Una invasión de cuestiones mal llevadas La rebelión es la cuarta película del director estadounidense Ruper Wyatt, conocido por haber dirigido El planeta de los simios: Revolución (2011), la primera de la luego después trilogía liderada por Matt Reeves. El nuevo proyecto de Wyatt (que también está escrito por él) nos lleva al género de la ciencia ficción mezclado con el suspenso. Una invasión extraterrestre, dos bandos, una ciudad y un debate político acerca de lo que se cree que se debería hacer con estos seres que ya van instalados en la Tierra ya hace unos 10 años y que forman parte de las decisiones de estado. Una de las historias que la película nos “tratará” de contar es la de Gabriel (Ashton Sanders) y Rafe (Jonathan Majors), dos hermanos que perdieron a sus padres cuando eran muy jóvenes en el primer contacto de los extraterrestres y que ya de adultos, Rafe, lidera la resistencia en contra de estos seres malignos. En cambio, Gabriel trata de pasar desapercibido trabajando en una fábrica y no involucrándose en nada que tenga que ver con la política. Otra de las historias a la par de los acontecimientos es la del detective William Mulligan (John Goodman), un hombre solitario que cuando no está vigilando los movimientos de Gabriel, se encuentra con Jane (Vera Farmiga) una prostituta de los barrios más pobres que siempre está cuando William necesita compañía (ya que ambos formaron un cierto vinculo personal y sentimental). El gran problema de la película es que la cantidad de historias que se quieren contar se van volviendo en un punto demasiado. Y al querer cerrarlas a todas bien, lo único que logra es que el film se estire más y más y resulte densa y aburrida. Además que la dupla de hermanos no dan una actuación muy memorable. Tiene ciertas cosas destacables como la introducción de la muerte de los padres de Rafe, algunas escenas con una buena dosis de tensión y suspenso o la fotografía de Alex Disonhof pero no deja de ser una película demasiado larga, que le sobran varios minutos y con actuaciones pobres. Ni John Goodman, Vera Farmiga o el final que le quisieron dar logra dejar a este film como algo sólido y aceptable.
Una despedida a la medida Y finalmente llegó el día… Un ladrón con estilo es la película en la que el reconocido actor Robert Redford decide retirarse del mundo del cine. La película está escrita y dirigida por David Lowery, donde lo hemos visto recientemente en la película independiente A Ghost Story (2017). Redford personifica a Forrest Tucker, un famoso ladrón, amable y encantador, que junto a sus compañeros Teddy (Danny Glover) y Waller (Tom Waits) van robando bancos de distintas ciudades de EE.UU sin poder ser interceptados por la policía. Todo cambia para Forrest cuando, por una maniobra suya para no ser capturado, se detiene a ayudar a una mujer con su auto a un costado de la ruta. Aquí conoce a Jewel (Sissy Spacek) una mujer totalmente distinta a él y a su estilo de vida, que con su tranquilidad y su historia, logra a cautivar a Forrest. Mientras ocurren los múltiples robos, el detective John Hunt (Casey Affleck) va detrás de cada paso de esta particular banda sorprendiéndose al escuchar solo cosas buenas de los testigos que pudieron intercambiar palabras con este carismático ladrón. La película es una gran sorpresa, ya que cada línea que la conforma esta brillantemente ejecutada. La estética de los años ’70 y ’80 está muy bien en cada detalle, ropa, autos y hasta en el hilo conductor del film. Desde que comienza hasta que finaliza sentirás las influencias de Westerns y películas de ladrones antiguas que van recorriendo la trama, y que van transformándola y amoldándola. Párrafo aparte las actuaciones de Sissy Spacek, Casey Affleck, Danny Glover y Tom Waits. Cada uno en su rol logra destacarse e imponer su propia impronta. Algo que era muy importante para que la película sea totalmente disfrutable y también para mimar a Redford en este último paso por el mundo del cine. Un ladrón con estilo es una gran película muy nostálgica, que te hace empatizar con la mayoría de los personajes y que logra ser la despedida perfecta para un hombre que le dio mucho al séptimo arte y que no se merecía menos.
