Entre lo íntimo y lo político Fabián Hofman fue uno de los principales referentes del documental y del video arte nacional de fines de los años 80 y comienzos de los 90, pero luego se radicó de forma definitiva en México, donde rodó su ópera prima, la sátira política Pachito Rex: Me voy pero no del todo (2001), y se convirtió durante una década en director académico del influyente Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Luego de esa prolongada ausencia, Hofman regresó a la realización con Te extraño , una coproducción mexicano-argentina (rodada y ambientada además en ambos países) con elementos autobiográficos que retrata (con más hallazgos que carencias) la tensión entre lo íntimo y lo político poco antes y durante la última dictadura militar argentina. Estrenado mundialmente en el último Festival de Berlín, este segundo largometraje de Hofman está narrado desde el punto de vista de Javier (Fermín Volcoff), un adolescente que en todos los ámbitos vive a la sombra de su hermano mayor Adrián (Martín Slipak), militante de la organización Montoneros. La decisión de contar la historia desde la perspectiva de un joven algo gris (muy opacado por su impulsivo y seductor hermano) es uno de los principales méritos del guión de Diana Cardozo. No conviene adelantar demasiado de la trama, pero en su segunda mitad -cuando el protagonista se radica en México- el film amplifica su mirada melancólica (por momentos un poco forzada) y se arriesga con otros aspectos, como la desorientación de los exiliados o el despertar sexual. La película -que en ciertos pasajes remite a títulos como la argentina Kamchatka o la brasileña El año que mis padres salieron de vacaciones - prescinde en buena medida de la bajada de línea, del didactismo y de las explicaciones obvias para concentrarse en la construcción de climas o en la exploración de los estados de ánimo y las contradicciones del antihéroe. Otro logro de Hofman pasa por la dirección actoral. Más allá de algunos pocos excesos (culpa de ciertos diálogos altisonantes), se lucen no sólo Volcoff y Slipak, sino también los padres (Luis Ziembrowski y Susana Pampín), la abuela con Alzheimer (Edda Díaz) y los tíos bonachones (Carmen Beato y un irreconocible Alvaro Guerrero), además de jóvenes intérpretes como Santiago Pedrero o Mariano Bertolini. En definitiva, Te extraño surge como una pequeña, algo esquemática, pero muy atendible película. Uno de esos films que no pretenden narrar nada demasiado revolucionario, pero que lo hacen con dignidad, sensibilidad y nobleza.
Exilio y afirmación de la identidad La primera ficción del cineasta argentino radicado en México es desembozadamente autobiográfica y refleja el largo y doloroso pasaje a la madurez de Javi –protagonista y narrador–, el hermano “perejil” de un militante desaparecido. Primer film de ficción de Fabián Hofman (Buenos Aires, 1960), Te extraño introduce, en la revisión de los años ’70 en la Argentina, un interlocutor hasta ahora ausente: el hermano menor. Esto es, el hermano menor del hombre de acción, del héroe, del desaparecido. La película de Hofman incorpora esa figura por partida doble. Desde el lugar de protagonista, pero también del de narrador, en tanto la suya es una ficción desembozadamente autobiográfica. Lo que le da un interés inédito es que se trata de la primera ocasión en que el punto de vista no es el de un ex militante, ni siquiera el de su hijo (el caso de Los rubios, M o Papá Iván), sino el de lo que en la época se llamaba, despectivamente, perejil: el simpatizante que no militaba, sino que la veía un poco de afuera. Podría decirse, extrapolando, que Te extraño representa la primera ocasión en que un perejil –figura culposa, si las hay– sale del armario y dice: “Soy”. Hofman es aquí Javi, hijo de una familia judía de clase media, que en 1975 tiene 15 años. El lugar subsidiario que Javi ocupa en la familia en relación con Adrián –que le lleva cinco años–, queda definido en la primera escena. Javi (el debutante Fermín Volcoff, justísima elección de casting) se halla en medio de un festejo familiar, con sus padres (Luis Ziembrowski y Susana Pampín) y la bobe (Edda Díaz). Rápidamente la conversación se desvía hacia el faltante, Adrián (Martín Slipak). Que, como está haciendo la colimba, no se sabe bien si podrá venir o no. Cuando Adrián entra al departamento, la bobe (para quien es claramente el nieto favorito) no es la única en dejar todo y salir a su encuentro. Una de las cosas que dejan es Javi. Estar al costado parecería ser su marca, y si algo narra Te extraño es el largo y doloroso paso que representa moverse del costado al centro de la propia vida. Doloroso, porque ese paso comienza a darse recién a partir del momento en que Adrián desaparece de escena. La culpa del sobreviviente es, sin duda, una de las heridas que la película de Hofman aborda, siempre en un medio tono (tono menor, podría decirse), reacio a intensificaciones