En Argentina mueren en accidentes de tránsito más de 8 mil personas al año. Los millones de pesos que necesitan las víctimas y sus familiares para afrontar gastos médicos y legales, producen un enorme mercado, sostenido por las indemnizaciones de las aseguradoras. Sosa (Ricardo Darín) es un abogado especialista en accidentes de tránsito, a punto de recuperar su matrícula. Se mueve entre guardias de hospitales, servicios de emergencias y comisarías, en busca de posibles clientes. En uno de sus intentos por conseguir un trabajo, conoce a Luján (Martina Gusmán), una solitaria y joven médica de quien se enamora al instante. El constante riesgo de un trabajo tan turbulento como el de Sosa pone en peligro la vida de ambos, haciendo que la joven se involucre cada vez más en las tinieblas de un delicado e inaudito negocio. Con una nerviosa y constante cámara en mano, que sigue por detrás de los protagonistas su deambular, Pablo Trapero propone una crudísima realidad, sumergiendo a sus imperfectas criaturas en un submundo impensado por muchos. La dupla Darín-Gusmán es efectiva en pantalla, a pesar de cierta vocalización monocorde que caracteriza a la protagonista femenina (en ésta y otras producciones) y a lo demasiado repentino que se describe la relación amorosa entre ambos, resultando poco plausible. El guión deja al descubierto la corrupción reinante en este tipo de negocio, y va creciendo en intensidad hasta tornarse en un filme sumamente violento y con un final tan impensado como real.
ATORMENTADO DRAMA SOBRE LA GUERRA Y SUS SECUELAS Hondo y reflexivo filme del irlandés Jim Sheridan, recordadísimo por sus profundos dramas como “Mi pie izquierdo”, “En el nombre del padre” o “Golpe a la vida”. La presente historia es una más de entre miles que, seguramente, se deben haber vivido en el golpeado país norteamericano desde la declaración de guerra con Afganistán. Miles de soldados que vuelven de la guerra (de ésta y de cualquiera), deben luchar para volver a la normalidad y cotidianeidad de la vida que tenían antes de partir al frente. Se sabe que participar de una guerra resulta terrorífico; las contiendas bélicas del siglo XX han hecho estragos en las psiquis de los soldados, llevándolos, en muchos casos, al suicidio y a la incapacidad psicosocial. La película, una remake del filme homónimo danés de 2004, cuenta la historia de dos hermanos: el capitán Sam Cahill (Tobey Maguire), y su hermano menor Tommy (Jake Gyllenhaal), de caracteres muy distintos. Sam, a punto de salir para su cuarta misión, es un hombre seguro y devoto de su familia: de su mujer Grace (Natalie Portman), con la que tiene dos hijas pequeñas, y de su padre (Sam Shepard) y hermano. Tommy, recién salido de la cárcel, es la oveja negra de la familia, pero Sam es el que más lo apoya y contiene. En plena misión en Afganistán, Sam desaparece en combate y es dado por muerto, y los Cahill se enfrentan a tener que vivir sin la cabeza de familia. Tommy, de alguna manera, intenta ayudar a Grace y a las niñas, ocupando ese vacío dejado por Sam, acompañando a diario a su cuñada y sus sobrinas o haciendo arreglos en la casa. Pero Sam no ha muerto; ha sido capturado por los talibanes y sometido a torturas que amenazan con destruir sus sentimientos. En medio del dolor y el desconcierto de una nueva vida, Grace y Tommy se sienten cada vez más cerca. Cuando Sam regresa inesperadamente, la tensión se instala en la familia, y la tragedia está muy cerca de estallar. Lo fuerte de este intenso drama está en las actuaciones: Maguire hace muy bien en sacarse las telarañas de su famoso Spiderman y entrega un rol digno de aplausos, protagonizando escenas de alto contenido de violencia y desasosiego, transformando su interior y exterior para este rol. Gyllenhaal y Portman le ofrecen toda su sensibilidad a sus personajes, intentando contener lo que parece incontenible. Las húmedas mejillas de Portman, llenas de tristeza y desvelo, resultan conmovedoras. Sheridan consigue momentos de gran vigor dramático que asfixian al espectador al ver el estremecimiento de ese capitán que ha perdido uno de sus bienes más preciados: la cordura. Y con ella se van, tal vez, la posibilidad de volver a conectar nuevamente con el mundo que lo rodea, especialmente con sus adorables hijas y su fiel esposa. La última escena del filme y, especialmente, la última línea de diálogo de Tobey Maguire, son de una tristeza tan cruel como verdadera, que posiblemente, la mano de un director norteamericano se habría encargado de edulcorar, con un final edificante y esperanzador. Jim Sheridan no es concesivo con sus personajes y su realidad, y firma una obra mayor que no resulta indiferente bajo ningún aspecto y reclama con sordos gritos un “No a la guerra”.
