X-Men: Apocalipsis

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Cerca de la evolución

La nueva película de los X-Men está dirigida con ritmo y originalidad, pero no escapa de la estandarización de las películas de superhéroes.

X-Men Apocalipsis es la cuarta película de superhéroes que se estrena en el año y todavía quedan dos más. 2016 contará en total con seis; en 2015 hubo apenas tres. Y la cantidad no parece hacer mella en la taquilla: Capitán América: Civil War ya lidera la recaudación mundial con apenas dos semanas en cartel, el tercer lugar de Batman vs Superman: El origen de la justicia es agridulce pero sería exagerado hablar de fracaso, y el quinto lugar para Deadpool sin dudas superó las expectativas.

La estandarización del género repercute en los análisis de cada película. Siento que me repito, que es la cuarta vez en el año que voy a decir lo mismo. Hay algo que no se puede negar: cada película forma parte de un mismo gran universo, más allá de que haya distintas franquicias, más allá de Marvel o DC, de los distintos directores y productores. Hasta sus diferencias se parecen, como dijo alguien.

Dentro de este panorama, las películas de los X-Men son quizás las más interesantes e imaginativas. No hay un productor amo y señor que estandariza y achata todo como Kevin Feige en el Marvel Cinematic Universe; y después de que el talentoso Matthew Vaughn se hizo cargo de X-Men: Primera generación, la franquicia dejó atrás el caos y se encaminó a una prolijidad que no es sinónimo de homogeneidad. Se podría simplificar así: las películas de los X-Men son películas de directores y no de productores.

En el caso de X-Men Apocalipsis, esto ya se puede ver desde la primera secuencia: la grandilocuencia tan cara a estas películas tiene matices, tiene un plan; el mundo se derrumba al ritmo de la música; las imágenes, si bien repletas de CGI -batalla perdida-, tienen texturas marcadas. Bryan Singer sabe que no basta con poner en un mismo plano a Xavier y a Magneto, que no alcanza con tirar abajo edificios y pirámides: es un director de cine y se nota.

Pero claro, la película no deja de ser una más de superhéroes. En este caso el villano es el Apocalypse del título, el primer mutante, que despierta luego de siglos para destruir el mundo. Y Charles Xavier tendrá que evitarlo, y Magneto cabalgará entre el bien y el mal. Y vuelven algunos mutantes, y aparecen algunos nuevos. Y hay un tercer acto de destrucción masiva y de mutantes contra mutantes. Y hay una escena después de los créditos que funciona como un adelanto de la próxima película de la serie.

Singer perdió la oportunidad de darle a su película un mood ochentoso, como sí tuvo una onda sixties la Primera generación de Vaughn. Se adivina la intención con “Sweet Dreams (Are Made of This)” de Eurythmics (aunque parece querer emular a la gran escena de Quicksilver en Días del futuro pasado) y con los protagonistas saliendo de ver El regreso del jedi. Pero falta el ambiente.

Algunos dicen que las películas de superhéroes son películas “multigénero”. Tienen algo de romance, algo de aventuras, algo de comedia, algo de suspenso. También se puede decir que pertenecen a un género nuevo. Sea como sea, y volviendo a los datos de la taquilla, da la sensación de que estamos en la prehistoria de esta nueva cosa. Todavía las películas no logran ser libres dentro de las reglas propias. Hay algunos intentos: Deadpool y Guardianes de la galaxia cumplen con todas las reglas y a la vez son bien distintas.

El productor y guionista Simon Kinberg dijo que la próxima película de los X-Men tendrá como protagonista a Wolverine y será “muy diferente, tendrá un tono de western”. El director va a ser James Mangold, que ya dirigió la anterior película de Wolverine (Wolverine: Inmortal) pero que además fue el responsable del gran western El tren de las 3:10 a Yuma.

Ya que las películas de superhéroes, pese a la repetición, no parecen estar agotándose, queda el anhelo de que se liberen, jueguen un poco más dentro de sus reglas y coqueteen con otros géneros. La taquilla acompaña: tanto a Deadpool como a Guardianes de la galaxia les fue muy bien. En TV ya está sucediendo: Gotham (Fox) es un police procedural, Daredevil (Netflix) es un policial negro y Jessica Jones (Netflix) es un thriller psicológico. Las tres son distintas, las tres tienen éxito.

Quedan dos este año: Escuadrón suicida y Doctor Strange: Hechicero supremo. DC y Marvel. Warner y Disney. David Ayer y Scott Derrickson. Ojalá sean diferentes y me obliguen a escribir algo distinto. Ya lo dijo Charles Xavier: “La mutación es la clave de la evolución”.