CRONICA DE UN HOMBRE SOLO No hay nada como recorrer la noche de una gran ciudad para comprender que estar rodeado de gente no necesariamente significa estar acompañado. En lo que representa su ópera primera como director, Edgardo Castro explora en La noche el camino de un héroe urbano contemporáneo: un hombre adulto homosexual en busca de afecto y compresión, pero por el trayecto equivocado, ya que todos los senderos lo conducen a la misma soledad de que la intenta huir. El protagonista es Martín, un hombre del cual no se conoce nada excepto su actividad nocturna en la city porteña. Esta ciudad es retratada por el director en su máxima expresión decadentista: un submundo dominado por las drogas, el sexo, los maltratos, la indiferencia y otros avatares que pueblan la cotidianidad actual. Este héroe venido a menos es acompañado en su trayecto por Guada, su amiga travesti, con quien no sólo comparte orgias, sino también charlas, paseos de compra, etcétera. Es interesante cómo desde la dirección y el tratamiento artístico, con sus provocativas escenas de felatios, sexo grupal y consumo de drogas, se provoca en el espectador un hastío a la sexualidad, ya que la misma no representa el goce sexual y erótico, sino una búsqueda compulsiva e inacabada de completitud, pues Martín termina sus noches con un retorno a su hogar en plena luz del día, descompuesto por el abuso de alcohol y cocaína. La marginalidad de este submundo decadente no sólo mora en las relaciones que se entablan entre los personajes, sino también en los distintos individuos que aparecen a lo largo del film: una travesti que mora en una piecita de pensión del Once; una stripper entrada en años que no puede ni bailar sólo desnudarse; adictos a la drogas que no ansían otro cosa más que consumir; o un taxi boy que denigra a sus clientes con una de las más crueles vejaciones. Del mismo modo, la marginalidad se halla en los lugares que visitan estos personajes: el barrio de Once, con sus pensiones destartaladas, llenas de humedad y abandono, los paseos de compras, los boliches improvisados en locales totalmente deshechos, entre otros. Como buen film nacional de corte independiente, La noche está repleto de los clichés más habituales de este género: el uso de cámara en mano, tomas de la nuca de los personajes -recurso explotado hasta el cansancio desde el inicio del cine moderno, recordemos los planos de la nuca de Jean Seberg en Sin aliento, de Gordard-, escenas de la vida nocturna bolichera (con el rico juego de luces que implica tal locación), planos secuencia y la utilización de sonido directo, que en este caso adquiere una rica acepción, ya que no se entiende de forma adecuada el diálogo entre el héroe y los distintos personajes con los que se va topando, lo que podría simbolizar la incomunicación que caracteriza las relaciones interpersonales en este mundo moderno, donde más que comunicarnos de manera más eficiente, en realidad nos conectamos menos con los otros. Con un relato crudo, directo y provocativo, La noche se presenta como un film que llama la atención, aunque que no presente nada nuevo. Sin embargo, la intriga que entretejen las distintas noches del protagonista, constituye un bello relato social de este mundo contemporáneo que, si bien es un tema muy tratado cinematográficamente, nunca está de más volver a abordarlo.
LA ESPERA DEL FIN DE LOS DIAS Martín Heiddeger, dentro de toda su rica propuesta filosófica, plantea la idea de que el hombre es un “ser para la muerte”. ¿Qué quiere decir con esto? El hombre vive sabiendo que va a morir, nace muriendo. Lo que no sabe es cómo ni cuándo. Sobre esta incertidumbre existencial que a todos nos aborda, trata Corazón silencioso, interesante film danés que plantea la idea de UNA muerte intervenida y controlada hasta el más mínimo detalle. La película narra la historia de una familia que vive uno de los momentos más difíciles: la irremediable noticia de que la madre del clan sufre una enfermedad terrible e incurable. Ante tal hecho, el grupo familiar aprueba que se le ponga fin a su vida de forma íntegramente pautada: la muerte de la madre tiene fecha, hora y lugar a acontecer, además de un itinerario a seguir los días anteriores al hecho. A partir de este pacto, se reúnen un último fin de semana a “celebrar” el tiempo que les queda juntos. El director Bille August sabe cómo generar, de manera sencilla y atrapante, un film profundo que habilita a reflexionar sobre uno de los tópicos existenciales que más interpela (y ha interpelado) a la existencia humana: la muerte. La muerte, misteriosa, sorpresiva, generadora de pánicos y miedos, está exonerada de tales adjetivos en esta historia, se la trata de manera (aparentemente) fría, como un paso a seguir para evitar consecuencias peores de una enfermedad irremediable. Sin embargo, aunque la película no posea escenas trágicas ni dramáticas, la melancolía y la tristeza es evidente en la adecuada composición de los personajes, quienes al mismo tiempo transmiten la alegría que les ha generado el poder decidir de qué manera serán sus últimos instantes juntos. Es decir, si nos ponemos a hilar fino, el film propone una salida utópica a uno de los grandes dilemas de la humanidad: controlar el tiempo de vida y la forma en cómo se acaba nuestra existencia. Corazón silencioso no destaca ni por su escenografía (una linda casa de clase media alta, algo lujosa y agradable de ver), ni por su montaje, ni su musicalización (que es casi nula), sino por la intriga que se va generando en este ambiente tenso, paciente, que se encuentra a la espera del desenlace que se avecina en cuanto termine ese fin de semana. Interesante ejercicio de reflexión propone esta película danesa, aunque no es de extrañar dentro de esta filmografía encontrar films profundos que aborden desde lo fílmico problemas filosóficos universales (cabe recordar a Carl Theodor Dreyer, Benjamin Christensen, Thomas Vinterberg, Lars Von Trier, entre otros).
