Un lugar en silencio

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El primer acercamiento, en su tercer largometraje, del director John Krasinski, en este caso también guionista y protagonista, al género de terror mezclado con elementos de ciencia ficción, se puede definir por su cuidada producción y recurrencia a un estilo de estética narrativa.

El filme comienza como una gran pintura de un momento de la tierra post apocalíptica, todo se ve entre desértico y desolado para luego transformarse en un thriller con claros elementos de la naturaleza ficcional a la que adscribe, y de los más utilizado en el cine: Los malvados monstruos extraterrestres que invadieron la tierra.

En las primeras imágenes del texto fílmico todo es trabajado en baja sonoridad, nos muestran personajes rondando en el interior de una farmacia abandonada, como el resto del pueblo, luego sabremos que son todos miembros de la misma familia. Hasta que uno de los personajes hace un ruido involuntario. Todo se transforma en un silencio absoluto, no hubo hasta ese momento palabras, mientras que tanto el sonido ambiente como la tenue banda sonora, casi imperceptible ambas, se desvanecen por completo.

Esta estrategia narrativa se repetirá a lo largo de los 90 minutos que dura la proyección, ya el silencio es salud y sobrevivencia creyendo que por acumulación podrá instalarse esa idea definitivamente.

Para nuestra propia historia, la frase no es muy feliz que digamos.

Estamos, según el cartel de inicio, en el día 89, vaya uno a saber de que fenómeno u acto estarán nombrando, puede suponerse, nunca será explicado y posiblemente esta renuencia a explicitar todo sea lo más acertado de la producción, a excepción de las actuaciones.

La primera secuencia termina dando la pista exacta sobre el motivo de la imposibilidad de hacer ruido, tragedia mediante, para luego hacer un salto temporal hasta el día 472, más de un año, mostrando, sin mediación alguna, a la madre embarazada.

Allí nos encontramos con la familia instalada en una casa rural, con todos los implementos necesarios para la supervivencia. Los monstruos son ciegos pero tienen un oído extremadamente perceptible y unos dientes que son la envidia de cualquier Alien que se precie de tal.

Lee Abbott (John Krasinski) y Evelynn (Emily Blunt) son los padres de Regan y Marcus (Millicent Simmonds y Noah Jupe, respectivamente). Mientras Lee sigue investigando a las criaturas para encontrar su punto débil, simultáneamente trata de producir un audífono para Regan, quien sufre de sordera.

Todo sea por la supervivencia y el cuidado mutuo, incluyendo el embarazo de Evelyn, claro esta.

Si hay algo de suspenso, o que produzca sensaciones extremas en el espectador, esta dado por las actuaciones, la empatía es inmediata con todos y cada uno de los personajes, pero la recurrencia a los efectos de sonido antes descriptos y la intencionalidad de mostrar en detalle al monstruo en rápido montaje termina por ser más cansador que contraproducente.

Todo el relato está armado sobre una estructura tan lineal como previsible, para finalizar en un gigantesco cliché melodramático, incluyendo el descubrimiento por casualidad de aquella debilidad tan buscada de los monstruos.

Lo que la determina por ser una más de terror, por encima de la media general sin lugar a dudas, mejor contada que las demás producciones del género, con otra posibilidades de búsquedas narrativas, pero que terminan por no ser encontradas fehacientemente.

Por otro lado si la intención es meramente metafórica, se quedo en el ensayo.