Viudas

Crítica de Martín Fraire - País 24

El síndrome del auto averiado

¿Cuáles son los alcances del amor? ¿Existe algún mandato social que pueda delimitar la reacción ante la pérdida de un ser querido? Estas son las preguntas con las que parece comenzar el director Marcos Carnevale su última película. Hay en Viudas un intento de reflexión sobre el duelo frente a la muerte.

La historia comienza con Elena, una realizadora audiovisual, que recibe un llamado anónimo: su marido fue internado tras sufrir un paro cardíaco. Ya en el hospital se encuentra con Adela, una treintañera que -aparentemente- solo viste un abrigo masculino. La verdad será revelada al poco tiempo, es la amante de su esposo

Antes de morir, el pedido de Augusto definirá la capacidad de entendimiento de su mujer: cuidar de aquella chica con la que mantenía una relación.

Con esta premisa se desprende lo más destacado de la película, el latente duelo (actoral) entre Graciela Borges y Valeria Bertucelli. Una y otra son capaces de remontar situaciones que, por absurdas, serían definitivamente inverosímiles en distintas circunstancias.

Habrá en el medio un intento de suicidio, una convivencia entre ambas, una asistente consejera (la siempre impecable Rita Cortese) y un travesti paraguayo (correcto debut en pantalla grande de Martín Bossi) como una ama de llaves semi-alcohólica que se jacta de conocer todos los secretos de la casa.

Con un promisorio comienzo, a medida que corren los minutos Viudas parece sufrir el síndrome del auto averiado. Es decir, cuando todo parece indicar que el film toma el rumbo adecuado éste detiene su marcha, imprudente, a la espera de un empujón. Tal vez pueda dar señales de arranque algunas veces más, pero desde entonces el estancamiento será constante.

Carnevale, responsable de Elsa y Fred y de la prejuiciosa Anita, quiere bucear en los sentimientos de esta dos mujeres que sobrellevan -sufren- la muerte del ser querido. Una con el mérito social del matrimonio como causa aprobadora para la tristeza; la otra con la condena del silencio como castigo por el adulterio en el que queda involucrada.

Sin embargo, como ya ha hecho en otros casos, el realizador desvía el punto de conflicto. Ninguna será capaz de juzgar a este hombre a pesar de las mentiras... todo lo que necesitan es amor.

Viudas es una película que, por sus ambiciones, defrauda. Aleccionadora y predecible, en circunstancias parece no hacerse cargo del tema que trata. En ése momento donde el fin de una vida debe dar comienzo a otra irremediablemente nueva, el mensaje demagógico del film le gana a las buenas interpretaciones, complementarias a un trabajo más prometedor que -continuando con la metáfora- se queda sin combustible desde la mitad del camino.