Un pequeño favor

Crítica de Nicolás Ponisio - Las 1001 Películas

Paul Feig, creador de esa gran serie llamada Freaks and Geeks (1999) y director de Damas en guerra (2011), una de las mejores comedias de comienzo de la década, es un cineasta no tan reconocido y con un gran conocimiento en la materia. No solo entiende a la perfección los ritmos y el tono que hacen que una comedia sea realmente buena, sino que también sabe llevar a la pantalla y entender como ninguno a las mujeres. Con su nuevo film, Un pequeño favor, toma dos estereotipos de mujeres y los delinea perfectamente para luego resquebrajarlos y retratar la complejidad detrás de ellos.

Stephanie (Anna Kendrick) es una madre soltera, amable, algo naif, siempre intentando agradar, lo que la hace ser el centro de burlas de otros padres y conocidos. Pero todo ello comienza a cambiar cuando conoce a Emily (Blake Lively), una mujer que es todo lo opuesto a Stephanie. Emily es una exitosa asesora de un diseñador de moda que vive su vida atropellando el mundo a su paso, haciendo uso de su sinceridad brutal y brillando con estilo y exuberancia ante todos (algo que es más propio de la actriz pero que a su personaje le funciona a la perfección). Haciendo uso de la clásica fórmula de una pareja dispareja, la química entre las dos protagonistas es lo que sostiene mayormente al film, tanto por la comicidad que saben manejar en conjunto como también por la conexión emocional entre ambas mujeres, sabiendo demostrar que lo que une a ambos personajes es la oscuridad en su interior.

Y es que si hay un elemento que sorprende y funciona por igual dentro de un film que se presenta como una simple comedia, es el tono oscuro que comienza a hacerse presente y toma más protagonismo una vez que el personaje de Emily desaparece y Stephanie, cual detective, debe indagar qué ocurrió con su amiga. El cambio de tono no llega a desencajar, sino que se enlaza a la comicidad teniendo el balance exacto, el mismo que le brindan las distintas personalidades de la dupla protagónica. Muerte, traiciones y estafas son algunos de los condimentos que se abren paso en el intrincado suspenso que invade la pantalla. Hasta por momentos quizás demasiado intrincado, ya que llegado un punto, el exceso de interrogantes en juego y el abuso de demasiados puntos de giro, hacen que el film se desvirtúe un poco, pero no lo suficiente como para poner en riesgo la intensidad y el humor del mismo.

Lo interesante del film es como se atestigua la poderosa transformación de Stephanie, una vez que la trama se centra en la búsqueda de Emily y en conocer la verdad detrás de su pasado. Si bien muchos de los grandes momentos de la historia pertenecen al despliegue de la química actoral de estas dos mujeres, Anna Kendrick demuestra su poder de interpretación tanto gracias a su personificación como también a la buena construcción que se le es dada desde el guión. El hecho de que la historia posea como identidad los elementos que la vuelven seriamente oscura, más sin nunca perder del todo el humor sino que lo vuelve una pieza más de su misterio, le da una fuerza y originalidad pocas veces vista.

El film lo lleva a uno a pensar inevitablemente en Perdida de David Fincher, otra historia donde lo siniestro y el poder de la mujer daban por resultado una gran pieza dentro del género del suspenso. Feig toma parte de esa identidad a lo Fincher y la vuelve propia, en sintonía con el carisma y la grandiosidad de los personajes femeninos que disfruta llevar a la pantalla y que hacen de Un pequeño favor una de las mejores comedias (no tan comedia) de este año.