Un bello sol interior

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Ese oscuro objeto del deseo

La directora francesa Claire Denis, que ha sabido construir su carrera a fuerza de filmes sin concesiones, duros, de cuerpos más que de diálogos, siempre circulando entre el drama y la tragedia cotidiana, ejemplos como “Bella tarea” (1999), “35 shot of rhum” (2008) o “Los Canallas” (2013) son muestra de su lejanía de la comedia romántica en la que se instala con esta producción.
El filme abre con cuerpos, desnudos, cercenados, sufridos, sin suposición de goce alguno, para luego instalarse en el rostro, bello como siempre de Juliette Binoche, y desde ahí desplegar todo tipo de sensaciones, sentimientos, encuentros y desencuentros.
Estableciendo la paradoja tan contradictoria, extraída vía interpretación del texto de Roland Barthes “Fragmentos de un Discurso Amoroso”, del cual la realización hace base para su propio discurso, tan fragmentado como la novela que le da origen, “el deseo es la ausencia”, o “la ausencia es el deseo”, promovidos como motores principales de la búsqueda en la que esta inmersa la protagonista.
El filme cuenta las desventuras de Isabelle (Juliette Binoche), una artista parisina viviendo los alrededores de los 50 años, en torno a repetición con los hombres en busca del amor como objeto y fin, quien mantiene relaciones sucesivas que no la reconocen, un banquero casado (Xavier Beauvois), que le anticipa que nunca dejara a su esposa, y un actor en pleno éxito, y bastante más joven, también en pareja (Nicolas Duvauchell, hasta que en pleno declive se choca con la sabiduría del monólogo final que imparte tal cual un psicoanalista explicando lo inexplicable, o un semiólogo dando clase de la ignorancia en el cuerpo de Gérard Depardieu.
Conformando un duelo de actuación en donde las miradas, sugestivas, entendibles, dicen tanto como las palabras, jugada de planos y contraplanos, dando espacio a los tonos de la voz para instalar lo poco descifrable de lo indescifrable del amor.
Toda una selección de actores, además de los nombrados la genial Josiane Balasto y Valeria Bruni Tedeschi. Sin embargo todo se sustenta en las espaldas de Juliette Binoche, dando lugar a una de sus más difíciles interpretaciones de manera magistral, circulando por enamoramientos y rupturas mostrando la colosal diversidad de sus recursos histriónicos, dramáticos, en tono de comedia, tristeza en tanto alegría, deseo en triunfo como dependencia, fascinación instalando el infortunio.
Una comedia agridulce, a veces hasta cómica.
(*) Realización de Luis Buñuel, en 1977)
La directora francesa Claire Denis, que ha sabido construir su carrera a fuerza de filmes sin concesiones, duros, de cuerpos más que de diálogos, siempre circulando entre el drama y la tragedia cotidiana, ejemplos como “Bella tarea” (1999), “35 shot of rhum” (2008) o “Los Canallas” (2013) son muestra de su lejanía de la comedia romántica en la que se instala con esta producción.
El filme abre con cuerpos, desnudos, cercenados, sufridos, sin suposición de goce alguno, para luego instalarse en el rostro, bello como siempre de Juliette Binoche, y desde ahí desplegar todo tipo de sensaciones, sentimientos, encuentros y desencuentros.
Estableciendo la paradoja tan contradictoria, extraída vía interpretación del texto de Roland Barthes “Fragmentos de un Discurso Amoroso”, del cual la realización hace base para su propio discurso, tan fragmentado como la novela que le da origen, “el deseo es la ausencia”, o “la ausencia es el deseo”, promovidos como motores principales de la búsqueda en la que esta inmersa la protagonista.
El filme cuenta las desventuras de Isabelle (Juliette Binoche), una artista parisina viviendo los alrededores de los 50 años, en torno a repetición con los hombres en busca del amor como objeto y fin, quien mantiene relaciones sucesivas que no la reconocen, un banquero casado (Xavier Beauvois), que le anticipa que nunca dejara a su esposa, y un actor en pleno éxito, y bastante más joven, también en pareja (Nicolas Duvauchell, hasta que en pleno declive se choca con la sabiduría del monólogo final que imparte tal cual un psicoanalista explicando lo inexplicable, o un semiólogo dando clase de la ignorancia en el cuerpo de Gérard Depardieu.
Conformando un duelo de actuación en donde las miradas, sugestivas, entendibles, dicen tanto como las palabras, jugada de planos y contraplanos, dando espacio a los tonos de la voz para instalar lo poco descifrable de lo indescifrable del amor.
Toda una selección de actores, además de los nombrados la genial Josiane Balasto y Valeria Bruni Tedeschi. Sin embargo todo se sustenta en las espaldas de Juliette Binoche, dando lugar a una de sus más difíciles interpretaciones de manera magistral, circulando por enamoramientos y rupturas mostrando la colosal diversidad de sus recursos histriónicos, dramáticos, en tono de comedia, tristeza en tanto alegría, deseo en triunfo como dependencia, fascinación instalando el infortunio.
Una comedia agridulce, a veces hasta cómica.
(*) Realización de Luis Buñuel, en 1977)
La directora francesa Claire Denis, que ha sabido construir su carrera a fuerza de filmes sin concesiones, duros, de cuerpos más que de diálogos, siempre circulando entre el drama y la tragedia cotidiana, ejemplos como “Bella tarea” (1999), “35 shot of rhum” (2008) o “Los Canallas” (2013) son muestra de su lejanía de la comedia romántica en la que se instala con esta producción.
El filme abre con cuerpos, desnudos, cercenados, sufridos, sin suposición de goce alguno, para luego instalarse en el rostro, bello como siempre de Juliette Binoche, y desde ahí desplegar todo tipo de sensaciones, sentimientos, encuentros y desencuentros.
Estableciendo la paradoja tan contradictoria, extraída vía interpretación del texto de Roland Barthes “Fragmentos de un Discurso Amoroso”, del cual la realización hace base para su propio discurso, tan fragmentado como la novela que le da origen, “el deseo es la ausencia”, o “la ausencia es el deseo”, promovidos como motores principales de la búsqueda en la que esta inmersa la protagonista.
El filme cuenta las desventuras de Isabelle (Juliette Binoche), una artista parisina viviendo los alrededores de los 50 años, en torno a repetición con los hombres en busca del amor como objeto y fin, quien mantiene relaciones sucesivas que no la reconocen, un banquero casado (Xavier Beauvois), que le anticipa que nunca dejara a su esposa, y un actor en pleno éxito, y bastante más joven, también en pareja (Nicolas Duvauchell, hasta que en pleno declive se choca con la sabiduría del monólogo final que imparte tal cual un psicoanalista explicando lo inexplicable, o un semiólogo dando clase de la ignorancia en el cuerpo de Gérard Depardieu.
Conformando un duelo de actuación en donde las miradas, sugestivas, entendibles, dicen tanto como las palabras, jugada de planos y contraplanos, dando espacio a los tonos de la voz para instalar lo poco descifrable de lo indescifrable del amor.
Toda una selección de actores, además de los nombrados la genial Josiane Balasto y Valeria Bruni Tedeschi. Sin embargo todo se sustenta en las espaldas de Juliette Binoche, dando lugar a una de sus más difíciles interpretaciones de manera magistral, circulando por enamoramientos y rupturas mostrando la colosal diversidad de sus recursos histriónicos, dramáticos, en tono de comedia, tristeza en tanto alegría, deseo en triunfo como dependencia, fascinación instalando el infortunio.
Una comedia agridulce, a veces hasta cómica.
(*) Realización de Luis Buñuel, en 1977)