Rescate en Entebbe, de José Padilha Por Jorge Bernárdez En 1976 y en el marco de una situación que podríamos caracterizar como conflictiva -la humanidad siempre está metida en algo así, piensen que en el Paraíso era pocos y un hermano terminó matando a otro-, un avión con pasajeros de origen israelí fue secuestrado y obligado a bajar en Uganda. La situación lo tenía todo, secuestradores terroristas europeos que apoyaban la causa palestina, Idi Amin el dictador sanguinario y estrafalario de la época, una nación que no negocia con terroristas y antecedentes más o menos cercanos cómo los de Munich en 1972. La liberación de aquellos rehenes por parte de un comando del ejercito israelí fue una de las noticias de aquel año. Dos años después llegó a los cines con un elenco de estrellas una película dirigida por Irvin Kershner que celebraba aquella operación militar con Charles Bronson encabezando aquel reparto. El tiempo ha pasado, la humanidad sigue a los tiros particularmente en algunas zonas del planeta y el cine vuelve sobre aquella historia con una película que acá se titula como aquella de 1978 -pero que en realidad se llama “Siete días en Entebbe”- y que por supuesto no tiene el tono triunfal de aquella. El centro de la escena no está ocupado esta vez por las cabezas militares de aquel rescate, sino en un la pareja de secuestradores que comanda el operativo. Dos alemanes, uno editor de libros revolucionarios interpretado por Daniel Bruhll y una activista cuya hermana era miembro de Baader Meinhof, la conocida agrupación autora de diferentes atentados interpretada por Rosamund Pike, comandan el grupo que secuestra el avión, secundados por dos palestinos comprometidos de lleno con la lucha, que por otra parte no terminan de entender qué hacen esos dos europeos abandonando su vida de comodidades para meterse en una lucha que no les debería importar. Rescate en Entebbe es una película correcta, que gana mucho cuando abandona a los rehenes y a los secuestradores para narrar los entretelones políticos de la decisión del Estado Israelí al momento de armar el comando que va a entrar a sangre y fuego en Uganda para liberar a los ciudadanos secuestrados. Cuando se concentra en la trama política, el director José Padillha (RoboCop, Tropa de elite, Ônibus 174), patina con algunos momentos pretenciosos, que no se entiende demasiado que tienen que ver con la trama de la película. Cine político de baja intensidad, algo de reflexión forzada y una película que tanto Brühl y Pike tratan de cargarse al hombro, aunque claro, no alcanza. RESCATE EN ENTEBBE 7 Days in Entebbe. Reino Unido/Estados Unidos, 2018. Dirección: José Padilha. Guión: Gregory Burke. Intérpretes: Daniel Brühl, Rosamund Pike, Eddie Marsan, Ben Schnetzer, Nonso Anozie, Mark Ivanir, Juan Pablo Raba, Denis Ménochet, Kamil Lemieszewski, Brontis Jodorowsky. Producción: Michelle Wright, Kate Solomon, Ron Halpern, Eric Fellner, Liza Chasin y Tim Bevan. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 107 minutos.
La desaparición, de Constantin Popescu Por Jorge Bernárdez Un par de veces al año llega un ovni a las pantallas de cine y se gana un lugar sólo por la fuerza de sus imágenes y de su relato. La desaparición es uno de esos objetos no identificados. Un relato cotidiano, casi costumbrista que va virando a una historia inquietante y que termina acorralando al espectador y a sus creencias. En el comienzo una familia tipo (mamá, papá y dos hijos) nos muestran su vida cotidiana y las relaciones entre ellos. Al rato los chicos van al parque con el padre y van pasando los minutos y lo que parece un día más y sin golpes de efecto ni música de John Williams, va mostrando un costado inquietante y ominoso. Tras un largo plano secuencia sin ninguna clase de virtuosismo, uno de esos momentos del cine en que ni pensamos que hay alguien manejando la cámara ni alguien dándole indicaciones al que maneja la cámara. Cuando la tensión casi es insoportable para el espectador pasa lo que estaba en el aire, desaparece del parque la hija del matrimonio y comienza la segunda parte de la película, que es el tema de la denuncia en la policía y la investigación de lo que pudo haber pasado. De allí en más y con extrema destreza Constantin Popescu elabora un relato sólido sobre la bomba que termina siendo dentro de esa familia la desaparición de la hija, la investigación, las historias que van quedando al descubierto y los efectos en cada uno de los integrantes del grupo familiar. Todo en La desaparición es contundente y las actuaciones de los dos padres de la niña, Bogdan Dumitrache y Iulia Lumânare, son los puntales de una película que no puede dejar de verse y que en cada una de sus vueltas de guión, le apunta al centro del cerebro del espectador y lo pone ante la perspectiva de apoyar decisiones muy discutibles de los protagonistas, sobre todo cuando inician la investigación ya separándose de lo hecho por la policía. Frente a los tanques de la época y poco menos que acorralada en unas pocas salas se encuentra esta propuesta rumana (una robusta cinematografía a descubrir) que lejos de intentar salvar al universo, apenas trata de retratar lo complicado que es vivir el día a día y ser consecuente con las propias ideas. LA DESAPARICIÓN Pororoca. Rumania/Francia, 2017. Guión y dirección: Constantin Popescu. Intérpretes: Bogdan Dumitrache, Iulia Lumânare, Constantin Dogioiu, Stefan Raus y Adela Marghidan. Fotografía: Liviu Marghidan. Distribuidora: Mirada. Duración: 152 minutos.
