Hace un tiempo, bastante antes de la avant premiere de la película, había visto algunos fotos del rodaje en Facebook (publicadas por Boy Olmi). Desde ese momento ya empecé a tener ganas de ver la película, porque en algunas de ellas, se podían ver paisajes muy lindos, lugares en los que me gustaría estar. Finalmente el 9 de Noviembre, pude ir a la avant, ver la película, y como si fuera poco, en la sala también estaban los protagonistas y el flamante director. Tenía a China Zorrilla sentada a un par de butacas mías! :) "Sangre del Pacífico" está escrita y dirigida por Boy Olmi, quien comentó en varias ocasiones que tenía muchas ganas de hacer este proyecto, y se nota, porque no es una película hecha a las corridas. A lo largo de la película se entrelazan varias historias: La de Jorge (Delfi Galbiati), un viejo artista que quiere filmar una última película antes de morir, la de Charito (Emilia Paino), que llega a la Argentina en busca de un futuro mejor para su hijo, y la de Sara (Ana Celentano), la hija de Jorge, que busca defender los derechos de aquellas mujeres como Charito. La historia personal, y los sentimientos de cada uno de los personajes, están muy bien desarrollados, y si bien al comenzar la película parece haber ciertas cosas que no quedan muy claras (intencionalmente), al finalizar no quedan cabos sueltos. Delfi Galbiati, el actor uruguayo protagonista de la película, realiza un muy buen trabajo, y está verdaderamente irreconocíble en la película, de hecho no podía creer que fuera el mismo hombre que me había cruzado minutos antes de la película :P China Zorrilla, le aporta un toque de humor a la historia, y nos saca un par de sonrisas, lo cual hace más amena la película. La música fue realizada por Mariano Otero, y me pareció muy acorde con la historia que quiere contar el director, acompaña muy bien las situaciones que se van presentando. "Sangre del Pacífico" es una película que no apunta a lo comercial, sino que quiere contar una buena historia, a través de sólidas actuaciones, y de una excelente fotografía que vale la pena ver en la pantalla grande. DATO CURIOSO: En un momento de la película, aparece Fernando Peña como "extra", y realmente fue una grata sorpresa verlo allí, en la pantalla grande. Como un homenaje.
Mundos diferentes Boy Olmi hace su debut en el cine con Sangre del Pacífico (2009), un film cuyo relato transita entre la realidad y la ensoñación de sus protagonistas. Un viejo cineasta a punto de morir (Delfi Galbiatti), su hija antropóloga (Ana Celentano) y una mucama peruana que viene a trabajar al país, conforman el trío de personajes que armarán una especie fábula urbana contemporánea, en la que un viejo tomará el rol de libertador del siglo XXI para liberar, de una esclavitud encubierta, a las empleadas domésticas. La historia nos irrumpe en un mundo de personajes actuales, que narrada en dos tiempos cinematográficos se adentra en un mundo real y otro de ensoñación, el mismo se nos muestra a través de las alucinaciones que va a tener el personaje que interpreta el uruguayo Delfi Galbiatti. Dichas alucinaciones son presentadas como si fueran una película dentro de su mente, algo que pudo o podrá ser. Para ello el director creo dos ambientes en paralelo, el real o presente y el onírico que se compara con la campaña libertadora de San Martín. El film, que a pesar de presentar algunas falencias técnicas, como la construcción de algunos encuadres, exterioriza algunos elementos interesantes. Tal vez, el más notorio sea la brillante interpretación de Emilia Paino, su personaje, el de una mucama peruana, es de una credibilidad convincente, sin duda una de las revelaciones del año. El elenco se completa por China Zorrilla, Ezequiel Díaz, Delfi Galbiatti y la siempre brillante Ana Celentano. Todo producto de una acertada marcación actoral. Sangre del Pacífico propone mundos diferentes, en donde cada personaje tiene el suyo, y en muchos casos contradictorios, los hay ricos, los hay pobres y hay quienes estarán entre ambos. Pero dentro de cada uno de esos mundos, habrá quienes buscarán redimirse de un pasado para mejorar el presente de otros, aunque algunos ni siquiera lleguen a asimilarlo. Y eso habla muy bien de cómo esos individuos van creciendo a medida que el film transcurre, y cómo no sólo modificarán la vida de los otros sino también las suyas. Otro elemento a destacar es el de la reconstrucción de época y el uso de la luz para marcar los diferentes tiempos. Sin ser una superproducción, pero sí muy cuidada en los detalles, tanto el vestuario como la fotografía provocan el quiebre entre pasado y presente. El debut de Boy Olmi detrás de las cámaras le augura un promisorio futuro, a pesar de los aciertos y desaciertos Sangre del Pacífico es un film cálidamente humano, que rescata valores perdidos en un mundo depredador. Y eso, en este caso, es lo que lo vuelve un film comprometido con la realidad social.