CUANDO EL MAL ES EL OTRO La discriminación y la segregación étnica es uno de los males que ha dominado a la humanidad a lo largo de la historia y en todos sus rincones. Zaneta es una película que trata esta problemática de manera híper realista, llegando a interpelar a los espectadores con la realidad social que revela. El film narra la historia de Zaneta, una joven gitana que intenta sobrevivir en una República Checa que la expulsa por su pertenencia étnica. Esta muchacha intenta armar una vida digna junto a su pareja (David) y su pequeña hija. Ambos buscan progresar por medio del trabajo y la ayuda social de un estado expulsivo. Sin embargo, a pesar de los intentos de encontrar y permanecer en un trabajo digno, ambos protagonistas sufren una discriminación violenta y humillante. Este será el problema central del film, ya que la pareja intentará afrontar esta cruda realidad de maneras diferentes, lo que derivará en el conflicto sentimental de la película. Más allá de esta veta romántica, el film atrapa al espectador por su relato descarnado y realista (se utilizan actores no profesionales y espacios reales donde residen inmigrantes gitanos), que logra plasmar en el celuloide lo difícil que puede ser la vida del inmigrante. Vale destacar que el film casi no utiliza música extra diegética para generar atmósferas durante el desarrollo de la acción, sino que el sonido recibe un tratamiento similar al del sonido directo, lo cual aporta verosimilitud al relato de esta realidad social tan actual. Las tomas que se realizan varían desde la cámara fija, travellings y cámara en mano, lo que hace que las imágenes sean variadas y complementen la dinámica del film, que va desarrollando la historia de esta joven, quien traspasa diferentes obstáculos en su búsqueda de una vida digna. Zaneta deviene, entonces, un grato (pero triste) ejercicio para comprender la realidad social en la que vivimos inmersos a nivel mundial, donde la segregación y el miedo al “Otro”, a quien se carga de todas las culpas y todos los miedos, parece ser la excusa perfecta y el modo de sublimación por excelencia de la mayoría de los Estados.
TANGO, SILENCIO Y PALABRAS Sergio Wolf es una figura importante dentro de la cinematografía argentina actual. En sus roles de guionista, productor y director ha logrado imprimir una estampa particular en los documentales que ha dirigido. En su última producción, Viviré con tu recuerdo, realiza un diálogo con su primer documental, Yo no sé qué me han hecho tus ojos (2003). En ambos films el director evoca la figura de la gran Ada Falcón, célebre cantante de tango, que se ha hecho famosa no sólo por sus interpretaciones sino también por su melodramática (y poéticamente tanguera) historia de vida, la misma que se intenta construir a lo largo de las dos obras de Wolf. En Viviré con tu recuerdo, el director, desde una enunciación en primera persona, no sólo ofrece la reconstrucción de parte de la historia de Falcón, sino que también realiza un ejercicio meta-cinematográfico, reflexionando y evidenciando el proceso mismo de creación de un documental, con sus avatares y complicaciones. En particular, y es sumamente interesante, el film aborda una problemática específica: cómo recuperar lo perdido, en este caso no sólo la historia de quien ya no está, sino también de un elemento esencial de una película: una secuencia. La obsesión del director por recuperar el sonido de una escena que ha perdido “la voz” ocupa gran parte del documental, mostrando los diferentes artilugios de los que se valió Wolf para poder ponerle palabras a aquello que pareciera haber querido quedarse en silencio. Del mismo modo, el film expone, de manera tangencial, sugestivas discusiones intelectuales de Wolf junto con otros cineastas, donde los distintos puntos de vista y las diferentes estéticas quedan expuestos, enriqueciendo el juego de la creación de un nuevo elemento artístico. Es interesante cómo el documental, además de evocar una estética tanguera de la época de oro de este estilo, en fotogramas y a través de la banda sonora donde predomina el tema Yo no sé qué me han hecho tus ojos, también se permite inmiscuir dentro de esta estética de principio de Siglo XX elementos de la cinematografía más moderna, como tomas desencajadas, planos continuados de nucas, movimientos de cámara inesperados, generando así una rica combinación de lo clásico y moderno, en pos de una obra que no sólo permite abordar una parte importante de la cultura argentina, como es el tango, sino también reflexionar sobre el propio proceso de creación de un film.
