Arrebato (1980)

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Film de culto, vigente y moderno

Sobre Arrebato se escribieron centenares de páginas, también en relación a su director, los actores, la forma en que se hizo la película, el contexto en que se exhibió, cuando aun el cadáver del dictador Franco estaba algo caliente y todavía faltaba un año para “El Tejerazo”.

Sí, Arrebato tiene 33 años de vida y recién esta semana se estrena en cines, y no hay mejor camino que celebrar el acontecimiento. Film de culto, moderno y/o posmoderno, concebido con un presupuesto mínimo, con los jóvenes Poncela (antes de Aristarain y Almodóvar) y Cecilia Roth (exiliada en España y a poco tiempo de convertirse en chica Almodóvar) y el freak Will More, ejemplo de la movida española en versión dark, y con una construcción de guión a base del consumo de heroína, Arrebato integra un acotado grupo de películas españolas que marcaron un antes y un después en la historia del cine.
Junto a El espíritu de la colmena de Erice y Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón de Almodóvar, dos óperas primas, el único film firmado por Zulueta (creador de cortos experimentales), pertenece a esa raza de películas únicas, imposible de omitir o de pasar por alto cuando se habla de cine.
Hay una historia, la de un director de cine y su novia, jeringas varias, unos paquetes que le llegan al cineasta, un extraño personaje que puede llegar a ser (o no) el Diablo, con el poder suficiente para enloquecer a propios y extraños. Y una extraña sensación, feliz y contundente, de que Arrebato es un cuerpo cinematográfico extraño. Como fue su creador, fanático de las historietas, los fanzines de esos años y diseñador de afiches de cine. Así fue Zulueta, un tipo arrebatado por experimentar con su propio cuerpo, un creador de imágenes novedosas, un referente solitario. Hasta su muerte, el anteúltimo día de 1999 a los 66 años.