Yo, Sandro, de Miguel Mato Por Jorge Bernárdez Contar con las entrevistas de Sandro y filmaciones de sus giras permite pensar que Yo, Sandro podría ser un documental total sobre uno de los grandes mitos de la canción en la Argentina. Sandro de Parque Patricios al mundo, Sandro el hombre que fue nuestro Elvis, el que provocó que se lo censurara y lo acusaran de pornográfico por sus movimientos lascivos de pelvis, el que compró un boliche llamado “La cueva” y se transformó en cierta forma en el mentor de una generación que después fue la base de lo que se conoció como rock nacional. Sandro fue eso y mucho más y el documental apenas alcanza para mostrar algo de todo eso, porque no es que falten cosas pero el final deja con ganas de más. Uno puede entender que se imprima el mito y que se mantenga oculta la vida que el propio Roberto Sánchez se encargó de mantener oculta, que apenas aparezca una referencia sobre el cigarrillo cuando el mismo dice que aceptar es primer cigarrillo que le ofrecieron diciéndole “tomá y hacete hombre” fue el mayor error de su vida, pero hay mucho metraje de cada una de sus películas y opiniones que no aparecen. A cambio de eso aparece José Luis Rodriguez contando cómo una telenovela en la se usó “Mi amigo el Puma” cambió su carrera y un momento glorioso en el que Sando cantó en el Madison Square Garden y se escucha a Cacho Fontana presentándolo de manera triunfal para la transmisión vía satélite a toda América. Una hora y diez minutos de Sandro en pantalla, una muestra de su carisma desbordante aunque estaría faltando un análisis que vaya más allá de la leyenda conocida. YO, SANDRO Yo, Sandro. Argentina, 2018. Dirección: Miguel Mato. Intérpretes: Carlos Portaluppi, Daniel Valenzuela, Celeste Geréz y Patricia Rojo. Distribuidora: 3C Films Group. Duración: 72 minutos.
Los Vengadores: Infinity War, de Anthony y Joe Russo Por Jorge Bernárdez Oolvídense de toda la parte de negocio que encierra el asunto de las sagas y de la pelea empresarial entre Marvel y DC y traten de meterse en Avenger Infinity Wars con el espíritu de que vana a vivir una gran aventura. Es más, piensen en cuando eran chicos y leían las revistas de historietas e imaginen que se van a meter en el comic ideal donde se cruzan personajes de distintas historias para una aventura muy especial contra un villano que es el villano más malo de todos los villanos. Esta nueva entrega de The Avenger empieza inmediatamente después del final de la película Thor: Ragnarok que había dejado al hijo de Odin junto a a su hermano Locki y Hulck, llevando a su pueblo a una nueva tierra. Aquella película en lo que ya es un clásico de Marvel, adelantaba que los fugitivos se cruzaban el espacio con algo enorme. La continuidad muestra a la nave destruida y a Thor junto a sus compañeros luchando contra Thanks que busca unas piedras preciosas que conforman un juego que unido le otorga un poder inmenso al poseedor. Dos de las piedras están en la Tierra y en poder de dos de los Avenger. Lo que cuenta Infinity War es como los Avenger vuelven a unirse para impedir que Thano se quede con ese conjunto de piedras y de las digamos que en el camino, se juntan con la troupe de los Guardianes de las Galaxia ” que se suman de manera protagónica a la lucha. Anunciada como el crossover de los crossover, la nueva película es la mejor de esta nueva etapa de Marvel y desde ya, vayan sabiendo que se viene una segunda entrega porque claro, el final de Avengers: Infinity War porque el final deja un montón de interrogantes y no resuelve nada. Por todo lo anterior, vayan a la cine y entréguense al placer de dos horas y media de gran espectáculo. AVENGERS: INFINITY WAR Avengers: Infinity War, de Anthony y Joe Russo. Intérpretes: Chris Evans, Robert Downey Jr., Mark Ruffalo, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Josh Brolin, Tom Holland, Chris Pratt, Tom Hiddleston, Benedict Cumberbatch, Gwyneth Paltrow, Elizabeth Olsen. Distribuidora: Buena Vista Disney. Duración: 156 minutos.