UNA LOCURA NO TAN ALEGRE Históricamente, la cinematografía italiana siempre ha presentado films de calidad que han marcado una huella a nivel mundial, pero como nada es para siempre, en esta ocasión no es el caso. Loca alegría se presenta como una película regular desde el comienzo hasta la mitad de la historia, volviéndose más interesante en la segunda parte. ¿Por qué digo esto? Porque la película es presentada como una comedia, cuando en realidad tropieza con sus propios pasos intentando un humor espontáneo e ingenioso, resultando más atrapante y grato cuando esta pseudo-comedia se vuelve más dramática, desplegando en los personajes el peso de la narración y los efectos que la misma provoca. La historia que nos presenta Paolo Virzi expone la vida en un neuro-psiquiátrico de la toscana italiana, con los avatares que allí suceden diariamente, seguido de la huida de dos de sus pacientes, quienes buscan en su escapada encontrar algo de la paz y la “normalidad” que no lograron encontrar en aquel sitio. Las dos fugitivas son Beatrice y Donatella, ambas internadas por motivos diferentes (una por mantener una obsesiva relación con su marido y novio y la otra por padecer depresión e intento de suicidio e infanticidio), quienes logran entablar una amistad casi instantánea ayudándose una a la otra a pasar el mal trago del momento que las llevó hasta la internación. Juntas logran enfrentar sus miedos y sus obstáculos, consiguiendo una armonía parcial hacia el final del film. En su vuelta de tuerca hacia el dramatismo, la película consigue exponer situaciones de gran densidad moral y existencial, logrando conmover al espectador, quien logra de esta manera comprender un poco más a las protagonistas, ya que en la errada faceta de comedia de la primera parte, no quedan ni bien delineados los personajes, ni claro el por qué de sus historias. Además de este salvataje del guión a último momento, la película presenta un montaje repleto de paisajes de la toscana italiana, lo que lo hace armonioso y amigable de ver. Un film que pasará sin penas ni glorias pero que resulta un buen ejercicio para poder comprobar aquel postulado de la gran película de Spike Jonze El ladrón de orquídeas: un buen final salva cualquier historia.
AL RITMO DE LA FAMILIA La ficción argentina, ya sea en cine, teatro, literatura o en televisión, presenta a la familia como un tópico central en la construcción de la trama en un gran número de casos. Bien de familia, una película musical no escapa a esta regla, pero le agrega ritmo y soltura. Con una trama vista ya en reiteradas oportunidades, la muerte del padre de familia desencadena la reorganización de una familia de un pueblo del interior, en la que tres hermanos deberán acomodarse dentro del nuevo esquema familiar. En un principio, la situación se presenta como amarga y conflictiva, aflorando viejos y nuevos rencores familiares. A pesar de esto, la contada pero numerosa interrupción de la acción por la entonación de canciones por parte de los protagonistas, permite dar un respiro y un aire nuevo a esta temática ya tantas veces trabajada tanto aquí como en la cinematografía mundial. Explotando las bonitas postales que un pueblo del interior puede presentar, con sus callecitas de barrio bañadas por el sol, con puestas poéticas vistas a través de un gran campo verde, la fotografía del film se compone de forma artísticamente adecuada, ya que no abusa de lo estético del lugar, sino que sabe usarlo en su justa medida. Lo mismo sucede con las canciones: las mismas no componen en sí la parte más importante del film, sino que sirven como monólogos interiores de los personajes, ayudando a expresar aquello que ellos mismos no pueden o no se animan a decir. Los personajes principales por antonomasia son el trío de hermanos, Olivia, Victoria y Marcos, acompañados por personajes secundarios (Ernestito, Clarisa y la tía paterna) que los ayudarán a encontrar aquello que buscan o la realización personal de cada uno. Las interpretaciones son pertinentes a la finalidad del film, que es entretener, no sobresaliendo ninguna por sobre las demás. Es interesante como el tratamiento del tema central del film -cómo seguir después de la muerte del “jefe de familia”-, atenuado por la música, termina manifestándose con la naturalidad con que la muerte podría ser tomada, siendo un paso más en el devenir de la vida. Este fallecimiento permite reparar viejos rencores y traumas infantiles, además de acortar las distancias con otros sectores de la familia. Gracias a la música, los personajes encuentran la liberación y su verdadero camino, abriéndose paso hacia el futuro y cortando con el pasado.