y desbordes. Es también doloroso, o paradójico, o significativo, que a partir de esa desaparición la propia película comience a hallarse a sí misma. Hasta ese momento, Te extraño paga el precio de cierto costumbrismo retro, cediendo ante el peso de un ineludible déjà vu: el de un imaginario hecho de asaditos, picados, alguna que otra frase altisonante, esmeradas reliquias de época, los Falcon cuando empiezan a pasar, el escondite más o menos compartimentado. Un par de actuaciones inconfundiblemente teatrales (sobre todo la de Slipak, pero también Edda Díaz) suman lastre a esa zona de la película. A medida que el cerco se cierra sobre Adrián y Javi (sobre toda la familia, en verdad), Te extraño parece ir hallando un tono propio, hecho de planos que se preñan de espera, de miedo y de angustia. El carácter lateral de Javi se manifiesta sobre todo en relación con el uso de las armas (de las armas sexuales, también; lúcidamente, Hofman hace corresponder ambas cosas). La pistola que un día descubre en la cintura de Adrián; una granada que el hermano le muestra, con la obscenidad con que solían hacerse esas cosas; o las armas que más tarde, ya en el exilio mexicano, Javi intentará aprender a usar, daría la impresión de que para cumplir con los otros antes que consigo mismo. “¿Eres guerrillero?”, le pregunta su novia mexicana. “Montonero”, contesta Javi, como si el que responde fuera Adrián. Hay dos escenas centrales en Te extraño. Una, un “entrenamiento militar” que parece un juego descerebrado, ilustra a la perfección aquella idea de que la Historia se da primero como drama y más tarde como farsa. En cuanto a la otra escena culminante, su intensidad dramática, el modo en que la cámara se “pega” a los personajes, la justeza en la confrontación de puntos de vista, hacen olvidar algunos titubeos, fallas o desbalances de otros tramos. En esa escena, que tiene lugar en el exilio mexicano, Javi se enfrenta a dos compañeros de militancia de Adrián (Santiago Pedrero y Mariano Bertolini), que preparan su regreso armado. Referencia tal vez a la nefasta Contraofensiva montonera, en verdad posterior. Allí, finalmente, cada uno de ellos tiene ocasión de fijar posición, en medio de insultos, trompadas y graves acusaciones, de las que ni siquiera la memoria del propio ausente queda del todo a salvo. Javi puede asumir, puede decir que no cree en la lucha armada. Que, en tal caso, no es para él. Es allí, en ese preciso momento, cuando el hermano menor empieza a hacerse mayor.
Adiós adolescencia cruel La ópera prima de Fabián Hofman, coproducida con México, se estrena de manera casi inadvertida en Argentina a pesar de presentar un resultado final más que satisfactorio. Te extraño (2009) actúa como un film de iniciación retratando uno de los periodos más duros que atravesó el país: la última dictadura militar. Javi es un adolescente hijo de una acomodada familia de clase media alta. Adrián su hermano se encuentra haciendo el servicio militar obligatorio. Él es militante de la organización Montoneros y Javi, para quien su hermano es un referente, lo sigue. Las cosas se ponen cada vez peor y Adrián desaparece. La familia, que mucho no sabe lo que pasa, exilia a Javi en México. En ese viaje forzado comenzará la transición para convertirse en un adulto y aceptar de una vez la muerte del hermano, muerte que para el resto es imposible de reconocer. Hofman construye muy hábilmente dos mundos en paralelos y que en su conjunto serán los determinantes del futuro de Javi. Adolescencia y política son mostrados con una inteligencia como muy pocas veces el cine argentino se decidió a mostrar. Estructurada en dos segmentos, el primero se construye desde la relación hermano-hermano y como el mayor actúa de espejo del menor. El colegio, el primer amor y cierta apatía se mezclan con reuniones clandestinas para determinar acciones políticas a seguir. El segundo segmento comienza a partir del exilio y como la pérdida del hermano mayor provoca un duelo que va acompañado del crecimiento personal y la aceptación de que ya nada volverá a ser lo que era. Te extraño se nutre de un mundo opresivo, claustrofóbico que puede apreciarse no solo en los personajes adultos sino en la utilización de ambientes cerrados que recién comienzan a descomprimirse cuando el personaje acepta la pérdida, no solo de su hermano sino también de la inocencia. Claramente ese personaje que comenzó casi en segundo plano, opacado por el mayor, será quien haga reaccionar al entorno familiar sobre la realidad que están atravesando. Inadvertido, sin saber por qué extraña razón, Te extraño solo se estrena en un solo cine de Argentina, sin campaña de prensa, ni publicidad, ni notas en los diarios, ni nada que haga que la gente se entere de que una película diferente podrá verse por solo dos semanas y tal vez nunca más. Si por esas razones usted se enteró sepa que en cine hay una opción de ver otro tipo de cine.