Burke Ryan (Aaron Eckhart) es un exitoso autor de libros de autoayuda que enseña cómo enfrentarse al dolor ante la pérdida de un ser querido, pero es incapaz de seguir sus propios consejos. Burke se ha basado en su experiencia personal tras perder a su esposa trágicamente, y ahora se dedica a impartir talleres para superar las pérdidas familiares. De regreso a la lluviosa Seattle y con motivo de dictar su seminario, conoce inesperadamente a Eloise (Jennifer Aniston), una florista algo desengañada con el amor que, poco a poco, se convierte en la única persona capaz de ayudarlo a enfrentar sus propios fantasmas. Con algunos cuantos lugares comunes y algunas escenas algo aparatosas, esta película simula ser una comedia romántica (por el afiche, por la Aniston), pero es más que nada una comedia dramática, dada la temática de las pérdidas familiares, la cauterización de heridas no cerradas y la capacidad de volver a amar cuando todo parece perdido. Eckhart sale mejor parado que Aniston: él sabe mejor cómo mostrar los diferentes momentos de su personaje (especialmente los más catárticos), mientras ella queda algo desdibujada y sólo es el sostén del protagonista. Entretenida, pero floja. Para ser una ópera prima, es un aprobado.
Renee Zellweger no sólo hace comedias románticas o de Bridget Jones: también se prueba con el suspenso y el terror, pero lamentablemente no ha elegido el mejor guión de todos... "Caso 39" la tiene como una asistente social que se encarga de los asuntos familiares en los que pequeños niños son víctimas de abusos. Emily Jenkins, su personaje, piensa que en su campo lo ha visto todo, hasta que recibe en su escritorio un nuevo y misterioso expediente, su caso número 39: una problemática niña supuestamente maltratada llamada Lilith (Jodelle Ferland). Emily confirma sus peores miedos cuando los padres intentan matar a su hija ¡metiéndola dentro del horno encendido! Logrando salvarla, consigue la tenencia provisoria hasta que otra familia llegue para acogerla. Pero a medida que pasan los días pronto decubrirá que Lilith no es tan inocente como aparenta, y que sus padres no estaban tan errados en querer destruirla... Para el espectador desprevenido, este Caso 39 puede resultar más que turbador, ya que el planteamiento dramático resulta muy interesante, y Reneé se desenvuelve también muy bien en el drama. Lo que sucede es que, promediando la primera parte, a uno de los personajes secundarios le empiezan a salir bichos por los ojos y las orejas, y se muere, entonces comienza a entenderse el tono que, a partir de allí, toma el filme: ¡de terror!, y en más de un sentido. Esta película, dirigida por el alemán Christian Alvart, tenía que ser estrenada en 2007, pero por diversos motivos no pudo ganar pantalla, aunque viendo el filme todo, un poco se entiende por qué. Lo único que resulta atractivo es poder ver a Zellweger en un registro distinto, a pesar de que no le salga de maravillas, pero no vale demasiado la pena prestarle tanta atención a este caso... a ver si a Reneé le va mejor con su siguiente expediente.
