Whiplash: Música y obsesión

Crítica de Maru Manson - Toma 5

"Whiplash: Leyenda de Pasión"

¿En qué momento de la vida la pasión por algo deviene en obsesión? ¿Cómo podemos distinguir una de otra? ¿Es remotamente posible? Éstos son solo algunos de los interrogantes que la sinfonía cinematográfica del novato Damien Chazelle, “Whiplash: música y obsesión” propone al espectador mientras compone en la pantalla una historia tan tensa como atrapante.

“Whiplash” es un proyecto que comenzó en 2013 cuando su guionista y director, produjo un corto del mismo nombre que, luego de haber realizado algunos ajustes en materia de guión, logró transformar en su pieza maestra.

La película se centra en la vida de Andrew Neiman (interpretado por Miles Teller), un joven baterista y estudiante del prestigioso conservatorio neoyorkino Schaffer, y la relación amor/odio que entabla con uno de los docentes de esa institución: el enigmático Terence Fletcher (un brillante J.K Simmons).

Todo comienza cuando Andrew es elegido por el mismísimo Fletcher para formar parte de la orquesta de jazz que él dirige, con métodos poco convencionales y -por momentos- bastante abusivos. La tensión va aumentando minuto a minuto a medida que la obsesión de ambos, maestro y aprendiz, por conseguir la perfección y escapar de la mediocridad que los rodea, comienza a repercutir no solo en diversos aspectos de sus vidas cotidianas, sino también en su relación profesional.

Narrada con un tempo perfecto, el guión no abusa de si mismo para transmitir la complejidad del tema en cuestión y el director se vale de muchos recursos, uno de sus fuertes siendo los actores, para mostrar como el ser humano es capaz de hacer cualquier cosa con tal de triunfar, incluso si eso implica poner en riesgo su vida y/o su salud mental.

En una suerte de Darwin extremo, J.K Simmons encarna a un Terrence Fletcher totalmente imponente, desquiciado y magistral. Su método poco ortodoxo demuestra que según él, para alcanzar el máximo potencial, solo los más fuertes sobreviven y nosotros le creemos. Miles Teller hace un gran labor actoral, casi que jugando él mismo como actor el juego de la perfección, despegando así su carrera de otro roles quizás más banales y encasillables como los que hizo hasta el momento.

“Whiplash: Música y obsesión” llega como una bocanada de aire fresco entre tanto tanque pochoclero y películas pre-fabricadas para la maquinaria de premios. Con una banda de sonido que deleita desde el primer minuto hasta el último en que corren los títulos, con una historia humana y muy verosímil y con actuaciones a la altura de las circunstancias, es una película que tocará a varios y quedará ciertamente en la memoria.