El pasado buscando venganza Maligno es una nueva propuesta de terror traída por el director Nicholas McCarthy, quien ya había dirigido El pacto (2014) y que ahora llega con una idea un poco más elaborada donde aborda algunas cuestiones mucho más interesantes. La historia gira en torno a Miles, un niño que desde muy temprana edad empezaba a presentar una inteligencia superlativa en relación a los años que tenía, pero que le costaba socializar con otros por algunos problemas de personalidad. Llegado ya a los 8 años todas sus actitudes extrañas y malvadas encuentran una explicación, al descubrir que su cuerpo había sido poseído por el alma de un asesino serial. Una idea que nos rememora a los tiempos de clásicos como Chucky: El muñeco diabólico (Child’s Play, 1988). De aquí se va tratando un tema muy bueno a profundizar que es la idea de la reencarnación, ya que Miles nace justo en el mismo momento en donde el criminal decide suicidarse antes que lo atrape la policía. Y así su color de ojos tan particular es el mismo, y todas las fechorías que sus padres no lograban explicar de su hijo, encuentran una causa siniestra. Todo este conflicto de la reencarnación de este ser maligno en el pequeño ya lo conocemos en los primeros 15 minutos de la película. Y de ahí nada más veremos cómo se nos quiere seguir contando la historia y lo más importante es como deciden terminarla, y es aquí donde comenzamos a ver los errores. Con el correr de los minutos veremos en pantalla como Miles pasa de ser un niño normal a ser todo un maestro de la persuasión cuando es poseído por el asesino, ingenioso pero no lo suficientemente potente como para poder causar terror. Repito, hay buenos momentos de tensión y suspenso dignos de un thriller pero climax de horror nunca llega a crearse. Lo más destacado por lejos es la actuación de Jackson Robert Scott, donde ya lo habíamos visto en IT personificando a Geogie y aquí lo volvemos a ver en un proyecto ligado al terror, donde tiene un abanico de actuación y de guion más extenso y valorable. Maligno trae buenos elementos a la mesa para hablar, y eso es muy respetable en las cintas de terror de estos tiempos pero que aún con eso y con la buena actuación de Jackson, no te deja ninguna sensación de miedo y eso es lo que buscan los espectadores de este tipo de género.
La fuerza de la culpa y la moralidad Kaveh Nariman es médico forense, tiene un accidente automovilístico con un motociclista y lesiona a su hijo de 8 años. Se ofrece a llevar al niño a una clínica cercana, pero el padre rechaza su ayuda. Un día al llegar al trabajo se encuentra con un cadáver que le resulta muy familiar… La decisión fue la película elegida por Irán para competir por el Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera, luego de que haya hecho su debut en el Festival de Venecia, llevándose los premios a Mejor Director Y Mejor Actor. Este se trata del segundo largometraje del director iraní Vahid Jalilvand. La película en los primeros 10 minutos de comenzada, ya nos mete de lleno en el conflicto central, un hombre que va conduciendo por una ruta, atropella por error a una familia que iba viajando en una pequeña motocicleta. Un niño de 8 años (que iba arriba de la moto con sus padres y su pequeña hermana) resulta herido de un golpe fuerte en la cabeza. El conductor del auto les explicara que él era doctor y que los atendería rápidamente en algún hospital, pero el padre de la familia afectada decide rechazar su propuesta y seguir viaje sin detenerse en ningún lugar. Todo vuelve a la mente del doctor Kaveh cuando, entre unos cadáveres que tenía que examinar en su trabajo, encuentra el del pequeño niño de 8 años, que según la autopsia había fallecido por envenenamiento, aunque él sabía que podría haberse tratado realmente por el golpe que había sufrido esa noche por su culpa. De aquí en adelante veremos las luchas internas del protagonista, por decidir si querer dejar todo como está y no arriesgarse a perderlo todo o ir detrás de la verdad para el consuelo de esa humilde familia y también el de su consciencia. Jalilvand construye un film sólido, intrigante y lleno de cuestionamientos morales que pondrá al espectador en un juicio donde todos formarán una opinión al respecto de lo que tendría que hacer el doctor. Una gran propuesta cinematográfica que logra una incomodidad brutal pero que a la vez te deja pensando en algunas cuestiones de la moralidad y los juicios de valores sociales.