AMOR EN LOS TIEMPOS DE GUERRA La guerra y las relaciones amorosas han sido desde los comienzos de la ficción y especialmente de la ficción cinematográfica, fuente de temas y tópicos explotados hasta el hartazgo. Bajo el sol no escapa, aún en el 2016, de tal tentación. La película ofrece un amor reversionado en tres momentos históricos que atraviesan la guerra acontecida entre Croacia y Serbia entre 1991 y 1995. Con la misma pareja protagonista en los tres relatos (Tihana Lazovic y Goran Markovic), el tríptico desarrolla diferentes relaciones íntimas que se establecen en las distintas partes del film, donde todas conllevan la tragedia y el sufrimiento debido mayormente a que, en las parejas protagonistas, él es croata y ella serbia. En la última tentativa de relación amorosa se da la excepción, dado a que se juega con la dinámica de final abierto, dejando esperanzas de que aquel pasado signado por la guerra y el desencuentro varíe hacia un futuro mejor. Es destacable el tratamiento estético que el film presenta debido al trabajo con la luz. Marcados claro-oscuros realmente artísticos, juegos de iluminación metonímica, le permiten a Bajo el sol una belleza tal que permite llenar aquellos huecos que una historia tan trillada puede albergar. Asimismo, la puesta en escena en la que predominan tanto tomas de paisajes naturales como de la destrucción dejada por la guerra, es digna de subrayar, porque también dotan a la película de un filtro artístico estético rico para el espectador; lo que al mismo tiempo, a ojos de quien escribe, le permite salvar la ausencia de planos secuencias, movimientos de cámara, entre otros recursos formales. La música funciona de manera correcta como telón de inicio y de cierre de cada historia, pero la misma no es utilizada ni diegética ni extradiégeticamente a modo de refuerzo de las interpretaciones, sino que el film se vale de un “sonido directo”, que si bien permite una coherencia entre actuaciones y entorno bélico donde se sitúan las historias, por momentos llena a la película de silencios “vacíos”, aquellos que no aportan a la construcción de la trama y que pueden llegar a volverla algo aburrida (que dura dos horas y que tranquilamente podría durar poco más de una hora). Del mismo modo, se rescatan las actuaciones tanto de la pareja de protagonistas como de Nives Ivanković, quien en el papel de madre en dos de los relatos presentados, sabe transmitir la represión de una sociedad sitiada por la violencia o la impotencia de quien ha perdido lo más querido en la guerra. Estos tres actores, a través de la expresión de sus gestos y de la motricidad de sus cuerpos, explicitan la carga emotiva de los personajes, por eso abundan los primeros planos y los planos detalle ayudados por la iluminación, resaltando los sentimientos que surgen de la situación de desolación en la que se hallan sumergidos los personajes en los tres relatos.
