Visages Villages

Crítica de Ayelén Turzi - Cinergia

Por la carretera

Agnès Varda es una de las pocas sobrevivientes de la Nouvelle Vague, aquel movimiento francés que supo revolucionar el cine. A sus 88 años regresa con Visages Villages, un documental que incluso estuvo nominado al Oscar en la última entrega. Y si bien a priori uno puede ser reticente a su estilo, no deja de ser una excelente propuesta.

JR, artista conocido por intervenir paisajes con gigantografías, acompaña a la directora en una especie de road trip por distintas zonas de Francia, sin mayores intenciones de conocer a sus habitantes para luego homenajearlos con murales. Esta premisa tan pequeña se desarrolla en hora y media de película, con un ritmo lento pero lleno de información: los diálogos, los paisajes y los pequeños gestos cuentan cosas.

El film, un ensayo sobre la mirada de diferentes personas, se aleja de las estructuras clásicas del documental y se apega más al devenir, al azar. Los realizadores establecen un vínculo casi maternal (Varda le lleva más de 50 años) y se ven libres, despreocupados, recolectando anécdotas de vida de personas comunes y corrientes. Las miradas, las voces, los gestos, todo lo que vemos en pantalla delata la enorme sensibilidad de JR y Varda. Y, quizás sin proponérselo, el documental es también una reflexión sobre la evolución del arte. A pesar de lo diferente de sus formatos, de sus trayectorias, de sus historias personales, ambos muestran una sensibilidad artística muy profunda, capaz de lograr que sus entrevistados se sinceren y abran sus corazones con ellos. Y no solo provocan a los pequeños personajes con los que interactúan, sino que además logran que las emociones se trasladen a los espectadores.

Los paisajes, tanto urbanos como rurales, no solo enmarcan las charlas, sino que al ser intervenidos con las gigantografías de JR modifican su sentido: dejan de ser el contexto de una conversación para incluir en su propia escala a los protagonistas de cada micro historia.

Visages Villages demuestra, en principio, tres cosas: que a sus casi 90 años Varda es una realizadora inoxidable; que tras su aspecto de hípster, JR es un artista real, con una sensibilidad y una inquietud magnéticos y reales; y que no hay que ser prejuiciosos con ningún tipo de cine. Si no nos cuentan el cuentito al que estamos habituados, nos pueden abrir la puerta de un mundo completamente nuevo de emociones.