Buscando el sentido de todo Este proyecto se trata del primer largometraje de ficción del director Alejandro Rath. Anteriormente había realizado ¿Quién mató a Mariano Ferreyra?, un documental que recibió un gran reconocimiento ya que obtuvo nominaciones a los Premios Sur y a los Premios Condor por Mejor Documental. Alicia nos trae la historia de Jotta (Martín Vega), un hombre militante del movimiento político de izquierda que debe cuidar a su madre Alicia (Leonor Manso) ya que sufre de cáncer en sus etapas terminales. Debido a esta situación límite, Jotta se sumergirá en un viaje de conocimiento religioso para tratar de buscar algunas respuestas. Toda la historia de la película está inspirada en la vida real del director Alejandro Rath y su relación con su fallecida madre. Todas las secuencias de descubrimiento de fe del protagonista están muy bien llevadas e interpretadas por Martin Vega, quien logra una gran actuación y me parece la gran revelación de la película. Ya que aunque el personaje principal es totalmente ateo, igualmente quiere tratar de creer en algunas de esas distintas formas de concebir la religión, para así darle fuerzas a Alicia pero también para que le expliquen porque una enfermedad como esa atacaba a gente inocente como su madre. El trabajo de Leonor Manso obviamente es impecable y logra darle a su personaje esa pizca de picardía para poder empatizar con ella y no por lo que está sufriendo sinó por su personalidad tan especial. Patricio Contreras también está muy bien en sus escenas y además pudo contar también con su hija Paloma Contreras entre el reparto. La película puede resultar muy depresiva y triste por el tema que trata pero que gracias a las secuencias que el personaje de Martín Vega realiza como ir caminando a Luján, visitar comunidades judías o templos evangélicos, se hace mucho más amena. Como así también la labor actoral de todo el cast y el final que me parece muy apropiado.
La justicia tiene cara de mujer En concordancia con el día de la mujer llega a todos los cines el estreno de La voz de la igualdad. La película retrata la vida de Ruth Ginsburg (Felicity Jones), una prestigiosa abogada que logra una revolución muy importante en contra de la discriminación a la mujer en los años ’70. El film comienza con una gran decisión cinematográfica, donde vemos planos de un mar de hombres trajeados subiendo unas largas escaleras y la figura de la protagonista imponiéndose entre ellos, como dando entender que se estaba adentrando en un mundo en el que no era para nada bienvenida en esos tiempos. Al tratarse de una biopic, la película llega por todos los clímax conocidos en este tipo de proyectos. Aquí la narración es cronológica y vemos a la joven Ruth ingresar a la Universidad de Harvard para estudiar derecho y que luego por varios problemas por su condición de género, no llega a trabajar de socia en ninguna firma y termina siendo profesora en una universidad. El film cuenta con una gran actuación de Felicity Jones, que con el tiempo se va convirtiendo en una actriz con un rango muy versátil de actuación. El que también está bien es Harmie Hammer, quien personifica al esposo de la protagonista, aunque por momentos da la sensación que pudo haberle dado más a su personaje. Con el correr de los minutos la historia de Ruth te va atrapando más y más, si es que no conoces con detalle su vida. Pero comete varios errores de repetición de momentos innecesarios y también puede resultar abrumador escuchar reiteradas veces términos de derecho si no estás familiarizado en el tema. Sin contar que llegado a cierto lugar de la trama, más te vale que no te hayas levantado para ir al baño porque habrá algunos nombres específicos que tendrás que recordar para no perderle el hilo a la historia. Aunque sin lugar a dudas, lo más destacado es la escena final en la corte. El discurso poderoso que la protagonista les dice a esos jueces de la suprema corte es increíble y evidencia el maltrato que el género femenino tiene que lidiar en el ámbito laboral como también en el simple hecho de no poder caminar por una calle en libertad. La voz de la igualdad es una película que estaría muy bien que todo el público vea, tanto hombres como mujeres, pero que si le exigimos desde el lado del cine tiene algunos errores comunes que no la hacen una propuesta excelente a fin de cuentas. La voz de la igualdad es una película fuerte, esperanzadora y necesaria en los tiempos que vivimos.