Perdida, de Alejandro Montiel Por Jorge Bernárdez Perdida es el debut cinematográfico de Louisiana Lopilato cómo protagonista absoluta es una gran producción, en cuya base se encuentra la novela policial de la periodista Florencia Etcheves “Cornelia”, que es un best seller para el mercado local. Habría que leer la novela para saber cuánto quedó del texto original pero eso no es realmente importante, porque ya se sabe que un libro llevado al cine pierde y gana cosas lo guionistas y el director se ven metidos en el ejercicio de encontrar lo verdaderamente cinematográfico en cualquier novela, ya sea “Crimen y castigo” o “Cornelia”. Hay un grupo de chicas que en el pasado viajó al sur y que vivió una situación traumática que fue la desaparición de una de las integrantes del contingente. Catorce años después, la madre de la desaparecida aun hace misas en la fecha del aniversario y las amigas no se ven demasiado. Una de ella Manuela “Pipa” Pelari (Lopilato) se especializa en buscar chicas perdidas y lo primero que se ve en la película es uno de esos rescates. Enseguida nos enteramos que estamos sobre la fecha aniversario y que la protagonista está invitada a la misa en memoria de su amiga. A partir de allí los acontecimientos se aceleran y claro, Manuela vuelve al pasado para desentrañar que pasó con su amiga Cornelia. La historia reúne elementos que son un claro signo de los tiempos que corren, tráfico de personas, empoderamiento y sororidad de las protagonistas. Desgraciadamente el misterio no es demasiado difícil de dilucidar. Si el suspenso no funciona demasiado, hay que decir que alrededor de la protagonista muere casi todo el mundo. El elenco funciona bien y como ya hemos dicho los rubros técnicos responden al nivel de producción que es alto. Así que hayq ue decir que si bien la previsibilidad es la norma para ir acomodando los múltiples cierres, el loable la voluntad de realizar un policial de la industria, un género que mejorará a medida que se produzcan más películas. PERDIDA Perdida. Argentina/España, 2018. Dirección: Alejandro Montiel. Guión: Alejandro Montiel, Jorge Maestro y Mili Roque Pitt. Intérpretes: Luisana Lopilato, Amaia Salamanca, Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado, Oriana Sabatini, Julián Serrano, María Onetto, Carlos Alcántara, Pedro Casablanc, Sara Sálamo. Producción: Mili Roque Pitt, Cindy Teperman, Matías Levinson, Axel Kuschevatzky y María Luisa Gutiérrez. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 110 minutos.
Rampage: Devastación, de Brad Peyton Por Jorge Bernárdez David Okoye (Dwayne Johnson) y George son amigos. George es un gorila albino al que David rescató de cazadores furtivos el mismo día que el simio vio a los cazadores masacrar a su madre. Ahora George vive en una reserva salvaje en Wyoming y es el amo de la manada, sabe relacionarse con David a través del lenguaje de señas y tiene hasta un extraño sentido del humor. Una noche cae del cielo un satélite de investigación y los fragmentos incluyen un material de investigación secreto cuyo efecto sobre George es hacerlo crecer y modificarle el carácter. Así, el bonachón gorila albino se transforma en salvaje y en pocas horas crece en pocas horas y gana en fortaleza. La investigación genética es un trabajo en las sombras llevado adelante por uno de los tantos contratistas del sistema de defensa del Estado y detrás de ella hay muertos y negocios turbios. Así que enseguida va aparecer una agencia del gobierno a ver que está pasando pero claro, el manejo de los burócratas y del ejército carece de sutilezas y el protocolo exige la eliminación del gorila infectado y la limpieza de todo el asunto. Okoye es un experto en simios que no sabe mucho de relaciones humanas y tiene una relación estrecha con el gorila transformado ahora en un animal decididamente peligroso. La película no sabe de sutilezas, la acción es mucha y rápidamente entran es escena otros animales infectados y la necesidad de la empresa culpable en rescatar el material genético cómo sea, así que además de los soldados que tratan de acabar con la situación, aparecen mercenarios que trabajan para la empresa. Hay mucha acción, destrucción y sorpresas. Rampage es divertida, es verosímil para el espectador y tiene a Dwayne Johnson en plena forma. Clase B de monstruos, bastante humor y exceso de efectos especiales. Ideal para ver con una gaseosa y olvidarse de todo, al menos durante la película. RAMPAGE: DEVASTACIÓN Rampage. Estados Unidos, 2018. Dirección: Brad Peyton. Intérpretes: Dwayne Johnson. Jeffrey Dean Morgan, Malin Akerman, Joe Manganiello, Naomie Harris, Jake Lacy, Marley Shelton, Matt Gerald. Duración: 107 minutos.
