Victoria

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Filmada en un único plano secuencia, sin cortes, “Victoria” es toda una experiencia cinematográfica y también una película dura y perturbadora. El cuarto filme como realizador del actor alemán Sebastian Schipper (que supo aparecer en “Corre, Lola, corre”) fue rodado en tiempo real, en el final de una noche en Berlín, desde las 4.30 de la madrugada hasta las 7. La historia se centra en Victoria, una chica española que vive en la capital alemana y que a la salida de un boliche de música electrónica se encuentra con cuatro berlineses borrachos que la invitan a seguir tomando con ellos. Sola en la ciudad y ávida de compañía, Victoria se engancha con estos desconocidos que prometen guiarla por la verdadera Berlín, “la que está en las calles”. No conviene adelantar más detalles del relato, pero sí advertir que aquí el peligro y la violencia están delicadamente agazapados hasta que explotan, y se mezclan naturalmente con la amistad, el amor, la soledad y la desesperación. La cámara va detrás de estas vidas a la deriva, de frustrados marginales disfrazados de cool, personajes que se esconden detrás de las noticias policiales (a veces insólitas) que vemos casi a diario. El director no necesita trazar un perfil de los personajes porque le alcanza con mostrarlos desde este presente urgente y arrebatado, con una tensión que va in crescendo y que subyuga y golpea durante toda la película. Es cierto que “Victoria” se excede un poco en el metraje y que algunas situaciones pueden sonar inverosímiles, pero el trabajo del director Sebastian Schipper, del camarógrafo noruego Sturla Brandth Grovlen (que fue premiado en la última Berlinale por esta película) y de la actriz española Laia Costa redondean un thriller dramático que te deja con el corazón en la boca.