Un amor en tiempo de selfies

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

A veces hay películas tan malas que llegan a considerarse buenas. Esto puede suceder por una historia alocada y totalmente inverosímil, por las actuaciones de los personajes y como se toman el papel para el cual fueron convocados, por los efectos visuales o por un conjunto de todas estas cosas.
La filmografía de Ed Wood (a quien Tim Burton le dedicó un film) está plagada de estos ejemplos e incluso ya hay un subgénero cinematográfico que engloba estas propuestas e incluso se hacen festivales al respecto.
¿Qué tiene que ver todo esto con Un amor en tiempos de selfies? Que a priori y si apuran a este cronista dirá que el film es muy malo por razones que más adelante se detallarán, pero también se explicará que esos mismos elementos convierten a la película en un disfrute raro donde el pensamiento es: “Sé que esto que estoy viendo es muy malo, pero aún así me hace reír y quiero ver qué va a pasar”.
Antes que nada habría que sugerirle al guionista y director que vayan a ver shows y clases de stand up, y que si lo hizo que por favor denuncie a los mismos, porque si copió lo que aprendió de esas investigaciones de campo nos encontramos ante lo peor que el humor puede dar. Ni una sonrisa arrancan los intercambios de Martín Bossi con sus alumnos.
Ahora bien, son tan raros y malos esos cruces que hace que uno disfrute la “bizzareada”, más aún cuando María Zambarbide (hermosa por cierto) gana participación.
Y si hablamos de este dúo protagónico, no es la falta de química ni las malas actuaciones lo que los hacen malos, sino lo inverosímil de sus diálogos como el memorable “Amor te abrí un Face”, dicho post coito. Lo mismo ocurre con las desopilantes declaraciones -que no intentan ser tal cosa- de Manuel Wirzt.
Algo similar sucede con las intervenciones de Luis Rubio y con el desfile casi interminable de cameos tales como los de Ari Paluch, Connie Ansaldie, Federico Hoppe, Leo Montero, Marcelo Polino, y hasta el mismísimo Carlitos Balá con una de sus frases célebres.
No queda claro lo que el director Emilio Tamer intentó hacer en su ópera prima: si contar una comedia con tintes románticos y ésta le salió mediocre o si quiso parodiar al género e incluso al humor argentino y en el camino creó una genialidad que va a ser apreciada por muy pocos.
Supongo que jamás lo sabremos, pero si van a ver la película están avisados de las dos opciones.