Vicio propio

Crítica de Agustina Tajtelbaum - Toma 5

Crimen y drogas

Cuando un director joven como Paul Thomas Anderson se corre de su zona de confort para explorar nuevas vertientes artísticas, es digno de aplausos. Y más aún cuando esa zona de confort le valió no solo un par de nominaciones sino un par de Oscars y demás estatuillas. Aunque “Vicio propio” no haya sido una película tan acabada como “Pozos de Ambición” o “Magnolia”, si entramos en ella con paciencia y pies de plomo, encontraremos que bien vale la pena.
En esta ocasión Anderson adaptó la novela de Thomas Pynchon de mismo nombre (lo que le valió la nominación a mejor guión adaptado). Joaquín Phoenix interpreta a Larry Sportello, alias Doc, un investigador privado de la ficticia localidad californiana de Gordita Beach. Aunque su modesta pero bien ubicada casa frente al mar ha conocido tiempos mejores, él no parece pasarla mal. Encuentra de algún modo tiempo para trabajar entre droga y droga, hasta que su ex novia Shasta (Katherine Waterstone) le trae un caso para investigar. Su nuevo amante, un exitoso agente de bienes raíces, ha desaparecido y ella sospecha que su infiel esposa tuvo bastante que ver en eso.
Vamos siguiendo los pasos de un Doc completamente duro mientras un escalón lleva a otro en su investigación. Además, un policía apodado Pie Grande (genialmente interpretado por Josh Brolin) le sopla la nuca esperando que se equivoque para arrestarlo. La química entre estos dos personajes tan opuestos funciona a la perfección, que por momentos decanta en comprensión e incluso complicidad. Mientras Doc sigue investigando, encontrará a cada paso miembros de un gran elenco que incluye a Benicio del Toro como su abogado, Reese Witherspoon como la fiscal, Owen Wilson y su esposa Jena Malone, Maya Rudolph, y Martín Short como un dentista drogadicto y pedófilo.
Y es que por cierto mucho de lo que ocurre es un divertido delirio, cada vez más según avanza la historia. Aunque no carece de momentos graciosos, es más bien un absurdo y no teme explorar momentos de sensualidad. El problema es que la trama no deja de complicarse y esto llenará de interrogantes tanto al protagonista como a los espectadores. Y si es la idea que al final terminemos entendiendo todo con una revelación que nos haga suspirar de sorpresa, la verdad es que dicho objetivo no se cumple. Aunque la novela de Pynchon fue simplificada, lo cierto es que quizá debamos verla dos veces para entenderla.
Lo mejor es la puesta en escena, que llevó la novela desde 1991 hasta 1970 para adaptarla a la época hippie. Desde los escenarios hasta la ropa, las costumbre o la forma hablar, todo el ambiente está muy bien logrado y la estética es sin duda setentosa. Las escenas que exploran la relación entre Doc y Pie Grande se llevan lo mejor, un policía con una aparentemente injustificada brutalidad que dejará mostrar un interior bastante diferente. Tampoco podemos dejar de hacer mención al aspecto musical, de cuya banda sonora se encarga el guitarrista de Radiohead, Jonny Greenwood, con grandes resultados.
Buenas actuaciones (en especial entre los opuestos protagonistas) y buena cinematografía, pero al servicio de una historia más que confusa y con momentos de road movie. Aunque el final es genial, la cúspide entre la química de Phoenix y Brolin, falla al no dejarnos alguna revelación que nos termine de aclarar qué pasó con el caso y quien o quienes eran los culpables.
Fuera de eso, todo está bastante bien en “Vicio Propio“, aunque no es una película tan bien acabada como otros exponentes dentro de la carrera de Anderson.

Agustina Tajtelbaum