Un hombre perfecto

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Llega a las carteleras Un hombre perfecto y con él un thriller francés dirigido por Yann Gozlan y protagonizado por Pierre Niney.
Un hombre perfecto, el segundo largometraje de Yann Gozlan (Captifs), narra la historia de Mathieu, quien tiene veinticinco años pero ya sueña con convertirse pronto en un exitoso escritor. Con la frase de Stephen King como cabecera, y colgada frente a su escritorio como eterno recordatorio: “Escribe 2500 caracteres por día”, logra terminar su primera novela pero al enviarla a la editorial la respuesta es de rechazo. Manteniendo otro trabajo, uno que le resulta aburrido y desinteresado, llega de casualidad a un manuscrito autobiográfico perteneciente al hombre que falleció y de quien se encargan de vaciar su habitación. Al leerlo, se siente fascinado y, al principio, inspirado. Pero cuando las palabras no salen y las ideas no caen, decide transcribirlo y así lo convierte en “su” novela. Ésta se transforma en un éxito inmediato y le permite acceder a aquella mujer a la que vio y escuchó una vez y con quien quedó embelesado (interpretada por Ana Girardot).

Tras esta introducción, la narración salta a tres años después donde todo parece, a simple vista, ir bien para él, como siempre había soñado. Pero mientras visitan la casa de la adinerada familia de su pareja (aquella mujer a la que pudo conquistar con su libro editado bajo el brazo), él no deja de recibir llamadas de la editorial y anticipos que él consume pero cuyo trabajo, es decir, un nuevo libro, nunca entrega. No obstante, éste es el menor de los problemas cuando en una firma de libros aparece un hombre que conoce su secreto y comienza a chantajearlo.

Mathieu siempre se muestra dispuesto a cualquier cosa para salirse con la suya y el guión le pone un montón de peripecias, una tras otra, que terminan conformando un relato muchas veces inverosímil y ridículo. Lo que no hace, por ejemplo, es desarrollar personajes secundarios.

Sería muy difícil en circunstancias normales empatizar con alguien como Mathieu, quien se muestra constantemente egoísta, capaz de salirse con la suya a costa de cualquier cosa y de cualquier persona. No obstante, Gozlan logra, al posicionar la perspectiva siempre desde su protagonista, que la distancia entre espectador y antihéroe sea estrecha.

A la larga, Un hombre perfecto es una historia retorcida que podría haber sido mucho más oscura con un poco más de riesgo. En su lugar, el director opta por la ironía y logra así un producto desparejo, que funciona como thriller pero con el que se pierde interés sobre todo en los últimos tramos.