Votos de amor

Crítica de Laura Dal Poggetto - Función Agotada

Hasta que la muerte o la amnesia nos separe

Votos de Amor empieza con un impacto. El de una camioneta chocando contra un sedán en una noche nevada en Chicago. Adentro están Leo y Paige, una pareja de recién casados. Aunque Paige no permanece dentro del auto por mucho tiempo más: le toma unos tres segundos atravesar el parabrisas. Ven, las películas románticas pueden ser educativas, chicos. Siempre usen cinturón de seguridad aunque el auto esté detenido.

La referencia que hice al impacto no es producto de una afición mía a la metáfora; pero sí de los guionistas (que han trabajado en Simplemente no te Quiere, Día de los Enamorados y Jamás Besada). La voz en off de Leo (interpretado por Channing Tatum, de la reciente Comando Especial y la próxima Magic Mike) nos subraya que en la vida hay momentos de impacto, que dejan el mundo que conocemos patas para arriba.

Esto es lo que les ocurre a él y su esposa (Rachel McAdams), que cuando despierta en un hospital ya no recuerda que está casada con él y su última memoria es de más de un lustro atrás, cuando estaba comprometida con otro hombre.

Convenientemente, la amnesia de Paige la dejó en un momento de su vida previo a tomar varias decisiones importantes, previas a conocerlo a Leo: terminar su compromiso con Jeremy (Scott Speedman), dejar la escuela de Derecho, abandonar su postura política conservadora y ser más progresista y decidirse a estudiar arte, lo que implicó que se distancie de su familia de clase alta. Ésa es la chica que Leo conoció un par de años antes por casualidad, a la que invitó a tomar un café al bar "Mnemonic" (nombre poco sutil), con quien convirtió un loft en su hogar, con un estudio para que ella trabaje en sus esculturas mientras él trabaja en su estudio de grabación; nos enteramos a través de distintos flashbacks.

Todo esto va a tratar el personaje de Channing Tatum que recuerde su esposa, con varios obstáculos en el medio: los padres de ella, el ex prometido en cuestión y principalmente, el miedo de la Paige de McAdams, que se debate entre una existencia cómoda y familiar, o arriesgarse por decisiones que tomó en un pasado que no recuerda, junto a completo desconocido.

Hay que reconocerle a Tatum (que ya ha incursionado en el drama romántico con Querido John) que logra manejar el tono de su personaje: un hombre que trata de mantener la entereza mientras trata de ganar el amor de su mujer de nuevo y se niega a que la Paige que él conocía haya desaparecido para siempre. Llega a transmitir (no sabemos si conscientemente o por casualidad) la desesperanza que poco a poco le va ganando, pese a sus limitados recursos actorales (hay un poco de abuso de "cara de perrito triste bajo la lluvia" en su versión Golden Retriever -porque obviamente si Tatum fuera un perro esa sería su raza- pero no llega a vicio).

Mucho más cómoda en su rol -aunque no con su partenaire, pero esto en cierto punto tiene que ser así, ya que interpreta a una mujer que de repente se encuentra casada con un completo extraño- está Rachel McAdams, a esta altura veterana del género. No sólo maneja con buen timing los momentos cómicos -que no son muchos- donde su personaje se entera de todo lo que cambió, desde votar a Obama a hacerse vegetariana. También consigue demostrar que el conflicto de Paige no es sólo ver si puede enamorarse una vez más del mismo hombre. Su desafío es animarse una vez más a cambiar, pese a las intervenciones de sus padres quienes esta vuelta no la quieren dejar ir: Jessica Lange como la mujer rica con tristeza y Sam Neill en piloto automático como el padre que le-dice-qué-es-lo-que-debería-hacer-con-su-vida-pero-es-sólo-porque-la-quiere, en una versión muy lavada del gran personaje que compuso en Vampiros del Día.

El director Michael Sucsy sólo dirigió la adaptación televisa de Grey Gardens antes de Votos de Amor y sabiamente no se arriesga demasiado: a lo sumo algún flashback no muy disruptivo de la cronología (pero es una película que incluye a una amnésica) y la metáfora de los impactos que retoma hacia al final del film para darle un cierre circular a la historia. Se centra más bien, estereotipos mediante, en el crecimiento de los personajes ante la situación que viven y escapa junto a los guionistas de ciertos facilismos narrativos, asegurándose que todo llegue a buen puerto (aunque el final no sea un gran impacto, pero nada en la película verdaderamente lo es).