Tinker Bell y la bestia de Nunca Jamás

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

Las apariencias engañan

“Tinker Bell y la bestia del Nunca Jamás” es la sexta película dedicada a esta hada y sus amigas, convirtiendo al personaje de Peter Pan, creado en 1904, en un ícono adoptado por los niños.
Con todos los condimentos necesarios para que sea una buena película para los más chicos (entre 1 y 10 años), esta nueva propuesta de Disney resulta una opción emocionante y colorida con altas dosis de ternura y buenas canciones.
El reino de las hadas es atractivo, enigmático y colorido. Allí la flora y la fauna son el leit motiv de estas adorables criaturas que cuidan de ellas con suma dedicación. Sin embargo, no todo es tan calmo; ya que durante una exploración, Gruff, una bestia peluda es descubierta por Fawn, un hada de la isla de Nunca Jamás experta en animales salvajes. Pero este animal con ojos verdes brillantes no es bienvenido en la Tierra de las Hadas, y ellas están decididas a capturar a la misteriosa bestia antes de que destruya su hogar. Mientras que algunas optan por adoptarlo y otras insisten en que es una amenaza, este monstruo se va ganando el corazón de las pequeñas criaturas voladoras. Poco a poco, ellas podrán ver el corazón tierno que se esconde bajo su brusco exterior. El propósito real de Gruff es la verdadera sorpresa de esta historia que emociona a los más chicos.
Con paisajes florales, simpáticas melodías y una historia conmovedora, “Tinker Bell...” deja al descubierto la ingenuidad de la niñez. Pero lo más importante está en su moraleja, fundamental en los cuentos infantiles, que habla de no dejarse llevar por las apariencias y confiar en lo que dice el corazón.