BELLEZA VISUAL Y SONORA EN UN FILME SOBRE LA PÉRDIDA Los Ángeles, 1962. George (Colin Firth) es un profesor universitario británico homosexual que intenta encontrarle sentido a su vida tras la muerte de su compañero sentimental, Jim (Matthew Goode, de “Match point”). A partir del suceso, rememora el pasado, imposibilitado de ver su futuro sin su pareja. Decidido a suicidarse, intentará hacerlo gran cantidad de veces, pero sin suerte, desconociendo el paradójico destino que le espera… El filme sigue al personaje principal a través de varios encuentros: con su inseparable y alcohólica amiga Charley (intachable Julianne Moore), con un taxi-boy (el modelo español Jon Kortajarena), con un alumno joven y bello que lo busca (Nicholas Hoult, el ya crecidito niño de "Un gran chico"), y con su entorno. Todo ese recorrido interactúa alternadamente con su pasado en pareja, representado por flashbacks en donde se muestran diversas instancias de convivencia, absolutamente perfectas, posiblemente idealizadas por la mente de George, que aparentemente no puede vivir sin su amor. Esta ópera prima de Tom Ford, adaptación de la novela de Christopher Isherwood, resulta de una exquisitez visual y sonora como pocas. Diseñador de moda de primer nivel y creador de campañas publicitarias para firmas tan taquilleras como Yves Saint Laurent o Gucci, Ford presenta una historia de desolación y tristeza, con apuntes entre trágicos y hasta, en contadas ocasiones, graciosos. La elegantísima puesta en escena es lo que sobresale por sobre todas las cosas, y está a cargo de un heterogéneo equipo: la cálida músicalización del polaco Abel Korzeniowski y el japonés Shigeru Umebayashi, con ritmos acompasados y ostentosos; la fotografía del español Eduard Grau, que combina la desaturación para describir el desolado presente del protagonista, y los colores vivos para insertarnos en su pasado en pareja; la escenografía, el maquillaje y, especialmente, el vestuario de la época que se retrata. Colin Firth entrega una actuación contenida y sumamente emotiva, convirtiéndola en la mejor performance de su carrera hasta el momento, en este merecidísimo protagónico que le valió su primera nominación al Oscar. Tom Ford inicia con esta impecable "Sólo un hombre" una fructífera carrera cinematográfica, en la que se aguradarán otros trabajos tan bien confeccionados como este lucido (y lúcido) filme.
COMO LOS PIMPINELA... PERO SIN MÚSICA “Dos hermanos” no es la mejor película de Daniel Burman ("Esperando al Mesías", "El abrazo partido", "Derecho de familia", "El nido vacío") y sí es la primera que no está basada en una idea propia. Esta vez, el director argentino ha decidido adaptar a la pantalla grande la novela de Sergio Dubcovsky (hermano de su socio Daniel): “Villa Laura”. La novela cuenta, con cierta sutileza, una historia sencilla y convencional, y la película no renueva considerablemente la mirada de su autor. Dos hermanos son los protagonistas, un hombre y una mujer maduros, solteros, sexagenarios, que, al perder a su madre, encuentran que se tienen el uno al otro, y no precisamente es una idea que les agrade demasiado. El filme de Burman es una buena excusa para seguir indagando en el pequeño (pero inmenso, valga la contrariedad) universo de los vínculos familiares, como lo ha hecho en toda su filmografía. Éste se recuesta en la descripción de la relación de estos dos seres solitarios, disímiles, antagónicos, que se aman y se odian a la vez. Marcos y Susana se comportan casi adolescentemente, pareciendo volver hacia atrás en el tiempo, cuando vivían juntos como hermanos, con mamá y papá. Y así, se pelean, se putean, se aborrecen, pero también se confabulan con fines comunes (como cuando se roban la comida del cóctel de la embajada, a la que no fueron invitados, por supuesto). Una de las mejores escenas pertenece, justamente, a la imagen elegida para el afiche promocional del filme: Susana y Marcos, con sendos vasos apoyados entre la pared y la oreja, intentando escuchar a los vecinos, se “chicanean” y se pasan facturas de cosas del pasado, simulando que lo están escuchando detrás de la pared. Al apoyarse en los personajes, el guión requiere de actuaciones sólidas, atrayentes, consumadas… Graciela Borges y Antonio Gasalla resultan una combinación realmente llamativa para el espectador argentino; ambos tienen un curriculum más que importante en el cine y la escena nacional, respectivamente. Sin embargo, a pesar de ejercer su oficio con grandeza, no parecen ser los mejores trabajos de cada uno de ellos. Si bien ella entrega un personaje casi a su medida, su eterna voz ronca parece no permitirle hacer otra cosa (a pesar del intento – fallido - de su humilde Perla en el filme “Las manos”). En el caso de él, por momentos deja deslizar algunos tonos de voz de sus televisivos personajes femeninos, pero en general parece entregarse más a la mano de su director, y ofrece un Marcos débil, disciplinado, pollerudo, frágil, delicado, casi invisible ante la omnipresencia de su hermana que, cuando le grita “¡Maricón!”, se rebela (a su modo) y deja de hablarle, logrando cambiar los papeles en la enfermiza relación. A pesar de que el elemento narrativo, vital para toda historia audiovisual, aquí aparece a cuentagotas, “Dos hermanos” se disfruta por la presencia de sus dos estrellas, viendo cómo se relacionan y cómo reaccionan uno con(tra) el otro.