Mazinger Z Infinity, de Junji Shimizu Por Jorge Bernárdez Mientras en los cines los robots de Gigantes del Pacífico (claramente inspirados en Mazinger Z), dan su batalla en la pantallas, llega la película del dibujo que inspiró a Guillermo del Toro para iniciar esa franquicia. A cuarenta y cinco años de la creación de Mazinger, una nueva generación de cineastas y de artistas de la animación están dispuestos a que jovenes conozcan al pionero de la lucha de robots manejados por seres humanos. Mazinger Z Infinity no solo es el iniciador de esa idea sino que además es el padre del animé y el manga. Hoy quizás sea algo más común y menos complicado de entender que el villano sea a la vez hombre y mujer y en verdad quizás esa ese el menor de los problemas que presenta la filosofía de estos personajes que Go Nagai, en parte un recurso para explicar al Japón post Hiroshima y Nagasaki. El robot de Mazinger lucha en un mundo en el que la energía parece no ser un problema gracias a que se ha descubierto una solución para el reemplazo de las energías tradicionales, diez años más tarde de la última guerra por la energía vuelve el profesor Infierno para querer ejercer su plan de dominación y Koji Kabuto, que ya lo había vencido diez años antes, debe abandonar su posición cómoda de científico para luchar nuevamente. La película tiene el espíritu original, el colorido característico el animé y algunos personajes un poco incomprensibles como las tres robots femeninos que en algún momento lanzan bombas que salen de sus pechos. La música característica de estos dibujos suele ser el heavy metal japonés y esta remake tiene una banda de sonido que no se aparta ni un milímetro de la tradición. La apuesta es curiosamente clasicista, respeta a rajatabla las reglas del juego y el colorido y el clima guerrero es lo que sobresale en Mazinger Z Infinity. Habrá que ver si las nuevas generaciones están dispuestas para recibir el mensaje de resiliencia y esperanza que Go Nagar ideó para el Japón de la década del setenta. MAZINGER Z Mazinger Z. Japón, 2017. Dirección: Junji Shimizu. Guión: Takahiro Ozawa. Intérpretes: Shôtarô Morikubo, Ai Kayano, Sumire Uesaka, Toshihiko Seki, Ami Koshimizu, Junpei Morita, Unshô Ishizuka, Keiji Fujiwara, Hiroyuki Miyasako, Romi Pak. Producción: Gô Nagai. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 95 minutos.
