Todo para ser felices

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

Retrato de una crisis

El cine francés tiene ese toque especial, como una hoja de laurel que distingue a un simple risotto de un plato gourmet. Será el acento idiomático tan sensual, que hasta distiende las discusiones, o esa atmósfera francesa que invita al romance. Lo cierto es que en este drama de Cyril Gelblat el conflicto matrimonial es el centro de la trama, así como también sus inevitables consecuencias: las mudanzas, la separación de bienes y la crianza de los hijos. Antoine y Alice deciden divorciarse y el hombre será el encargado de cuidar a las niñas de 5 y 9 años. Ella es una exitosa jueza que sostiene económicamente el hogar, mientras que él es un músico y productor que atraviesa la crisis de los 40, con fantasías de eterno adolescente. En medio de la crisis, esta ex pareja comienza a recuperar su vida después del matrimonio. Las escenas se vuelven más tiernas y muestra cómo un padre irresponsable reconstruye el vínculo con sus hijas. Si bien por momentos algunas situaciones podrían calificarse como clichés, es una película que intenta salir de los estereotipos y dotar con aire fresco y guiños a la vida cotidiana. Una historia que habla de la posibilidad de la reinvención en las familias disfuncionales.