El riesgo siempre es bienvenido Boy Olmi debuta con un filme ambicioso y también previsible. Por más sesos que le gusten comer a Jorge, un actor devenido cineasta, no hay mucho raciocinio en lo que el hombre hace. Entre alucinaciones y deseos, Jorge es un hombre que parece que se deja llevar por los impulsos más que por su cerebro. Su hija, Sara, es antropóloga, y está haciendo un video sobre las mujeres que trabajan, discute acaloradamente en paneles de televisión y parece estar tan en soledad como su padre. Pero "no estoy sola -le aclara a Jorge-. Tengo mis cosas." Actor de cine, pero que "odia la TV", Jorge fue famoso aunque "hace tiempo que no trabaja tanto". Está enfermo. Nada (de nadar). Y se inyecta. El tercer personaje de peso en Sangre del Pacífico es Charito, peruana, que deja a su hijito en su pueblo y se viene a Buenos Aires a probar suerte. Mucho no llega a probar, porque pronto le consiguen trabajo -previa cometa- en la casa de una señora mayor, algunos dirán oligarca, al menos adinerada. A Carmen (China Zorrilla) a veces se le vuelan las chapas, y le espeta un "Sos tan primitiva como las otras", cuando la echa porque cree que le robó una pulsera. Pero no la echa tanto porque sino se terminaría la película. En algún momento los personajes se cruzan, las miradas que dirige Jorge hacia la mucama son extrañas y bastará que alguien comience a explicar en palabras lo que se veía venir en imágenes para que todo, si no cierre, al menos permita entender de qué va la película. La relación entre Jorge, Sara y Charito es central en la opera prima de Boy Olmi, tanto como la intención de denunciar o al menos poner en primer plano el maltrato laboral de las mujeres. El filme incluye testimonios ficcionalizados, pero que en vez de agregar, restan, y si suman es a la confusión. No puede decirse que Olmi (que asume riegos) no se ha rodeado de gente de cine, que sabe como pocos el metier. Todos los rubros técnicos son impecables, pero donde Sangre en el Pacífico hace agua -vaya paradoja- es en el guión. No sólo por algunos diálogos, o situaciones que les toca vivir principalmente a Jorge y a Charito por separado -el personaje peruano es bastante elemental, y que le hagan decir que no sabe cómo piensan los pájaros tampoco ayuda-. Si Zorrilla está, como siempre, en su nivel, no puede decirse lo mismo de su coterráneo Delfi Galbiati como Jorge. Ana Celentano cumple y aporta su mirada y look intrigante, y Emilia Paino, la altruista de Expedición Robinson, parece más preocupada por su entonación, su voz a-la-peruana, tratando de ti, diciendo "ia" o ceviche.