Ready Player One, de Steven Spielberg Por Jorge Bernárdez Suele ocurrir con algunas películas que el proceso que llevó a su filmación es casi tan apasionante como el resultado, al menos para los que seguimos el mundo del espectáculo en alguna de sus ramas. Cuando el libro Ready Player One todavía no había sido editado, ya estaba en marcha el proceso que terminaría en la realización de la película, por lo que la producción que hoy llega a las salas llevó años de producción. No es la primera vez que Steven Spielberg se hace cargo de una adaptación, pero parece que esta vez fue algo así como la frutilla del postre que se venía preparando entre distintos actores de la industria. El asunto es que cuando Spielberg recibido el libro y el respectivo guión adaptado, le llevó muy poco tiempo decidirse en sumarse al proyecto como director y productor, porque Ready Player One resulta fascinante y para el creador de la mayoría de los eventos culturales que aparecen en esa historia, fue un desafío imperdible. En el documental que HBO estrenó hace unos meses sobre el director, se cuenta lo que pasó cuando se metió en la producción de Jurassic Park y al mismo tiempo un técnico de la empresa de George Lucas avisó que había logrado un gráfico realista y que por ahí servía para lo que Spielberg necesitaba. Resulta que de ahí salió la primera película que puso en la pantalla imágenes digitales que nos hicieron aceptar a todos que podían verse a los ya extintos dinosaurios corriendo por una pradera en la isla Nublar donde un millonario excéntrico había logrado hacer nacer dinosaurios en el siglo veinte. En cierto sentido los que fuimos a las salas de cine fuimos afortunados y tuvimos una experiencia irrepetible, semejante a la de los espectadores de aquella película que mostraba la llegada de un tren a una estación y provocó que algunos saltaran de las sillas cuando el cine era una experiencia más cercana a una feria popular que a una sala teatral. Ahora en otro siglo, Spielberg vuelve a sorprender, se mete en una historia que se desarrolla en el futuro y que transcurre en dos escenarios diferentes: la vida tal como la conocemos en un plano y la realidad virtual transformada en una vida paralela, donde la mayoría se vuelca para hacerse cargo de su avatar y ser algo distinto a lo que es realmente. Pero algo sacude el universo del mundo virtual, el creador del mayor juego de todos y del lugar donde todo el mundo maneja su avatar ha muerto y ha dejado un legado único, una serie de pistas para un juego que hay que solucionar y el que logre, descubrir el enigma será el nuevo dueño de Oasis -así se llama el escenario de ese juego virtual-. El mundo real donde vive el joven Wade Owen Watts es deprimente y hostil por eso él y la mayoría prefieren entrar en Oasis y pasar allí varias horas del día, por otro lado, el juego que dejó el creador de ese mundo, James Donovan Halliday (interpretado por el extraordinario Jack Ryalance), tiene ahora un premio especial, así que una y otra vez Wade se transforma en Perceval y busca descifrar las pistas. Claro, en el camino descubrirá cosas y la película se abrirá a distintas lecturas sin abandonar el ya por todos reconocible camino del héroe. Hay en Ready Player One un héroe y su consabido grupo de amigos que se irán sumando en cada nueva etapa, además del consabido interés amoroso: Samantha Evelyn Cook cuyo avatar se llama Art3mis es más decidida que el protagonista y su intereses parecen ser bien concretos. El resto del grupo irá apareciendo a cada paso y por supuesto terminará siendo un verdadero grupo de inadaptados. Mientras Wade va aprendiendo que no puede ni vale demasiado la pena ganar solo, del otro lado está el enemigo que es un ex cadete de la Corporación que maneja todo, que subió en la estructura empresarial y que se muestra dispuesto a todo con tal de no permitir que el manejo de Oasis quede en manos de cualquiera. Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn) es el nombre del villano que participará con su propio avatar, metiéndose en Oasis para interferir y perseguir a Wade y sus amigos. Con más de setenta años Spielberg logró en apenas unos meses estrenar una película reflexiva como The Post y otra de entretenimiento puro como Ready Player One. Primero se dio el gusto de trabajar con dos estrellas como Meryl Streep y Tom Hanks para luego, poner en pantalla actores jóvenes cómo Tye Sheridan y Olivia Cooke y contratar a Simon Peg. Por si fuera poco, dijo en alguna de las notas que rodar Ready Player One le hizo recordar lo mucho que se divertía haciendo cine pensando en quienes nos sentamos en la platea. Spielberg está afilado y con fuerza, lo que significa que aún quedan historias para ver en la pantalla de la mano y la cabeza de uno de los grandes directores de la historia del cine, esa es una buena noticia para disfrutar en el mundo real, que es donde vale la pena que pasen las cosas. READY PLAYER ONE Ready Player One. Estados Unidos, 2018. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Zak Penn y Ernest Cline. Elenco: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, T.J. Miller, Simon Pegg, Mark Rylance, Lena Waithe, Win Morisaki, Hannah John-Kamen, Susan Lynch. Producción: Steven Spielberg, Kristie Macosko Krieger, Dan Farah y Donald De Line. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 140 minutos.
