Una noche para sobrevivir

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Esta semana a Liam Neeson le toca coincidir en cartelera con dos productos completamente diferentes pero que refuerzan su propuesta gracias a su calidad y solidez actoral. “Una noche para sobrevivir” (USA, 2015), es uno de ellos, dirigido por el español Jaume Collet-Serra, y que posee, dentro de la lógica de filme de acción basado en la escapatoria necesaria para sobrevivir de sus protagonistas, una impronta que lo acerca a aquellos clásicos filmes que supieron hacer del linaje mafioso una saga épica.
Todo comienza cuando un retirado mafioso (Neeson) ve como su hijo (Joel Kinnaman) es arrastrado hacia el mundo de la mafia al ser perseguido por el segundo (Boyd Holbrook) en la línea de una casta que conoce del malvivir y los hechos delictivos como estilo de vida. De manera accidental Mike (Kinnaman) ve como Danny (Holbrook) asesina a una persona en la calle, por lo que será perseguido por este hasta su domicilio.
Allí, en el medio de la noche, su padre (Neeson), con quien no mantiene relación hace tiempo, lo salvará disparándole a Danny y evitando que muriera. Pero hay algo que no se aclaró hasta el momento, y es que Jimmy (Neeson) trabajaba para el padre de Danny (interpretado por Ed Harris), por lo que en medio de la confusión del asesinato de éste, padre e hijo deberán tomar ciertas decisiones que los acerquen a una resolución en la que puedan pasar de la noche al día y aún mantenerse con vida.
Collet-Serra prefiere las escenas digresivas por encima de las de acción, generando un clima de tensión, basado en el contraste entre los dos padres, que intentarán: uno proteger a su hijo y el otro reivindicar el honor del hijo asesinado, aun sabiendo que lo mejor que le podía pasar era justamente eso. Hay algunos diálogos de antología que refuerzan la larga tradición de cintas sobre mafia o clanes que luchan por sobreponerse a cambios dentro de las organizaciones delictivas.
Es quizás en el trazo grueso de algunos personajes, principalmente Danny, presentado como un drogadicto exagerado que no tiene códigos, que grita y dispara a cualquiera que lo contradice en algunas decisiones, o en el de Mike, exageradamente honesto y opuesto a su padre, el director peca por necesidad de cumplir con algunos estereotipos de género necesarios.
Igualmente se podría haber optado por suavizar estos puntos y enfocarse aún más en la dinámica creada entre los personajes de Harris y Neeson, que aprovechan cada escena que comparten, porque saben que en el fondo, “Una noche para sobrevivir” es una oportunidad única para componer los personajes. En el inicio de la película, en el que se determina el flashback como manera de construcción también se marca una posición frente a la historia, que en muchas oportunidades se aleja del campo para tratar de ser lo más objetivo posible.
Pero es cuando entra a mostrar detalles de cada uno de sus personajes, sus miserias, sus desencuentros, sus pecados, y principalmente, el minucioso esfuerzo por potenciar los vínculos filiales, es cuando “Una noche para sobrevivir” encuentra su punto de equilibrio para despertar el interés en una historia intensa de valor y coraje.