X-Men: Apocalipsis

Crítica de Emiliano Andrés Cappiello - Cinemarama

Fiesta de graduación

X-Men: Apocalipsis viene a concluir la segunda trilogía de películas de los mutantes y lo logra con honores. Con Primera generación, Matthew Vaughn revivió la franquicia, en ese momento bastante devaluada tras el fracaso de las agredidas X-Men: La batalla final (inmerecidamente, porque tropezaba pero no era la caída que acusan) y Wolverine: Orígenes (merecidamente, porque era un desastre), remontándose al origen del grupo titular. Viendo que sus chicos crecían sin él, Singer volvió en Días del futuro pasado. Si Primera generación reiniciaba el mito, Singer utilizaba algunos truquitos temporales en la secuela para conectarlo con la trilogía original al mismo tiempo que limpiaba la pizarra para nuevas aventuras que no estuviesen obligadas a terminar en el mismo puerto.

X-Men: Apocalipsis, entonces, cierra esta trilogía fundacional. Los mutantes tienen que entregar la tesis, y esto significa enfrentarse al mutante primigenio, el primero y el más malo de todos, el Apocalipsis del título. La película de Singer utiliza este mutante original obviamente como antagonista súper poderoso, pero principalmente para cerrar la saga fundacional justamente explotando el tema de los mitos, su importancia y su creación. Adorado desde el Antiguo Egipto, en una secuencia inicial excelente que es toda una gran aventura contada en diez minutos, En Sabah Nur (como le dicen los amigos) despierta en los 80 y busca retomar el foco de atención. La lucha de los mutantes abandona el plano político de las anteriores para volverse sobre su propia esencia. Ya sin ataques a presidentes ni discusiones de leyes, el relato se enfoca en la épica de los héroes y sus orígenes a pura aventura. Con una estructura perfectamente organizada, circular, donde cada personaje tiene su viaje personal y relevancia dentro de un relato mayor, llena de enormes secuencias humorísticas, musicales, dramáticas y épicas (la de Quicksilver, la del bosque, la de los misiles, la inicial), el film entiende y aprovecha el poder simbólico, metafórico e icónico de los héroes y su espectacularidad. X-Men: Apocalipsis es una película con héroes y sobre el cómo y el por qué de los héroes. Singer realiza su film más reflexivo (que incluye un chiste-golpe a Ratner) y ambicioso, con una escala de destrucción Emmerichiana, al mismo tiempo que proclama su cariño infinito por los personajes que ayudó a crear.

Si bien el final anuncia un nuevo sinfín de posibilidades y futuras entregas con la nueva generación de mutantes (algunos más históricos, como Lawrence y Jackman, ya anunciaron su retiro de la franquicia), X-Men Apocalipsis, sumamente entretenida y sabiamente autoconsciente, es un cierre perfecto para la saga.