Tunteyh o el rumor de las piedras

Crítica de Horacio Bilbao - Clarín

El pueblo Wichí que resiste

“Dame tus hijos, Rosa”, se dicen los chicos de la comunidad mientras juegan al Tunteyh. Y pronto sabremos que en esa práctica ancestral se esconde mucho más que un desafío infantil. Que allí anida un grito desesperado por la supervivencia de una cultura, la de este pueblo Wichí que resiste como puede la entrega de sus hijos, de su cultura.

Tunteyh o el rumor de las piedras, el documental de Marina Rubino está contado desde adentro. La directora es alguien que escucha primero, para después sí contar y mostrar. Celebramos ese lugar tan distinto a otros. En paralelo y en contraste, vemos el derrotero de un pueblo saqueado, contaminado, privado de mantener sus costumbres, incluso las alimentarias. Todo acompasado por ese juego, transmitido de generación en generación, como su idioma, que también peligra. Pasado y presente. Vemos a los pescadores en el Pilcomayo buscando peces que se acaban, a los recolectores persiguiendo el chaguar que escasea y al joven Jairo, que trabaja como maestro bilingüe en la escuela, hablándonos de su cosmovisión, una palabra cuyo significado desconocía, pero le costó nada aprender.

Es una película de contraste, dijimos. De los ancestros, los antiguos, con estos niños que rezan el Padre nuestro, o le cantan a la bandera de un patria que no incluyó su historia. “Salve Argentina, bandera azul y blanca”. Por eso celebran vivir lejos de la ciudad, porque allí la tradición oral y su lengua madre sobreviven, como sobrevive la leyenda de Tokjuaj en un Pilcomayo amenazado. Quieren saber si el agua todavía sirve, si también los está matando, y mientras tanto un niño nace, y los chicos siguen arrojando piedras al aire, en este juego para ampliar la familia. La cotidianidad de un pueblo, los Nop op wet. “Dame tus hijos, Rosa”, dicen ellos, que todavía escuchan el rumor de las piedras.