EL HOMBRE Y LA PALABRA Ejercicio de memoria, investigación histórica y política, militancia por los derechos humanos, la libertad artística y de expresión, son algunos de los ejes que plantea SC. Recortes de prensa, el documental realizado por Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain. Mezclando los testimonios realizados a importantes periodistas en ejercicio durante la dictadura militar llevada adelante entre los años 1976 y 1983 en Argentina (como Osvaldo Bayer, Catherine Soriano, Carlos Gabetta, Oscar “el Chino” Martínez Zemborain, Miriam Lewin, Fernando Ferreria y Gino Lofredo), imágenes de archivos de discursos del ex presidente de facto Jorge Rafael Videla, así como también postales de los arrestos y razias llevadas a cabo por las fuerzas armadas, el documental intenta en primera instancia reconstruir la atmósfera en que se llevaba a cabo la tarea periodística durante aquellos años negros de nuestra historia, donde la censura, la autocensura y el miedo reinaba por doquier. Desde la palabra de los testimonios directos de los protagonistas del periodismo de denuncia llevado adelante en ese momento, el film nos permite conocer y experimentar desde la primera persona a qué riesgos y obstáculos se enfrentaban los periodistas, cómo habían logrado sindicalizarse años antes a la dictadura y cómo fueron perdiendo derechos con el advenimiento del gobierno de la junta militar. Dentro de esta atmósfera de represión y terror, varios periodistas obligados al exilio en Europa, lejos de desentenderse de la situación, se solidarizan y se comprometen a la denuncia de las masacres perpetradas por parte del Estado argentino. Además, se proponen la inmensa tarea de hacer conocer “la otra historia”, aquella verdad que ocurría en las calles y que los medios hegemónicos cubrían con noticias falsas, esos mismos medios que concebían el sistemático método por parte del Estado de ataque hacia los denominados subversivos, como simples enfrentamientos donde se “abatían” extremistas. Desde Francia y con un total de cuatro números editados (de noviembre de 1979 a julio de 1980), el periódico Sin censura logró marcar un camino definido estética e ideológicamente desde el ámbito gráfico, camino ya establecido desde la protesta social de organismos como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, de denuncia y explicitación de la situación política y social ocurrida en nuestro país. Se pondera en S.C. Recortes de prensa el predominio de la palabra directa de los protagonistas que vivieron el contexto anteriormente explicitado, dejando de lado la acostumbrada voz en off que se suele utilizar en los documentales. Los distintos espacios desde donde los entrevistados relatan sus historias, son todos diferentes entre sí, lo que permite una identificación entre los mismos y los hablantes. Las imágenes de archivos que van mechando los relatos sirven como soporte visual de lo relatado, al mismo tiempo que afianza lo documental del film, permitiendo llevar adelante lo mismo que pretendía el diario Sin censura: presentar la otra historia, la que en aquellos años se silenciaba.
LA CULTURA COMO REPRESION DE LOS DERECHOS Rara, película chilena (co-producción con Argentina) dirigida por Pepa San Martín e interpretada en sus papeles principales por Marina Loyola, Julia Lubbert, Agustina Muñoz, y Emilia Ossandon, comienza con la presentación de una familia integrada por una pareja homosexual (Paula y Lía) que convive con las hijas de Paula (Sara y Catalina). En el desarrollo de la rutina de esta familia, en las pequeñas acciones más cotidianas, se va incrementando la problemática (y la tensión) dramática que el film aborda: el cuestionamiento social a la comunidad homosexual y en particular, cuando la homosexualidad “trastoca” uno de los puntos fundamentales del imaginario social latinoamericano: la familia (tradicional y conservadora). El punto de vista desde el cual se narra la película es el de la hija mayor de la familia, Sara, una niña de 13 años que asiste al colegio y a clases de vóley. En ambos espacios al igual que en la casa del padre, Sara vive en carne propia los prejuicios que la sociedad introyecta en las minorías, en este caso a la comunidad gay, lo cual ni ella ni sus compañeras logran entender: para ellas no tiene nada de malo que dos mujeres se besen y se quieran. Esta diferencia generacional expresada desde la perspectiva de la tolerancia, refleja cuan anticuados y anacrónicos son muchos de los basamentos desde donde se estructuran la mayor parte de las sociedades actuales. Sara disfruta la vida en su casa materna, donde es escuchada, respetada y donde se imparten los límites necesarios a las niñas de su edad. Ella no vive esa connotación negativa que “los de afuera” le imparten como juicio de valor a su familia. Un ejemplo de esto es que ella está distraída porque le gusta un compañero del colegio, pero el director del colegio, cuando la llama para dialogar sobre este tema, le expresa que entiende que su “situación particular familiar” la puede estar perjudicando y le recomiendan a la madre que le proporcione un apoyo psicológico. Tales planteamientos de parte de la sociedad