La vida es sueño y mucho más también Sangre del Pacífico no convence con sus líneas argumentales, pero logra contundentes y emocionantes imágenes. En el desarrollo de Sangre del Pacífico hay tantas ideas, algunas muy buenas, otras no tanto, como imágenes interesantes, emocionantes, bellas. Claro que en este film de Boy Olmi que debuta aquí como realizador de largometraje, el problema es que unas y otras no siempre logran amalgamarse. La historia muestra a un veterano actor y director de cine (Delfi Galbiati) que, aunque enfermo, sueña con dirigir y protagonizar una última película; a su hija, una antropóloga (Ana Celentano) que además de trabajar en el Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires realiza entrevistas con mujeres que trabajan en el servicio doméstico y, por último, a Charito (Emilia Paino), una joven peruana que deja su país en busca de un futuro mejor en la Argentina. Cada uno de estos personajes tendrá su momento y luego comenzarán a cruzarse en un giro del guión que comienza bien y luego tiene demasiado de resolución telenovelesca. Claro que, más allá de la estructura del guión, lo que marca la diferencia en Sangre del P acífico son sus pasajes oníricos, esos momentos en los que el director se sube a la cornisa y se anima a utilizar el recurso del realismo mágico. Lo usa para mostrar los delirios/recuerdos del viejo realizador, los conflictos internos de su hija, y sobre todo, el viaje exterior e interior que emprende Charito. El riesgo asumido por Olmi resulta lo mejor de un film que falla cuando intenta atar todos los cabos sueltos de un relato que hubiera ganado si confiaba más en sus bellas imágenes. Una actriz Aunque el protagonismo del film está repartido entre sus tres intérpretes principales, son las actrices, especialmente Paino -en su primer papel para el cine- quién lleva adelante el costado más emocional y emocionante de la película. Mientras la historia explora la vida y las experiencias de "los de arriba y los de abajo" desde un punto de vista de clase media bien pensante, con pocos gestos Paino consigue dotar a su personaje de una profundidad conmovedora. Como en los delirios del veterano director, Olmi encontró una musa a la altura del lirismo de sus imágenes.
Licuado de obviedades La primera película del actor Boy Olmi cuenta la historia de un señor, su hija y la mucama de ambos. El primer plano anuncia el tono: metafórico. Un hombre que escribe y de cuya pluma cae lentamente una gota de tinta... roja. La historia que se escribe: la sangre del Pacífico, claro. El hombre es un viejo actor y director de cine que antes de morir se propone filmar una película inspirada en las guerras que se dieron en el proceso de la independencia latinoamericana. La historia de la mucama es la de Charito (Picky Paino, una ex Expedición Robinson), una peruana que abandona la selva para instalarse en Buenos Aires, juntar plata y mandarla a su familia, a la que abandonó. Su vida se entrelaza con la del viejo, quien queda inexplicablemente atraído hacia ella apenas la conoce. A este señor, que está enfermo, lo obsesiona alguna pasión que no es amor ni deseo sexual, y esto es el centro de la película, lo que se mantiene en intriga, pero su importancia al final es irrelevante en la trama, con lo cual todo ese misterio previo carece de sentido. A la vez, la historia del viejo y la de la mucama convergen en la de la hija de éste (Ana Calentano), una antropóloga que estudia casos de mujeres que trabajan. A través de ella, se establece un débil paralelismo entre la historia de la lucha por la libertad y algo así como la “nueva esclavitud”. Es un licuado de tópicos y situaciones extrañas, como la de un granadero o la propia Charito, personaje que está exageradamente construido como un pobre animalito indefenso que llega de la selva peruana a la selva urbana... Obvio y cansador.
