Viento salvaje

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

El cazador en la nieve

El segundo largometraje del multifacético guionista, actor y director Taylor Sheridan, quien se destacó por los guiones escritos para Sicario (2015), el film de Dennis Villeneuve, y para Sin Nada que Perder (Hell or High Water, 2016), de David MacKenzie, es un thriller sobre la investigación de un asesinato en la región montañosa de Wyoming, en una reserva de nativos norteamericanos.

Cory Lambert (Jeremy Renner) es un veterano rastreador del departamento de protección silvestre que protege a los animales de las fieras y que aún sufre por la muerte de su hija adolescente tres años atrás cuando accidentalmente encuentra el cadáver de Natalie (Kelsey Asbille), la mejor amiga de su hija, tirado en la nieve mientras busca a una manada de pumas que causan estragos en la zona. Jane Brenner (Elizabeth Olsen), una agente del FBI, es enviada a analizar la escena del crimen y decide comenzar una investigación junto a Lambert y el jefe de la policía tribal, Ben (Graham Greene), para descubrir qué es lo que pasó lo antes posible en medio de un embrollo burocrático.

En medio de las montañas nevadas, Sheridan construye un extraordinario film de suspenso en el que la violencia raya el terror en escenas que aturden y sorprenden al espectador en una investigación atípica que es también una persecución que conduce hacia un análisis de la naturaleza del ser humano y su capacidad de supervivencia en situaciones extremas.

Viento Salvaje (Wind River, 2017) combina escenas de reflexión y contemplación con estallidos inesperados y una tensión perfecta que mantiene en vilo para crear un clima de violencia potencial con una sutileza y un realismo poco frecuente que ya estaba manifiesto en los guiones anteriores del realizador norteamericano.

A la extraordinaria fotografía de Ben Richardson (Beasts of the Southern Wild, 2012), que se destaca por sus tomas panorámicas de la crudeza estremecedora de las montañas nevadas y la violencia que sacude la tierra congelada, se le suma las piezas musicales compuestas por Nick Cave y Warren Ellis que agudizan la indagación abismal sobre el corazón humano de parte del film de Sheridan.

El guión del opus, la dirección y las actuaciones de todo el maravilloso elenco, llevado a situaciones extremas, crea una obra sobre la idiosincrasia de los que sobreviven a pesar de todo y los que con parsimonia y tesón mantienen las comunidades vivas en medio de los climas hostiles. Rodeados del silencio y la nieve que todo lo sepulta, los personajes se enfrentan a sus propios miedos y a la pérdida de las culturas nativas para descubrir así el velo de las formaciones simbólicas emergentes y los saberes tamizados por el paso del tiempo y la fusión de naturalezas, como resultado de la vida como persistencia y voluntad de supervivencia.