Con la angustia a cuestas Luego de la divertida Noche de perros llega el segundo largometraje del director Nacho Sesma, Con este miedo al futuro, una película que da un giro de 180° a su anterior trabajo y nos mete de lleno al género dramático. Aquí conocemos la historia de Leo, un profesor universitario que luego de una separación y algunos problemas financieros va por la vida sin motivación alguna y cargado de depresión. Hasta que un día conoce a una de las alumnas más interesantes de su clase y con el correr de su relación, ella le transportará un poco de la luz que le hacía falta en su vida. Lo más interesante y resaltable de esta película, es la narración y la química entre los actores. Desde que comienza hasta que termina, la vida de Leo (aunque sea muy insignificante y rutinaria) siempre logra mantener al espectador identificado en al menos una de las cosas que va viviendo el protagonista, ya que todos hemos pasado una situación similar. Y todo muy bien transitado con momentos de humor muy puntuales y naturales para nada forzados, que dieron forma a esta historia. Y lo que hace que la película sea bien vista finalmente es la química que Facundo Cardosi y Ailín Salas compartieron en pantalla. Cada escena donde sus personajes interactúan pareciera que no hubiese una cámara y que solo fuese una conversación entre amigos o algo más. Es un punto muy destacable del film ya que se basa en las relaciones humanas. Los momentos límites de bajeza, incertidumbre y desesperanza que transita Leo son muy bien trabajados por Cardosi, que con los planos cortos en su cara deja ver un gran trabajo actoral digno de seguir de cerca en futuros trabajos. Con este miedo al futuro es un drama muy bien logrado, con situaciones diversas bien transportadas a la pantalla y que te deja con un gran sabor de boca ya finalizada la película. Muy buen salto del director Nacho Sesma a un género del que sabemos no es habitué. Con este miedo al futuro es una película con una narración tan ligera y buena que sorprende.
Una historia conocida por todos en estos días Arabia es una película que tuvo un gran recorrido en festivales antes de que llegue a las pantallas de su propio país. En el año 2017 formó parte de la selección oficial de largometrajes del BAFICI y también del Festival de Rotterdam, en donde logró una gran aceptación. El film de los directores João Dumans y Affonso Uchoa cuenta la historia de André, un chico que vive en un barrio industrial de Brasil y que luego del accidente de uno de los trabajadores de una fábrica de aluminio cercana, debe ir a la casa del hombre a buscar algunas de sus pertenencias. Al llegar, descubre un cuaderno donde estaban escritas las memorias y anécdotas del que ahora conocemos como Cristiano. A partir del descubrimiento de estos escritos, la película da un revés de relato y se convierte en un rememoramiento de la vida de Cristiano acompañado con su voz en off. Así se va formando con el correr de los minutos en un film con tintes de “Road Movie”, donde vemos a el personaje recorrer muchas veces las rutas haciendo dedo y trabajando en cualquier lugar donde le den la posibilidad y también encontrando el amor. La fotografía de Leonardo Feliciano por momentos logra crear muy buenas secuencias visuales, donde las sombras y las luces van siendo parte de la narración. João Dumans y Affonso Uchoa de esta forma quieren contar la vida de una persona que sufre la crisis social y económica de Brasil, y así van dándole a Arabia la categoría de película política. Hay muy buenos pasajes donde el protagonista va dejando reflexiones interesantes acerca de la vida, el amor o la creencia de las religiones pero ya llegando a la conclusión no llega a un puerto donde el producto final sea visto como algo que perdure en el tiempo, ya que te deja con gusto a poco y que pudo haber sido abordado muchísimo mejor Arabia, como aclaré, es una historia conocida por todos en estos tiempos que estamos viviendo. Donde la pobreza y la explotación laboral es moneda corriente en estos días pero como Cristiano deja en claro, igual a la vida hay que vivirla porque hay mucho que aprovechar de ella. Arabia es una historia acerca de una persona común y corriente, que evidencia la situación política y social de América Latina. Reveladora.
