Vicio propio

Crítica de Marcelo Artal - La letra indómita

Policial psicodélico para olvidar.

Dentro del excentricismo que caracteriza a Anderson, hay buenas y malas propuestas, dependiendo del guión que le toque adaptar. Inherent Vice está a una distancia abrumadora de la mejor versión del director. Es una película aburrida, anodina e incoherente, que a duras penas logra terminarse de ver.

No hay nada más irritante que una historia insustancial complicada. El hilo argumental de Inherent Vice se deshilacha en múltiples subtramas que no llevan a ningún lado, colmando la paciencia del espectador, quien apenas pasada una hora de película seguramente se sienta mareado y confundido entre tantos personajes inocuos y no mucho más que cháchara. La realidad es que la película carece de argumento, e intenta remediarlo mediante la incorporación de innumerables protagonistas y giros insensatos.

La cinematografía de Anderson no ayuda a pasar el mal trago, porque los planos largos y los diálogos sostenidos no hacen más que agravar el aburrimiento cuando no existe profundidad argumental. Inherent Vice no es There will be blood, donde el mensaje es fulminante, sino más bien un thriller superficial que apela a una especie de “Dude Lebowski” en versión de detective para entretener a la audiencia. El resultado no está ni cerca de ser bueno.

Me resulta difícil encontrarle algún atractivo a Inherent Vice. Es una película que intenta aparentar complejidad y profundidad, pero en realidad carece de ambas. Es una propuesta superflua de un director que suele tener el visto bueno de la crítica y no mucho más que eso.