Un viaje en el tiempo, de Ava DuVernay Por Jorge Bernárdez Una arruga en el tiempo” es una novela publicada en 1962 y para la época resultó una verdadera sorpresa, por su mezcla de física cuántica, relato de iniciación y un toque místico que hoy se puede calificar de New age aunque para el momento en que salió la novela, era más que un toque de modernidad, más bien podría decirse que el cóctel era bastante excéntrico. Lo cierto es que Un viaje en el tiempo se mete en el mundo de ese libro y trata de trasladar toda esa mezcla a la pantalla. Un científico desaparece un día y nadie sabe bien qué es lo que estaba investigando. Su hija crece hasta ser una adolescente con bastantes problemas y que sufre bullying por parte de sus compañeras. Guiada por su hermano menor, nacido en el mismo momento en que el padre de ambos se perdió, la chica iniciara una especie de viaje metafísico de la mano de la señora Cuál (Oprah Winfrey), la Señora Qué (Reese Whisterpoon) y la Señora Quién (Milly Kallyng). A partir de ese momento, se ven en la pantalla imágenes realmente impresionantes que parecen salidas de esas tarjetas de moda con frases de Khalil Gibran, Picasso o Budha de la década de los setenta. Los personajes mencionados se pasean por la pantalla con un vestuario caro y extravagante y sus actuaciones bordean lo vergonzoso, digamos que también aparecen en situaciones bastante bochornosas Zach Galifianakis y Michael Peña. La filosofía es ramplona, las actuaciones bastante insoportables y nada se entiende demasiado. Tratar de meter en ese fárrago de situaciones, ideas de física cuántica y meditaciones orientales hace que todo naufrague y el espectador se sienta por momento invadido por cierta piedad hacia los actores que se metieron en ese baile. Es una película llena de buenas intenciones, imágenes melosas pero con poco cine. UN VIAJE EN EL TIEMPO A Wrinkle in Time. Estados Unidos, 2018. Dirección: Ava DuVernay. Intérpretes: Storm Reid, Oprah Winfrey, Reese Witherspoon, Mindy Kaling, Gugu Mbatha-Raw, Michael Peña, Zach Galifianakis, Chris Pine y André Holland. Guión: Jennifer Lee, basado en la novela de Madeleine L’Engle. Fotografía: Tobias Schliessler. Edición: Spencer Averick. Música: Ramin Djawadi. Distribuidora: Disney. Duración: 109 minutos.
Invisible, de Pablo Giorgelli Por Jorge Bernárdez Estrenada el mismo día en que las mujeres ganaban la calle y ponían en el centro de la vida pública una agenda de necesidades, Invisible tiene mucho para decir al menos de alguno de esos puntos. Ely es adolescente, está terminando la escuela secundaria, tiene una madre postrada que claramente no puede salir de una cuadro depresivo y ha dejado de trabajar, así que es Ely la que mantiene la casa en la que viven, un departamento donde ni siquiera tiene su propio cuarto. Así que la chica trabaja y estudia, su trabajo es en una veterinaria donde todo es rutinario y en el colegio que está terminando le hablan de cuestiones más bien lejanas, cómo los husos horarios y los organismos de crédito internacionales que someten a los países a planes económicos de ajuste. Todo le resulta ajeno y un poco inextensible a Ely, que mantiene una relación con un hombre mayor y que ha quedado embarazada. No tiene a nadie con quien pueda hablar en serio del tema aunque tiene claro que no quiere tener ese hijo. El Estado no la ayuda y cuando va a interesarse por el tema le dicen que a esa altura sólo le queda tener al bebé y darlo en adopción. La película avanza sin detenerse y sin cargar las tintas sobre lo que le pasa a la protagonista, interpretada por Mora Arenillas, una actriz que hay que tener en cuenta porque lo que logra en esta película es asombroso. No necesita mucho más su director, Pablo Giorgelli (Las Acacias), que seguir a Ely a través de una Buenos aires para nada amable, que se transforma por mérito de la cámara en protagonista secundaria de la dura y solitaria vida de Ely que transmite la angustia de una adolescente que no tiene a nadie realmente de de confianza para decidir lo que realmente debe hacer con ese embarazo. Vale la pena acercarse a esta historia para ver una una película que conmueve sin necesidad de golpes bajos y que no da lecciones de nada. INVISIBLE Invisible. Argentina/Uruguay/Brasil/Alemania/Francia, 2017. Dirección: Pablo Giorgelli. Elenco: Mora Arenillas, Mara Bestelli, Diego Cremonesi, Agustina Fernández, Paula Fernández Mbarak y Jorge Waldhorn. Guión: Pablo Giorgelli y María Laura Gargarella. Fotografía: Diego Poleri. Música: Pedro Onetto. Edición: María Astrauskas. Dirección de arte: Ailí Chen. Sonido: Edson Secco y Martín Litmanovich. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 86 minutos.