Imágenes de autor El largometraje opera prima de Boy Olmi, Sangre del Pacífico, sintetiza la búsqueda artística de un director (Delfi Galbiatti) con alucinaciones épicas y del pasado personal, en un contexto social que sirve de disparador. Charito (Picky Paino), la joven peruana, empleada en su casa, desata recuerdos, culpas y la pasión de Jorge que hace del cine la excusa para desembuchar su mundo privado. La buena factura de Sangre del Pacífico pierde impacto por el exceso de líneas argumentales concentradas en el cineasta enfermo. Con Ana Celentano, China Zorrilla y la participación de l cordobés Paco Giménez en breve momento en una estancia de San Luis. Escenarios y fotografía se llevan los aplausos. “El mundo está lleno de esclavos” El actor Boy Olmi, que incursionó en el lenguaje audiovisual hace mucho tiempo como cortometrajista experimental, asume el largometraje con un guión que va abriendo historias a medida que acerca la cámara al protagonista, el cineasta obsesionado con las guerras de la independencia latinoamericana y las imágenes épicas. Para seguir el guión (de la película que quiere filmar), Jorge busca a un joven granadero que lo instruye en los lances de la esgrima. Al mismo tiempo, su hija Sara, antropóloga (Ana Celentano) registra la vida de las mucamas inmigrantes en la gran ciudad. En ese cruce de referencias se asienta el personaje de Charito, la peruana que ha dejado su hijo en un pueblo de la selva para trabajar en tierra extraña. Poco se sabe de los motivos de casi todos los personajes. Sangre del Pacífico es un fresco en distintos planos: personal y privado, onírico, laboral y social. La figura del granadero, rol que interpreta Ezequiel Díaz, surge como un nexo entre mundos, así como la silueta pequeña y diáfana de Charito, venida de otra latitud y necesidades. El actor Delfi Galbiatti compone un director afiebrado, viejo y enfermo, una especie de poeta maldito asistido por su hija. La figura romántica contrasta fuertemente con la superficialidad del personaje destinado a China Zorrilla. Esta vez la actriz no se muestra amable ni encantadora. Su perfil de patrona desconfiada revela la realidad de las empleadas domésticas que pasan por su casa. Olmi muestra de esta manera, dos posibilidades para encarar la vejez y, también, abre la puerta al contexto laboral de las chicas que deben ganar un lugar en el mundo del trabajo, lejos de sus familias y entre extraños. Olmi ha querido contar demasiadas cosas en Sangre del Pacífico, siendo, al mismo tiempo, sensible a la problemática de un artista y al conflicto social que describe. “El mundo está lleno de esclavos”, dice un personaje. Jorge, lo es de su culpa mientras Charito, como otras tantas mujeres, no pudo elegir nada mejor. La fotografía de la película revaloriza las atmósferas en esas casonas llenas de puertas y ventanas, la luz del amanecer y primeros planos de Paino. Los espectadores cordobeses, además, descubrirán a Paco Giménez, departiendo durante un almuerzo campestre, en la estancia de la señora terrateniente.
“Sangre del Pacífico” tiene la cualidad de los sueños. El director Boy Olmi juega con el carácter aleatorio de algunas escenas de su ópera prima que gira en torno a una chica peruana que llega a Buenos Aires para trabajar como mucama y un director de cine que quiere rodar una película sobre las guerras de independencia. Y además le hace lugar en el guión, también responsabilidad de Olmi, a la naturaleza caprichosa de lo onírico. Desde los primeros minutos queda claro hacia dónde apunta el relato de esas dos historias contrastantes. Charito, en una cabaña en medio de la selva, se despide de su hijo. El cineasta, en un suntuoso ambiente de Buenos Aires, intenta comenzar a escribir el guión de su, quizás, último filme. Pero lo único que cae de su lapicera es sangre. Es que la película es también la historia de varias conquistas: la de la dignidad de los personajes femeninos centrales y la de las batallas contra el pasado y el presente del protagonista masculino. Olmi eligió un camino difícil para narrar su historia y escribió un guión que intenta desafiar al espectador. El actor y director mueve sus piezas con precisión, pero las contextualiza con escenas extrañas a un relato lineal, que además lo obligó a un exigente proceso de montaje y a la utilización de diversos recursos técnicos. Así, los sueños, que irrumpen no como una explicación de la realidad sino como un complemento de los personajes, aparecen en blanco y negro, o las imágenes se superponen para mostrar el desgarro del desarraigo, o los abruptos cambios de escenario donde la nostalgia puede transformar una cama en una canoa. Detrás de lo formal —que incluye una muy lograda factura técnica y un cuidado diseño de arte— y la elección de las locaciones, se trasluce un complejo proceso intelectual, aunque la multiplicidad de temas que Olmi encara no siempre suman al relato. Algunas digresiones por momentos lo atomizan y le quitan impulso a un filme construido en base a la potencia de una idea arriesgada como lo es hablar de la forma en que lo onírico y el pasado pueden determinar el presente.
