Winter: el delfín 2

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Culto a la amistad y con asidero real

El filme inspirado en la historia de Winter, el delfín sin cola, da continuidad al relato de 2011 y maravilla.

Winter es un delfín nariz de botella que fue rescatado tras haber caído en una trampa para cangrejos, en Florida.

Recibido en el Clearwater Marine Aquarium de esa ciudad, este mamífero acuático perdió su cola a pesar de los esfuerzos de los veterinarios, pero un reconocido médico traumatólogo aceptó el desafío de construirle una prótesis especial que salvó su vida.

Hace cerca de tres años, Charles Martin Smith dirigió Winter, el delfín, película inspirada en los hechos y protagonizada por la musa.

Su secuela, la "2", da continuidad a aquella popular historia, para contarnos que Winter ya no es el delfín alegre de otros días. Anda de mal humor, no quiere comer ni jugar, y rehúye salir de su piscina.

En busca de respuestas, se arriba al hecho de que, aunque los humanos alrededor le prodigan mimos a granel, le hace falta compañía de su misma especie.

Apenas 30 días tienen los responsables del cetáceo para encontrar la solución. La esperanza llega con otra delfín rescatada. Bautizada, por lo que representa, con el nombre de Hope, la pequeña delfín tendrá que hacer su propia adaptación al nuevo medio, a los humanos y a su par, a quien deberá aprender a conocer y querer para que ambos puedan vivir y permanecer en el acuario.

Cálida, luminosa, un culto a la amistad, Winter 2 se convierte en un nuevo espectáculo que maravilla por la cuota de realidad que muestra en pantalla.