Te extraño está animada por un inconfesado afán proselitista: la intimidad es el reverso de la Historia. En la Argentina tumultuosa de los años setenta, Javi participa de algunas escaramuzas en el señorial ambiente de su colegio privado. Pinta con aerosol las paredes del baño, hace explotar una bomba que lanza panfletos y les grita fachos a los integrantes de una especie de grupo de tareas que, antes de precipitarse al Falcon de rigor, golpean con ganas a unos chicos a la salida. Después, le guarda los fierros en una caja a su hermano mayor: la persona que a sus ojos verdaderamente cuenta, el que integra las filas de Montoneros. Pero Te extraño es la historia de Javi, y el cuerpo de su hermano que cae en manos de los militares a pocos días del golpe de estado del 76, se esfuma de la pantalla y solo regresa a modo de fantasma: como relato en boca de algunos de sus compañeros que velan febrilmente las armas en su exilio en México o como fantasía diurna (cada vez más delgada y a punto de convertirse en dolorida resignación) del protagonista, que de casualidad se encuentra con ellos allí, escapando él también de una sentencia de muerte. Cuando debería quizá describir ese juego dramático entre lo invisible y lo visible, entre la evocación de la militancia o la persistencia de su continuación, la segunda parte de la película se pierde un poco entre bellas postales mexicanas y un romance ocasional cuya gracia y amabilidad iniciales terminan desvaneciéndose de pura intrascendencia. Es que Te extraño se concentra en hacer de la porción íntima de lo humano un templo, pero a la vez amaga con dedicarse a diagramar la tragedia irresoluble de esas dos zonas que no se conectan: el hermano grande, que tiene una pistola en la cintura y efectúa regulares y misteriosas salidas nocturnas, y el hermano chico, que se mueve casi a su sombra, entre admirado y receloso. En la película, la militancia es una pasión que se cuece en la juventud, y la sugerencia de que Javi está a un tris de tomar las armas para terminar de fundirse con su hermano en oposición a la ubicua prescindencia de sus padres queda flotando como un interrogante. El director parece señalar que uno es la contracara necesaria del otro, pero su película tiene un tono tan discreto que esa reciprocidad no termina de establecerse del todo. En algún punto, es como si la esmerada dirección de actores, la ausencia absoluta de comentarios musicales y la serena belleza de muchos de sus planos conspiraran para diluir esa tensión casi por completo. Te extraño podría a su vez ser una película sobre modalidades estratégicas: deslizarse sobre las cosas o diluirse en ellas. Preservarse o aniquilarse. Observar la escena o ser parte de ella. Como en el momento en el que Javi ve un violento desalojo en el Distrito Federal, entra en la casa en cuestión y prácticamente parece flotar entre los objetos y los cuerpos sin que nadie lo detenga, la película de Fabián Hofman se reserva para sí un moderado asombro sobre el horror del mundo y la ambición secreta de dar señales de su existencia sin dejarse nunca arrastrar por él.
