Tinker Bell y la bestia de Nunca Jamás

Crítica de Alejandro Turdó - A Sala Llena

Campanita lo ve desde la platea... y te baja línea pro-ambientalista.

Lo primero que viene a nuestra mente después de contemplar los primeros minutos de Tinker Bell y la Bestia de Nunca Jamás (Tinker Bell and the Legend of the NeverBeast, 2014) son las sabias palabras de Lionel Hutz, ese abogado chanta de Los Simpsons, quien sentenciaba: "este es el caso de publicidad fraudulenta más inaudito desde la película La Historia sin Fin". Ustedes se preguntarán el porqué de esta asociación en principio totalmente random con la familia amarilla de Sprinfield, pues bien, resulta que la película que lleva el nombre de Tinker Bell en su título hace un uso puramente marketinero del hada, íntima amiga de Peter Pan y los niños perdidos. La historia no se centra en la susodicha Tinker Bell sino en Fawn, otra de las hadas. Así es, aparentemente no solo Star Wars goza de un vasto universo expandido. Y luego de hacer un poco de investigación, quien escribe descubrió que esta es la sexta película de Tinker Bell bajo este formato de "Tinker Bell presenta...".

En esta entrega es Fawn la que lleva adelante el relato, un hada con una simpatía particular por toda clase de animales, y es así cómo descubre a una bestia mítica que despierta cada mil años según la leyenda, lo que la convierte en una potencial amenaza para la aldea de las hadas. Es por eso que la siempre simpática y positiva Fawn intentará descubrir cuál es el verdadero origen de la bestia antes de que ocurra una desgracia. Tinker Bell asistirá a Fawn en diversos pasajes del film, como para justificar su nombre en la marquesina y garantizar una venta satisfactoria de merchandising oficial de la factoría del ratón más famoso del mundo. De la misma forma que la Rana René pasó a llamarse Kermit the Frog a propósito del lanzamiento internacional de Los Muppets (The Muppets, 2011), Tinker Bell viene a reemplazar en clave anglosajona el nombre de Campanita, con el que era mejor conocido el personaje en estas tierras por todos aquellos que superamos la infancia hace ya un buen tiempo. La era moderna de la comunicación globalizada no deja espacio para nombres regionalistas, sépanlo.

Con una estructura narrativa clásica, donde nada es lo que realmente parecía en un principio y la bondad oculta aflora en el momento preciso, Tinker Bell y la Bestia de Nunca Jamás ofrece una doble lectura con aires pro-ambientalistas y a favor de la preservación de las especies, haciendo especial hincapié en el delicado balance de nuestro ecosistema y el importante papel que desempeñan todos y cada uno de los seres vivientes. De seguro las mentes infantes captarán un muy pequeño fragmento de este mensaje ecologista y se entretendrán a lo grande con las aventuras de Fawn y su tropa de hadas... pero qué lindo que queda, ¿no?

A tono con el universo de fantasía, Jennifer Godwin (Once Upon a Time, 2011) aporta su voz al personaje de Fawn y se destacan también las participaciones de Lucy Liu (Los Angeles de Charlie, 2000, y Kill Bill Vol.1, 2003) y Rosario Dawson (Sin City, 2005). En resumidas cuentas, Tinker Bell y la Bestia de Nunca Jamás será seguramente un entrenimiento más que aceptable para los más pequeños, y los más grandes que vayan en calidad de acompañantes agradecerán que los 76 minutos de duración pasan lo suficientemente rápido como para evitar preguntarse a dónde se fue Campanita y quién es esta Tinker Bell que pusieron en el título…