Un enemigo formidable

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Un enemigo formidable, segundo documental del director Lucas Marcheggiano.
Lo cierto, es que la película de Marcheggiano durante gran parte de su metraje no parece un documental, quizás porque como dice el personaje de Ben Stiller en Mientras somos jóvenes: “Si todos filman todo, ¿qué sigue siendo un documental?”. “Un documental es sobre alguien más. La ficción es sobre mí”, cita de Jean Luc Godard que ese mismo personaje hace en la película, y entonces se pregunta, ¿puede un documental ser personal?

En este documental que parece ficción, decidiendo simplemente seguir a su personaje principal, Marcheggiano retrata el día a día de un fumigador, un controlador de plagas, disponible las veinticuatro horas del día para sus clientes o potenciales clientes. No importa que estén en medio de una cena junto a su hija.

A Carlos Borghi, el protagonista, se lo presenta de manera particular, porque en realidad él es muy peculiar. Justamente en medio de esa cena suena el teléfono y recibe un llamado que decide atender y luego acudir. Si lo necesitan, allí estará, como si fuera un superhéroe o algo por el estilo. En medio de la noche llega al lugar en cuestión y de a poco descubrimos que sus enemigas son unas ratas.
Borghi se toma en serio su trabajo. Es minucioso y cuidadoso. Es contenedor con sus clientes, quienes no están acostumbrados a esas presencias que para él son cosas de todos los días. Y cada día está decidido a seguir aprendiendo sobre su profesión.

Un enemigo formidable es una película chiquita que bien podría haber sido la nada misma pero su originalidad en el tono, que vacila entre comedia e intento de film noir brinda un resultado fresco y novedoso