic relief. Recién ahora, en el siglo XXI, pudo acceder a un papel principal, junto a la joven cantante que, revoleando ponchos a lo loco, popularizó el folklore en la Argentina contemporánea. En Soledad y Larguirucho, los protagonistas interpretan números musicales al tiempo que tratan de ser atacados por los viejos “malos” de Trulalá: El Profesor Neurus, Pucho, Serrucho y la Bruja Cachavacha, que envidia el talento de “La Sole” y por eso planea sabotear sus shows. No hay más para contar sobre el argumento. Sería tentador y fácil despedazar a la película. Pero aquí no haremos eso. Aunque tampoco se la endiosará. Es cierto que el nivel de creatividad de García Ferré dejó de evolucionar hace 25 años, y los niños de ahora pueden no sintonizar con los personajes -más allá de las repeticiones de Las Aventuras de Hijitus que dan por canal 13-. De todas maneras, la película tiene chances de triunfar entre los pequeños, como lo hizo Manuelita en su momento (aunque sigue siendo un misterio cómo fue que la seleccionaron para representar a nuestro país para los Oscar). Además, los personajes tienen sus fanáticos acérrimos, y Soledad —que supo incursionar en el cine en La Edad del Sol, allá por 1999— sigue siendo popular. Al ser la primera producción integral de San Luis Cine, se muestran ciudades y paisajes de esa bella provincia como si se tratara de una publicidad, con Neurus en el rol de guía turístico (¡¿?!). El film puede tener su encanto desde ese punto de vista, para quien esté pensando en dónde ir de vacaciones. En el elenco también aparecen Natalia “la hermana de Soledad” Pastorutti, Diego Capusotto, Carlitos Balá, Guillermo Andino, Pablo Codevila -comiendo un sánguche de salame- y hasta el Chaqueño Palavecino piloteando camiones y helicópteros. Estos detalles, más la mezcla de live action con animación —al estilo ¿Quién Engañó a Roger Rabbit?, aunque sin llegar a ese nivel de calidad, por supuesto—, hacen pensar en un producto muy particular, de esos que solo pueden ser disfrutados verdaderamente en cierto contexto: reunidos con amigos, en medio de pizza y mucha cerveza; o solo con amigos y cerveza; o consumiendo sustancias más poderosas (¡no es apología, señor juez!). Esto también podría aplicarse a varias películas de Disney y a 2001: Odisea del Espacio, de Stanley Kubrick. La película está dirigida por García Ferré y Néstor Montalbano, cineasta que entiende de delirios y de cultura pop nacional de antaño (realizó Soy tu Aventura y Pájaros Volando, entre otras, y también programas como Cha Cha Cha y Todo por Dos Pesos). Soledad y Larguirucho no pretende ser más de lo que es -por suerte- y tiene oportunidad de encontrar su público. De hecho, el status de Placer Culpable le sentaría muy bien. Veremos cómo se dan las cosas. Por lo pronto, sólo queda despedirse como lo haría Larguirucho: “Ta ta ta ta ta, ta tá”.
El cine de gangsters supo —y sabe— darnos alegrías. Sólo en Hollywood podemos encontrar toneladas de clásicos y figuras icónicas delante y detrás de cámara: James Cagney, Martin Scorsese, Robert De Niro, Quentin Tarantino... Francia tuvo a Alain Delon y Jean-Paul Belmondo. Inglaterra también incursiona en el subgénero; basta con mencionar a Guy Ritchie como referente. John Woo hizo lo propio en China y marca tendencia aún hoy. Exponentes hay en distintas partes del mundo. Incluso en la Argentina, donde ya de por sí el Policial tuvo su lugar desde las épocas doradas. Así lo demuestra Pompeya. Ambientada en el barrio de Capital Federal que le da título, cuenta las andanzas de Dylan (José Luciano González), antihéroe del submundo que comienza a trabajar para un mafioso ruso. Cuando los rusos y los coreanos empiezan a tener conflictos, será Dylan quien deba pagar los platos rotos. Junto a sus seres queridos, deberá sortear ataques y sobrevivir en un vecindario al borde de un Apocalipsis de tiros y sangre... Pero desde el principio sabemos que todo eso es la creación de tres guionistas de diferentes edades y status. Se reúnen, tiran ideas y conceptos y personajes y giros... pero la relación entre ellos será tan tensa como la de Dylan y su entorno, y llegará un momento en que realidad y ficción se confundirán peligrosamente. En su debut como directora solista, Tamae Garateguy le pone mucha garra a la hora de filmar una película cruda, roñosa, hiperviolenta, sexual, con un pulso narrativo a la altura de los mejores policiales. Ayuda el uso de cámara en mano y contraluz, lo que genera una sensación de