FILME CARGADO DE LUGARES COMUNES, EXTRAÑAMENTE NOMINADO AL OSCAR Resultaba extraño que un filme protagonizado por Sandra Bullock llegara a la categoría de "oscarizable"; sin embargo, esta vez Sandra lo hizo de nuevo (recordemos "Crash - Vidas cruzadas", Oscar a Mejor Película en 2005, en la que era una de las actrices del vasto elenco). "Un sueño posible" narra la inspiradora historia de Michael Oher, un enorme chico afroamericano, defensa de un equipo de fútbol americano. En la película se muestra cómo los Tuohy, una adinerada pareja cristiana, adoptan a Oher cuando éste era un joven sin hogar. Oher luego también se hizo cristiano, creció para ser una estrella del fútbol y fue a jugar a la liga profesional NFL. Cargado de cierta moralina, el guión no ahorra nada para hacer parecer a Leigh Anne, el personaje protagonista, como una mujer de carácter, firme en sus convicciones, sin ningún costado débil, más persuasiva que una publicidad de cerveza en verano, al que Bullock le presta su oficio habitual (no más que el de siempre), logrando ser (inmerecidamente) ganadora del Oscar como Mejor Actriz. Con muchos clichés (¡muuuchos!), la historia es pretenciosamente edificante, incluyendo las típicas escenas que quieren sacar una sonrisa `a como sea´ (las que tienen como protagonista al hijito menor). O las que ya se vieron miles de veces, como aquélla en la que Leigh Anne está en un lujoso restaurante sentada con sus otras amigas ricas y una le pregunta si la caridad hacia Michael es algún tipo de "culpa blanca", y si no le preocupa tener a un gran hombre negro en casa con su hija adolescente, y ella le da una lección de "debería darte vergüenza". O las poco probables escenas como ésa en donde ella debe ir al peligroso barrio del suburbio a buscar a su hijo adoptivo y le hace frente a un matón alto y armado que hasta ese momento era temible, ¡pero no ante Sandra! que sentencia: "Si amenazas a mi hijo, me amenazas a mí". Y hay mucho más de ese calibre, por desgracia... "The blind side" está basada en el libro "The Blind Side: Evolution of the Game’, inspirada en una historia verídica. El título en inglés refiere a un punto del fútbol americano, el cual, durante alguna jugada, no permite al quarterback ver (o algo por el estilo...). La pelicula metaforiza una idea deportiva y la lleva a la vida, ya que Oher tiene un impulso por defender a su familia, no importa en qué situación. Al final, con los créditos de cierre, y como es usual en estos casos, se ven fotografías con Leigh Anne y Oher, los de la vida real, en los cuales se basaron para la historia. Aparentemente, Sandra Bullock se ha convertido, con esta película, en la primera actriz en superar los 200 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos, en un filme exclusivamente protagonizado por una mujer. Y bueno, así estamos... (bah, están).
Poco hay para decir de este filme de Scott Cooper, más que destacar la gran interpretación y entrega actoral de Jeff Bridges. Merecidamente ha recibido el Oscar al mejor actor de 2009 por este rol de cantante country, con un pasado de olvidado éxito, que lo hace refugiarse en el alcohol. Se hace llamar Bad Blake y vive de sus presentaciones en bares de ruta, entre cervezas, whisky y mujeres fáciles que admiran su música y que tienen la oportunidad de pasar una noche con una ex estrella de la música. Sin embargo, cuando una madre soltera, periodista de un diario de pueblo (Maggie Gyllenhaal, también nominada por este trabajo) le pide una entrevista, éste podrá ver en ella a una mujer que lo comprende y que ve en él la sensibilidad que éste se permite mostrar. Con varios lugares comunes, especialmente en la estructura del guión y de su personaje principal (la secuencia en la que Bad debe cuidar al pequeño hijo de su novia ya se sabe cómo va a terminar), este "Loco corazón" se disfruta, más que nada por las actuaciones (también participan Robert Duvall y Colin Farrell) y por las estupendas canciones de T-Bone Burnett y Stephen Bruton, que revelan a Bridges como un expresivo cantante y un justo ganador de galardones en todo festival de cine y entrega de premios.