Little Montonero, o lo que queda de éste Raras formas suele presentar el cine argentino a la hora de intentar plasmar una idea concisa respecto a una situación que tranquilamente, y por los ánimos revanchistas que caracterizan a los años actuales de nuestro país, puede ayudar a caer en lo monotemático. Cuando claramente está a la vista el peligro de ensuciarse las manos con más de lo mismo, ahí está el "nuevo cine argentino" (ya fue eso, gente) siempre firme en su postura de desmantelar la realidad de una manera cruda o desinteresada (en el buen sentido de la palabra) para contarnos una historia, de nuestra historia. Sí, adivinaron, del último golpe de Estado. Cuando entré a la sala para ver Te extraño, lo admito, no tenía ni idea de con qué me iba a encontrar. Estaba tan cansado por caminar del Abasto a Congreso que ni me percaté en leer la sinópsis. Sólo compré la entrada, y me senté con otros cuatro o cinco personajes de la siesta porteña para disfrutar, o padecer, lo que ante nosotros estaba por materializarse. Y allí estaba la historia de Javier y su hermano Montonero (bah, los dos son Montoneritos) desaparecido en pleno inicio de la dictadura militar de 1976. Luego viene el exilio, y el letargo (demasiado extendido), las experiencias del crecimiento propias de un adolescente desentendido pero a la vez comprometido políticamente, el sentimiento de orfandad, los experimentos hormonales, y nada más. Realmente cuesta encontrar algo profundo en un relato tan sencillo y tan fácil de digerir. Es simple, y sin ser cruel con la película de Fabián Hofman: una más sobre los desaparecidos. La trama no se lleva bien con las imágenes, pero aún así hace lo que puede por llevar el hilo conductor para que el ritmo sea llevadero, aunque no hace falta agregar más a esas frases tan significativas, que bien pueden ilustrarnos las cualidades y las intenciones del film. La mirada de un sapo de otro pozo en medio de una lucha a la distancia, la propia contradicción ideológica que -ojo, cito del guión- "destruyó" la lucha montonera, el sentimiento de desarraigo contrastado por el amor circunstancial (lejos queda en el recuerdo y en la mutación del protagonista su debut sexual en un motel con su amigovia del colegio), y otros tantos matices de Te extraño que no hacen más que completar una pieza de rompecabezas para todas las edades. No hay muchas lecturas a la vista, salvo algún que otro intento icónico por darnos a entender el indescifrable final (arruinado por el texto que reza la conclusión del autor de manera tan escolar), con el mar traicionero de la bellísima canción (si no me equivoco, la única de toda la cinta) que suena en las últimas secuencias. Al igual que las peripecias de Javier, encarnado muy correctamente por el jóven Fermín Volcoff, la historia va pendulando en un dramático ir y venir que nunca termina por definirse, o por lo menos apunta a muy poco teniendo en cuenta el penoso final. Para que se entienda en resumidas cuentas, lo que se cuenta es interesante -y muy bien actuado, sobre todo por el prometedor Martin Slipak (que ya nos deleitó como el hijo de Julio Chavez en la serie Tratame bien), Luis Ziembrowski y Edda Díaz-, pero no hay nada por descubrir, no tiene nada para ofrecer. Es un cuento bien contado, muy bien rodado, y que llega al espectador, pero al salir de la sala (téngase en cuenta el tono geográfico que le estoy queriendo dar al artículo) el recuerdo ya no lo lleva de la mano. Te extraño no nos acompaña luego del visionado, se queda ahí, inmóvil. La temática tan utilizada y explotada, las constantes referencias políticas, los acentos en las diferencias socio-culturales entre la Argentina de Videla y el México de López Portillo y Pacheco, y principalmente el aletargado ritmo, no ayudan mucho a un film que no tiene mucho para ofrecer a pesar de una muy buena realización, con todos los aspectos técnicos sin reproches algunos. Quizás éste sea un claro ejemplo de que el cine argentino (a pesar de que una vez más es ayudado por otro país para asegurar la trascendencia) aún no encuentra los términos medios. Cuando tiene algo excelente para contar, lo desaprovecha con pobres aspectos técnicos; y cuando logra pulir esto último, no lo condimenta con algo agradable. Sobre el tema que aborda ya se hicieron muchos otros films que tratan mejor la idea, pero si quieren, hay una bonita relación entre los hermanos, de fidelidad, compañerismo, y sobre todo amor, que vale la pena destacar entre el estancamiento de casi dos horas. Insisto en que basta con el plano final para describir lo que transmite Te extraño. También, la escena en que la tía de Javier entra a la habitación del triste muchachito y éste sólo está tendido en la cama mirando el techo, motivo por el cual la tía le dice "cuando encuentres una grieta en el techo, avísame Javi". Todo dicho.