peligro, nerviosismo e inmediatez. Este enfoque de la acción no choca con la imaginería digna de comics, literatura pulp y otros films que barajan los guionistas de la historia (se nota en los nombres y los apodos de los personajes). Además, como ya hizo en UPA: Una Película Argentina —que co-dirigió con Santiago Giralt y Camila Toker—, Garateguy recurre a la sátira del quehacer cinematográfico. En este caso, mostrándonos las miserias y los egos de los guionistas. Al mismo tiempo, plantea un metalenguaje en el que creaciones y creadores se fusionan en un mismo universo de engaños y muerte. La manera en que estos dos tipos de realidades se juntan es algo extraña al principio, pero luego todo cierra y le da una personalidad propia al resultado final. A la manera de los films estadounidenses de los ’70 (otra influencia notoria), el elenco no está compuesto por estrellas sino por actores que le dan autenticidad a las escenas. Dylan es encarnado por José Luciano González, muy metido en el rol. También se destaca Chang Sung Kim —conocido por sus papeles en televisión, como el exitoso programa Graduados—, que interpreta a Ming, el temible jefe de la mafia coreana. En cuanto a la femme fatale de turno, Sharon, le pone el cuerpo Jazmín Rodríguez, otrora notera de TV devenida en bomba sexual. Pompeya es un ejemplo de cine nacional de género con una estructura arriesgada, de la que sale muy bien parado. Un logro importante y poco común el de Tamae Garateguy, debido a que todavía no abundan las cineastas mujeres que se ocupen de esta clase de películas, y menos en este país (el caso paradigmático sigue siendo el de la gran Kathryn Bigelow, responsable de Punto Límite y Vivir al Límite, entre otras). Ahora prepara Mujer Lobo, otro policial con sexo y violencia. Sin dudas, una cineasta a la que le sobran ovarios.
La historia reciente de nuestro país es demasiado tenebrosa y triste. Pero antes de los horrores que se cometieron durante la Dictadura, también existió una organización dedicada al secuestro, la tortura y la muerte: la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A, escuadrón ultraderechista que se encargó de amenazar y exterminar a políticos y guerrilleros de izquierda, y también a gente del mundo del arte y el espectáculo. Estos crímenes fueron catalogados como delitos de lesa humanidad, y parte de su accionar se puede ver en la premiada El Secreto de sus Ojos, de Juan José Campanella...
En 1979, un monstruo espacial se coló en la nave Nostromo... y también en la cultura pop. Alien, El Octavo Pasajero cuenta las desventuras de siete tripulantes a merced de la citada criatura, que ataca desde las sombras y resulta difícil de matar, ya sea por su capacidad escurridiza o por su sangre ácida. Lo que a simple vista parecía una simple película de horror y ciencia-ficción, al estilo de las que se hacían en los ’50, Alien le dio nuevo impulso a ambos géneros. Para empezar, fue un megahit que recaudó millones y se ganó el respeto de los críticos más exigentes, que la analizan hasta el día de hoy. Además, originó secuelas, imitaciones, parodias, merchandising en cantidades industriales; se invirtió la misma cantidad de dinero en filmar la película y en publicidad (las propagandas no mostraban demasiado pero ayudaban a crear el clima), convirtió en estrella a Sigourney Weaver... “En el espacio, nadie escuchará tu grito”, rezaba el eslogan, y no se equivocaba en nada...
Sin llegar nunca al nivel de excelencia visual y narrativa de Pixar, Dreamworks Animation siempre se las arregla para darnos productos entretenidos, con varias dosis de incorrección política y criaturas simpáticas para el deleite de los niños. La empresa no se arriesga demasiado, y por eso gran parte de estos films son secuelas de sus mayores éxitos: Shrek, Kung Fu Panda y, como en este caso, Madagascar...
Edgar Allan Poe es, seguramente el artista más influyente del siglo XIX para acá. Sus cuentos, poemas y ensayos continúan impactando y aterrorizando en la cultura popular moderna. Y cuando eso sucede, el cine siempre está ahí. De hecho, Poe es el autor estadounidense más adaptado a la pantalla grande (arriba de 110 veces)...
Este 2012 será recordado por el regreso por partida doble de Blancanieves al cine. Hace unos meses, fue estrenada Espejito, Espejito, dirigida por Tarsem Singh, con Julia Roberts en el rol de la bruja. Un film ligero, colorido (el director indio la tiene muy clara con el aspecto visual), orientado a toda la familia...