Podría marcarse una diferencia entre las películas argentinas malas que manipulan y bajan línea, y las que siendo malas no intentan convencer de algo sino que solamente se limitan a tratar de contar una historia. En el primer grupo estarían con seguridad Anita, Rodney o Nunca estuviste tan adorable, y en el segundo Toda la gente sola o Mentiras piadosas. A Sangre del Pacífico se la podría incluir en el segundo grupo. La película de Boy Olmi es un verdadero rejunte de clisés, diálogos flojos y elipsis narrativas inútiles, pero en ningún momento se intenta generar un discurso social respecto de uno de los temas que más se dedica a elaborar el guión: la vida de las mujeres que vienen a la Argentina en busca de un trabajo de empleada doméstica. El tema no solo está encuadrado dentro de ciertos límites discursivos, sino que incluso dando la palabra a los personajes marginados que padecen esa condición, nunca se llega a caer en la denuncia fácil. Más bien ocurre lo contrario: curiosamente, durante las escenas en que vemos a Sara con su material de trabajo (el personaje de Ana Celentano es documentalista y está preparando un proyecto sobre las empleadas domésticas de origen extranjero), es decir, cuando el registro de ficción se diluye y por momentos un aire documental muy fuerte se apodera de la puesta en escena (ver los testimonios a cámara y la interpretación de las entrevistadas), la película respira como nunca lo hizo antes ni hará después. Al lado de esos momentos, de tono despojado y logradamente crudo, varios momentos como la aparición televisiva de Sara o los soliloquios y las líneas pretendidamente enigmáticas de Jorge (Delfi Galbiatti) resultan todavía más acartonadas y falsas de lo que podrían haberlo sido en un principio. Es como si esas breves escenas de corte documental atentaran contra toda la estructura narrativa y actoral de la película: casi como si desde la edición se realizara un desenmascaramiento involuntario del tono impostado que domina a la ópera prima de Boy Olmi. No hay mucho más para decir de Sangre del Pacífico: apenas que su respeto para con uno de los temas que aborda y su reticencia a la denuncia políticamente correcta concuerdan con su tibieza general y su falta absoluta de nervio cinematográfico para contar una historia. Lo único para rescatar es la gracia y belleza de Charito (Emilia “Picky” Paino), que con sus gestos contenidos, miradas inseguras y acento entrecortado le brinda a la película sus únicos momentos de verdadero brillo.
Este es el primer largometraje que tiene a Boy Olmi como guionista, director y productor. Sangre del Pacífico narra la historia de Charito, una joven de origen peruano que viene a nuestro país a trabajar como doméstica, y de Jorge, un viejo artista obsesionado con la idea de filmar su última película sobre las Guerras de Independencia Latinoamericana. Sus vidas se entrecruzan y se despierta en Jorge una obsesión por Charito que lo remonta al pasado, a los recuerdos y a las nostalgias nunca superadas. Se trata en definitiva de una obra poco usual, donde se conjugan la realidad de los personajes con la sus fantasías, ensoñaciones y fantasmas. Por ello la estética empleada hace uso de diferentes recursos como el de la fotografía (en varias escenas blanco y negro), elemento fundamental para establecer diferencias espacio-temporales dentro del film. Temas como la desigualdad social, la falta de oportunidad y el racismo aparecen de fondo, reflejados en las trabajadoras domésticas (mayoritariamente extranjeras), exponentes de una nueva forma de esclavitud que se remonta a la época de las colonias y que sigue encontrando en los inicios del siglo XXI sociedades dispuestas a sostenerla solapadamente. La actuación es sin dudarlo lo más destacado: China Zorrilla, Delfi Galbiatti, Ana Celentano son algunos de los importantes nombres que se dan cita en esta película. Sin embargo, la presentación de Emilia Paino (conocida como “Piqui” en la primera edición del reallity Expedición Robinson) como Charito, es toda una revelación. Con Sangre del Pacífico Boy Olmi logra a las claras no pasar desapercibido, y pese a cierta inestabilidad narrativa, donde muchas líneas argumentales quedan sueltas y sin resolución aparente, este trabajo logra seducirnos y quedar a la espera de sus futuros proyectos.
Boy Olmi, actor y productor de larga trayectoria en el medio artístico, debuta con esta ópera prima en el rol de director. Difícil de definirla en algún género. “Sangre del Pacífico” por momentos parece un filme épico, en otros una película de aventuras para niños. Pero no es ni una cosa ni la otra. Ambientada la acción frente al mar y con una destacada participación de China Zorrilla, cuenta con muy buena la fotografía y algunos atendibles efectos especiales. El resto navega en una dirección incierta de la cual no hay una salida coherente. La gran falla de la peli de Olmi es que el guión pierde la dirección y eso hace que “Sangre del Pacífico” haga agua por todo el océano. Lástima, la intención es muy buena, pero no basta con las buenas intenciones.