Los últimos románticos

Crítica de Emiliano Silva - Cinergia

La confianza y lealtad sobrevalorada

Llega una nueva película de Gabriel Drak (La culpa del cordero) con la dupla actoral de Juan Minujín y Néstor Guzzini. Dos grandes amigos, Perro y Gordo, viven en un pueblo perdido de Uruguay llamado “Pueblo Grande” y llevan una vida sin preocupaciones, con ideas de escribir un guion para una película y adentrándose al tráfico de la marihuana. Pero todo se sacude con la llegada del inspector Chassale (Ricardo Couto) a la policía del lugar, que fue corrido de su cargo luego de que su jefe también se haya quedado con su mujer.

Minujin y Guzzini por momentos quieren crear una química actoral tales como la de Simon Pegg y Nick Frost en las películas de Edgar Wright como Shawn of The Dead: osea, dos vagos, despreocupados y desaliñados, pero que finalmente no logran ser esa dupla cómica a la que apuntaba la película.

Lo que pasa con Los últimos románticos es que la primera parte de la película es verdaderamente aburrida, las situaciones chistosas son sobreactuadas y recién en la segunda parte logra repuntar con el conflicto central pero que no llega a equilibrar la propuesta a un lugar bueno, ni siquiera con esos plottwist que se quisieron contar.

Lo más destacado es la banda sonora con ese tono Western realizada por Gustavo Pomeranec y algunas decisiones de fotografía, lo demás es simplemente cuestionable ya que aunque la dirección de Drak no fue mala, su guion se cree mejor de lo que es.

Esperemos que lo próximo de Gabriel Drak sea una propuesta mucho mejor abordada ya que esta comedia no tiene casi nada de situaciones graciosas o aceptables, pero sí tiene detalles muy bien realizados que sabrán mejorarse aún más en el futuro.