Atípicamente nominada al Oscar, esta sobredimensionada "Enseñanza de vida" resulta un encantador filme que plantea cuán importante puede ser la formación universitaria para una adolescente inglesa de los 60´s. Basándose en un texto de Lynn Barber, “An education” gira en torno a Jenny (Carey Mulligan), una joven de 17 años que reside en los tranquilos suburbios de Londres. Coincidiendo con el surgimiento de la cultura de la época, su realidad se tambalea cuando conoce a un hombre casi 20 años mayor (Peter Sarsgaard), que la corteja con elegantes cenas, clubs y viajes, poniendo en peligro su futuro en la Universidad de Oxford. Así, la muchacha, recibirá una educación en la escuela de la vida, asistiendo a conciertos, participando de subastas o cenando y bailando en carísimos restaurantes. Extrañamente, sus padres apoyan al 100% la relación, pues significa un futuro asegurado para su hija, a pesar de que su camino a la universidad se vea truncado. La joven actriz protagonista brilla en su papel, mostrándose inteligente como alumna de secundaria; madura, cuando se relaciona con su nuevo amor; desafiante ante las autoridades de su colegio (gran escena juega junto a Emma Thompson, la directora); pero también vulnerable, cuando descubre un secreto que oscurece sus románticos planes. Precedida de varios premios a Mejor Filme y Mejor Actriz en una larga lista de festivales, tal vez resulte algo excesiva la nominación al Oscar como Mejor Filme del año; no así las otras dos nominaciones a guión adaptado y actriz protagónica. Lo mejor del filme es su puesta en escena y la gran labor de Mulligan, como la niña que fue mujer por un rato, para darse cuenta que, los pasos, en la vida, es mejor darlos de a uno.
CÍNICA Y TRAGICÓMICA AVENTURA DE UN JUDÍO Otra de los hermanos Coen en la que lo tragicómico atraviesa los conflictos del personaje principal. Haciendo uso de su buena mano para manejar el límite entre lo cómico y lo dramático, sus directores proponen una trama enmarcada en el microuniverso de un judío en el año 1967. Larry Gopnik es docente de física, está casado, tiene dos hijos adolescentes y vive en plena comunidad judía de Minnesota, con una aparente estable vida; sin embargo, todo comenzará a andar mal para él. Son incontables las desventuras que lo acechan y una es más hilarante que la otra: 1) su mujer le comunica que quiere el divorcio porque está viéndose con un hombre de la comunidad; 2) su hijo escucha rock and roll durante clase y consume habitualmente marihuana, además de pedirle todo el tiempo que arregle la antena para ver TV; 3) su hija le roba plata para ahorrar para una operación de cirugía estética; 4) su hermano enfermo, jugador y acusado de pedófilo, vive en el sofá de su casa y se mete en problemas con la ley constantemente; 5) un alumno surcoreano lo soborna para aprobar un examen y lo amenaza con llevarlo a los tribunales por difamación; 6) el concejo que decide su permanencia como docente en la escuela recibe cartas anónimas acusadoras sobre su persona; 7) su impetuoso vecino goy quiere construir un galpón usurpando parte de su propiedad; 8) su vecina, una atractiva mujer casada que toma sol desnuda, lo invita a su casa y lo seduce con una tarde de té frío y marihuana; 9) y más, y más, y más… Sin saber cómo afrontar sus problemas y en su lucha por mantener el equilibrio, Larry pide consejo a tres rabinos muy especiales, encontrándose con desopilantes reflexiones. El sello de los Coen resulta inconfundible, tanto en las actuaciones de todo el (desconocido) elenco, como en los diálogos, en el montaje de las escenas (especialmente con un efectivo uso del flashback, del montaje alterno y de las placas separadoras cada vez que visita a un rabino distinto); en la fotografía y el sonido, con acertadísimos y muy expresivos efectos visuales y sonoros. El final, magistral, resulta tan abierto como cortante, bien “a lo Coen”, pregonando la tragedia en un simbólico y devastador último plano. Mención especial para el ajustadísimo elenco, creando con excelencia el micromundo de una comunidad judía, con su particular idiosincracia, y muy especialmente para su atribulado protagonista, el woody-alleniano Michael Stuhlbarg. Todos los códigos, expresiones y modos de vida de la comunidad hebrea podrían significar una barrera infranqueable para un público no judío o desconocedor de los mismos, lo que podría ocasionar un problema para acceder a lo narrado (de hecho, el bonus del DVD incluye una guía de hebreo e yiddish para goys). Nominada al Oscar por guión y película, esta nueva obra de los hermanos sigue demostrando su maestría en contar historias atrayentes, por más comunes que resulten. Es en su particular tratamiento en donde muchos de sus filmes ganan, creando pequeñas obras maestras, dueñas de un estilo tan personal como independiente.