La confianza y lealtad sobrevalorada Llega una nueva película de Gabriel Drak (La culpa del cordero) con la dupla actoral de Juan Minujín y Néstor Guzzini. Dos grandes amigos, Perro y Gordo, viven en un pueblo perdido de Uruguay llamado “Pueblo Grande” y llevan una vida sin preocupaciones, con ideas de escribir un guion para una película y adentrándose al tráfico de la marihuana. Pero todo se sacude con la llegada del inspector Chassale (Ricardo Couto) a la policía del lugar, que fue corrido de su cargo luego de que su jefe también se haya quedado con su mujer. Minujin y Guzzini por momentos quieren crear una química actoral tales como la de Simon Pegg y Nick Frost en las películas de Edgar Wright como Shawn of The Dead: osea, dos vagos, despreocupados y desaliñados, pero que finalmente no logran ser esa dupla cómica a la que apuntaba la película. Lo que pasa con Los últimos románticos es que la primera parte de la película es verdaderamente aburrida, las situaciones chistosas son sobreactuadas y recién en la segunda parte logra repuntar con el conflicto central pero que no llega a equilibrar la propuesta a un lugar bueno, ni siquiera con esos plottwist que se quisieron contar. Lo más destacado es la banda sonora con ese tono Western realizada por Gustavo Pomeranec y algunas decisiones de fotografía, lo demás es simplemente cuestionable ya que aunque la dirección de Drak no fue mala, su guion se cree mejor de lo que es. Esperemos que lo próximo de Gabriel Drak sea una propuesta mucho mejor abordada ya que esta comedia no tiene casi nada de situaciones graciosas o aceptables, pero sí tiene detalles muy bien realizados que sabrán mejorarse aún más en el futuro.
El amor y dolor más profundo ¿Cómo acompañar y tratar de salvar a tu hijo de 18 años que está sufriendo una adicción sin control a las drogas?. Felix Van Groeningen (Alabama Monroe) dirige una película muy emocional basada en la historia real de David Sheff con su hijo Nick Sheff, con la fuerte presencia actoral de Steve Carell como el padre y con la gran promesa de estos últimos tiempos, Timothée Chalamet, como el atormentado joven. En el inicio de la película ya comenzamos viendo en un primer plano sin cortes al personaje de Carrrell, diciendo que quería contar una historia a un prestigioso diario, ya que él era un escritor freelance, y cuando le preguntan ¿sobre qué? El responde “Sobre mi hijo Nick Sheff” con un gran pesar en su mirada. Y así le va comentando que su hijo sufre una terrible adicción a la metanfetamina, marihuana, cocaína y otras drogas. Así mediante flashbacks vamos conociendo un poco más la relación tan cercana de padre e hijo que habían formado con el tiempo, con una infancia del joven condicionada con una separación y de múltiples despedidas con su padre para que así pueda ver a su madre también. La película llena de golpes bajos emocionales, nos retrata a un padre tratando de reconocer a la persona que alguna vez fue su hijo; una persona donde había depositado sueños como recibirse de la universidad o crear una familia. Pero en vez de tener un futuro prometedor, se encontraba sumido en una fuerte adicción a las drogas más mortales conocidas. Aquí podemos resaltar el gran trabajo de Steve Carell, que logra transmitir la angustia, rabia e incertidumbre que el personaje va atravesando de una manera excelente. Hay una escena crucial en la película donde él está hablando de una manera diferente a la que lo venía haciendo con su hijo sobre sus adicciones, que de verdad logra romperte el corazón y que además tengas o no tengas hijos te hará sentir lo que es atravesar un momento como ese. Lo de Timothée Chalamet es para párrafo aparte la verdad, ya que su actuación es impresionante. Luego de su exitoso papel como Elio en la película Call Me By Your Name, aquí regresa a traernos otra performance increíble, donde logra conservar su carisma y frescura pero que a la vez nos hace creer y sentir los demonios que está atravesando su personaje. Tiene un par de escenas muy buenas y nos hace ver lo difícil que es para un adicto salir de ese mundo aunque recurra a la rehabilitación. La ida y venida de los flashbacks por momentos le resta bastante a la narración de la película, y por eso tal vez la sentirás un poco estirada y también con falta de ritmo. Ese es el gran error de esta propuesta, se podría decir, porque a veces te hace creer que está por finalizar pero de repente viene un recuerdo y vuelve a introducirnos en aspectos ya contados de la película. Sacando eso, Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo, es una película importante para que los jóvenes de hoy en día la vean y pueda ayudar a que puedan evitar involucrarse en ese tipo de actividades, y además se trata de una propuesta cinematográfica con actuaciones apabullantes con un Carell y Chalamet impecables. Llevate pañuelitos porque los vas a necesitar. Una increíble, emocionante y cruda historia de vida real traída al cine con actuaciones impecables. Steve Carrell y Timothée Chalamet logran una química actoral brillante.