Truman

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

Que difícil que es analizar y criticar un sentimiento ¿no? porque con Truman me sucede eso. Si bien es una película, no puedo reseñarla de la misma manera en la cual lo hago con todas aquí semana a semana.
Es que me pegó mucho, me afectó, me emocionó por demás, me hizo sufrir y muchas sensaciones más.
Pero por sobretodo, y lo que más rescato, es la sensación con la cual salí del cine: caminé en silencio pensando mucho en la gente que quiero y en la amistad.
Que una película logre algo así no es poca cosa y me parece sumamente injusto someterla a un frío análisis de estructura de guión y realización aunque lo haga un par de líneas más abajo. Es por eso que quiero resaltar primero lo que me generó.
Se puede apuntar contra Truman en que busca el golpe bajo porque estamos viendo como un tipo con una enfermedad terminal se va despidiendo y como su perro cumple un factor fundamental en todo ese proceso tanto literal como metafóricamente.
Esto es algo que en el cine ya hemos visto unas cuantas veces, ¿entonces qué es lo diferente acá? Resulta que vemos a Ricardo Darín muriéndose y eso nos toca el corazón.
Esta película nos confirma algo que ya sabíamos pero que ahora exteriorizamos: queremos mucho a este hombre y que sea su figura la que personifique a este mal tan común y tan injusto como lo es el cáncer no pasa desapercibido, no es un actor más.
Ahora bien, esto no significa que veamos a Ricardo Darín persona en el film porque no es lo que sucede. Aún sin alteraciones físicas ni prostéticas vuelve a demostrar que es el mejor actor de su generación y probablemente el mejor actor argentino de la historia.
Su interpretación es perfecta, casi matemática (con la ironía que esta comparación trae) y demuestra, una vez más, porque es el mejor en lo que hace.
Sus tiempos, miradas y pausas dan testimonio de esa verdad inexorable ya planteada en esta reseña.
Y en esta oportunidad se encuentra muy bien escoltado por otro monstruo de la actuación llamado Javier Cámara, que devuelve todos y cada uno de los pases del protagonista con maestría y solides.
Por su parte, Dolores Fonzi aporta aquel toque que solo una mujer puede dar en este tipo de historias. Atrás queda su sensualidad innata para darle paso a un personaje breve pero entrañable.
El director Cesc Gay transmite de forma brillante la historia que quiere contar a pesar de los golpes bajos.
La fotografía y la música van de la mano a un compás de pura armonía entre lo técnico de la puesta en escena y lo humano del guión que sin ser una maravilla del séptimo arte es redondo por donde se lo mire.
Una última cuestión para tener en cuenta es que Truman es una película española cuyo rol titular es interpretado por un argentino y es una buena amalgama porque el film no pierde identidad y el personaje principal acentúa la suya.
Truman es de esas películas que nos recuerda que el cine es algo más que entretenimiento, que es más que un arte. Truman es un homenaje a lo más importante que un ser humano puede cosechar -dejando de lado a los hijos y pareja- la amistad.
Si algún día tengo que explicarle a alguien qué es un amigo, le voy a dar una copia de este estreno.
No se pierdan está película (y lleven carilinas).