llegan a un límite tal que se bajara desde el padre, la posibilidad de quitarle la tenencia de las niñas. Desde el punto de vista técnico, se valoran una puesta en escena realista, filmada en espacios reales, provistos de una iluminación natural que le otorga algo de documental a la ficción presentada. Del mismo modo se ponderan los largos planos secuencia, donde el dinamismo y el efecto de filmación en tiempo real, refuerzan la sensación documental, anteriormente explicitada. También se ponderan las cámaras subjetivas, ancladas en el personaje portavoz del punto de vista (Sara), lo que permite enfatizar lo absurdo de tales planteos y enjuiciamientos que la sociedad realiza. Dichas herramientas técnicas que enfatizan la hibridación de géneros, la ficción y el documental, permiten problematizar aún más esta temática social tan actual en nuestros tiempos, tanto en Latinoamérica como en el mundo, al mismo tiempo que permite ensalzar que la historia esté inspirada en el caso real de la jueza chilena Karen Atala, quien en 2003 fue demandada por su ex marido ante los tribunales por la tenencia de sus hijas, ya que según él sus hijas no podían estar al cuidado de su madre por ser lesbiana y convivir con su pareja. Atala no ocultó su elección sexual y la Corte suprema de Chile decidió quitarle la tenencia de sus hijas acusando dos argumentaciones realmente lamentables: que la convivencia con una pareja homosexual podía “traerles” problemas emocionales a las niñas y que al mismo tiempo las exponía a una vulnerabilidad social, ya que no tendrían “la misma familia” que sus compañeros de colegio. Ante tal aberración y violación de derechos, Atala resolvió denunciar al Estado chileno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por atentados graves a los Derechos Humanos de las personas, entre otros el derecho a la igualdad y la no discriminación. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró admisible la denuncia en agosto de 2008 y tras dos años de espera, en 2010 se reconoció la discriminación sufrida tras ser apartada de sus hijas. En el informe final, del 18 de diciembre de 2009, la comisión recomendó a Chile “reparar integralmente” a Karen Atala por haberse vulnerado su “derecho a vivir libre de discriminación”. Recomendable ejercicio de memoria de los derechos por largo tiempo vulnerados, vale la pena recordar que el film fue estrenado en el Festival de Berlín llevado a cabo en febrero de este mismo año, con aplausos del público y buenas críticas. Para ver y reflexionar.
DE MUJERES, AMISTAD Y SECRETOS Nuestras mujeres, película realizada en 2015 y estrenada este año en la Argentina, se presenta como una comedia más de las tantas producidas desde el viejo continente. No por ello, no resulta efectiva y atractiva para pasar un grato momento. El film narra la historia de tres viejos amigos, que deciden pasar una noche de juegos, ocasión que les permite salirse de la rutina en la que se encuentran inmersos gracias a sus trabajos, sus ocupaciones y… sus mujeres. El tópico sentimental de los conflictos amorosos será el eje central desde donde se construirá la trama, la intriga y efecto de comicidad de la cinta. Al mismo tiempo, esta temática permite repensar los diferentes estereotipos de pareja que circulan en el inconsciente colectivo de una comunidad: el matrimonio tradicional (y aburrido), la pareja que nunca se casa sin hijos, y aquellos “maduritos” que se casan con alguien joven en pos de impresionar a sus pares. La película se desarrolla casi en su totalidad en la casa de uno de los tres amigos, Max, donde se rescata una hermosa puesta en escena de un departamento en el centro de París (por la ventana y muy de cerca se ve la torre Eiffel) y en la que se focalizan las paredes llenas de discos de vinilo que posee dicho personaje. Esto no sólo se podría encuadrar dentro del estilo vintage dominante en este último tiempo, sino que también resulta un elemento fundamental para construir la caracterización de los personajes y a su vez, una forma de comunicación y de manifestación de la interioridad de los personajes. Los únicos momentos que no trascurren dentro del departamento, son aquellos donde se representan las diferentes posibilidades que los personajes barajan, ya que la acción principal de la película es reconstruir un supuesto asesinato. Estos cortes en la linealidad de la acción principal de los personajes permiten reconstruir el estatuto de personaje de uno de los amigos, Simón, quien en la mayor parte del film se encuentra inconsciente y por lo tanto su caracterización nos llega a través de los otros dos personajes. Se destaca la actuación de Daniel Auteuil, reconocido actor del cine comercial francés contemporáneo. En esta oportunidad explota la verbalización rápida, la exacerbación de los estados anímicos, pasando de la calma a la desesperación casi instantáneamente (se recomienda enfáticamente la película El placard, donde Daniel Auteuil y Gérard Depardieu realizan una exquisita comedia donde se problematiza la cuestión de géneros y lo laboral). Entretenida comedia, sencilla, disfrutable para pasar un buen momento y sobretodo en este fin de semana extra large.