Gilda

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

Si usted es de esas personas prejuiciosas que cree que la música tropical es una basura indiferenciada, este film es también para usted. Es, sí, la biografía de Miriam Alejandra Bianchi, la maestra jardinera, miembro normal de clase media apenas baja de Villa Devoto, transformada en cantante primero con el nombre de Gilda y en mito cuasi religioso tras su muerte trágica en una ruta, en 1996. Es, también, cómo llegaron a existir las canciones de Gilda, que superan el género del que nacieron y son auténticos monumentos del pop local. Pero el lector sabe que esa película ya la ha visto: hace falta algo más. Y entonces tenemos el tándem Lorena Muñoz -detrás de la cámara- / Natalia Oreiro -delante. Ambas tratan de entender no quién era Gilda, sino cómo y por qué, a los treinta, pasó de ama de casa y maestra a éxito musical: crean un personaje de puro cine. La película tiene grandes hallazgos (la relación con su esposo, un correcto Lautaro Delgado; los regresos a la casa, cansada, tras el trabajo, lejos del glamour del espectáculo) y tiene la voz, el cuerpo y, sobre todo, la extraordinaria mirada que la actriz -su trabajo está más allá de todo elogio- le regala al personaje. El fanático de Gilda va a tener todo lo que busca, pero una película (ni una religión, ni un partido político) funciona si solo le habla a los fanáticos. No importa si usted solo jura por Mozart: es muy difícil no emocionarse con tanta fuerza y tanta verdad.