Wakolda

Crítica de Fabricio Esperanza - Día a Día

A modo de apunte previo y de contexto, el estreno de Wakolda sirve también para dedicarle un par de líneas a su directora. Lucía Puenzo es un caso pocas veces visto que reúne talento, inteligencia, belleza, juventud y, por consiguiente, un largo camino por recorrer en el mundo del arte. Se hace mención el arte en líneas generales y no sólo al cine, porque Puenzo además de dirigir bastante bien, escribe novelas como los dioses. Dueña de una prosa que atrapa fácilmente, se puso detrás de cámara para darle formato de pantalla a uno de sus libros, tarea nada sencilla habida cuenta de los ejes centrales de la trama. La película está ambientada a comienzos de los 60 en el sur argentino, y el inicio está marcado por el arribo de un alemán que llega de manera misteriosa, y obtiene alojamiento en una hostería que regentea un matrimonio joven con una hija. El recién llegado es nada menos que Josef Menguele, el siniestro nazi que tenía la obsesión de la raza aria, y que ve en esa pareja y en la pequeña niña (que tiene algunos problemas de crecimiento), el caldo justo para sus retorcidas ideas.

Aquí se combinan en un combo interesante temas que se van a ir desarrollando de manera irregular: unos irán cobrando fuerza a medida que avanza el relato mientras que otros se van a difuminar en la bruma patagónica. Esa quizá sea una de las cuestiones que se le pueden reprochar a una película que tiene una excelente factura técnica y buenas actuaciones además de un gran trabajo de ambientación.

Perversa seducción. El ingreso de nazis al sur argentino en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, la cacería y las complicidades son tópicos recurrentes, y en ese marco Puenzo hace foco en la relación que se entabla entre Menguele, el matrimonio y su hija. La atracción derivada de la entrada en la adolescencia, las dudas que le genera al padre el extraño visitante y la interacción entre la mujer y este, constituyen para la directora el foco de atención. Y las muñecas, unas muñecas fabricadas a gusto del criminal, como si en ellas se materializara la idea de una raza perfecta. Es probable que un espectador atento a los argumentos pueda exponer como contra cierto grado de inverosimilitud en todas estas propuestas, pero la edición y las actuaciones convincentes hacen olvidar este resquemor.

Natalia Oreiro y Diego Peretti interpretan a la pareja, en tanto que el catalán Alex Brendemühl (el filme es una producción que suma también a España, Noruega y Francia) se pone en la piel de Menguele. Florencia Bado, eficiente, es Lilith, la pequeña de doce años. Wakolda es una propuesta interesante de una realizadora joven y talentosa, de quien es esperable más propuestas en el futuro.