Machete

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

A Dios rogando y con el machete dando

Popurrí de violencia, sexo y corrupción, Robert Rodríguez agita la coctelera y sirve un trago fuerte.

Machete es un popurrí -de violencia, sexo, gore y corrupción policial y política, con toques de comedia-, en fin, de componentes variados que como se conjugan en un solo género con semejanzas al cómic no produce distanciamiento, sino diversión.

Ya en sus inicios Robert Rodríguez era amigo de los desbordes, nutriéndose en el cine de Clase B, a veces parodiándolo -como aquí- y otras homenajeándolo, como en La balada del pistolero . Pero el director de Sin City, la ciudad del pecado unió, cosió todos los elementos antes mencionados con un hilo, para nada delgado: los problemas de la inmigración mexicana en los Estados Unidos. Y entonces cada vez que un policía (Don Johnson) o un senador (Rober De Niro) acribillen con mano propia en la frontera a alguien que quiera ingresar ilegalmente, no habrá espacio para la broma. Aunque Rodríguez se las arregle para que el combo pase como un entretenimiento, algo brutal, pero distracción al fin.

Machete Cortez (Danny Trejo, de una fiereza que asusta) lleva tal seudónimo porque es diestro con esa arma filosa. Fue policía en México, hasta que Torrez (Steven Seagal), un capo de la droga, mató a su familia y lo obligó a cruzar la frontera. Tres años más tarde, Machete es un simple obrero al que el inescrupuloso asesor del senador lo contrata para asesinarlo... o si no, lo mata. Es pura estrategia, una zancadilla para que otro matón hiera en una pierna al político, echen la culpa al mexicano y el senador sume intención de votos camino a su reelección.

Pero hay dos mujeres de origen mexicano que se cruzarán con Machete. Una es una agente de inmigración (Jessica Alba), y la otra, quien ayuda a pasar la frontera a sus compatriotas (Michelle Rodríguez). El director les ha dado un peso específico, más allá de que les haga empuñar armas, superior al de Lindsay Lohan -que se autoparodia de lo lindo-.

Lo antedicho: Rodríguez agita la coctelera y sirve un trago fuerte, con decapitaciones, desmembramientos y sangre, algo de sexo y un ritmo bien de Clase B, donde el que menos desentona es Danny Trejo. Tiene un elenco soporte que es una selección, pero ¿qué sería de esta diversión sin un tipo como Rodríguez agitando las banderas de la libertad a puro sablazo?