The Post: Los Oscuros Secretos del Pentágono

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Cuando se hace una película sobre periodismo, y particularmente cuando el mismo se enfoca en la política, es menester la claridad de ideas y la sencillez narrativa para que el tema que esta propone no solo se entienda, sino que cale hondo y pueda emocionar. Eso es lo que Liz Hannah, Josh Singer y Steven Spielberg se proponen con The Post y lo logran. 

Fight da Powa’ 

Tras experimentar el horror del campo de batalla en Vietnam, un empleado gubernamental decide sacar a la luz una serie de documentos que revelan la determinación de la Casa Blanca en seguir mandando tropas, aun sabiendo que esa guerra no se podía ganar. Estos documentos llegan a las oficinas del Washington Post, en los cuales el editor Ben Bradlee (Tom Hanks) ve la noticia del siglo, pero que para su dueña, Katherine Graham (Meryl Streep), representa una encrucijada: de elegir el camino equivocado, le puede costar la desaparición del diario fundado por su padre.

The Post es un guion clásico, sólidamente estructurado, con un objetivo claro y un conflicto sostenido. Más que conflicto debería decirse “dilema”, ya que es este el motor del interés que pueda tener el espectador por la propuesta: entre no publicar, quedar bien con el gobierno y callar, o hacerlo y enfrentar duras represalias por el bien común.

Es una película sobre arriesgarlo todo, incluso la libertad, en orden de hacer responsables a aquellos en el poder, de dejarles bien claro que el gobernante es un empleado y los gobernados son jefes, no al revés. Y sobre cómo, tristemente, hay mandatarios que además de no querer entender el mensaje, quieren silenciarlo y ensuciar al mensajero más allá de todo arreglo.

Otra cuestión que abarca The Post es lo riesgoso, éticamente hablando, que puede ser que los miembros de la prensa tengan amigos en las altas esferas del poder. Este es el detalle que humaniza a cada uno de los personajes de la película. Es un dilema que percibimos en el personaje de Hanks cuando habla con añoranza de su amistad con Kennedy, aunque le cause más tristeza no poder haber escrito nada porque Jackie Kennedy se lo pidió. Lo percibimos en el personaje de Meryl Streep por la amistad y solidaridad que tiene hacia Robert McNamara (secretario de defensa de las presidencias de Kennedy y Johnson). Lo percibimos en el personaje de Bob Odenkirk y su oscura conexión gubernamental, que le permite al diario acceder a toda la información. Pero a la larga (no es spoiler ya que es un hecho histórico), ilustra que todo amiguismo o fidelidad partidaria debe hacerse a un lado en nombre de lo que es correcto, lo que es justo, lo que el pueblo merece saber.

Una de las razones por la cual esta película sobre el periodismo y la política puede llegar al corazón del espectador, es precisamente por la evolución del personaje de Meryl Streep. Decir que ella enfrenta sendos obstáculos por ser mujer es tan acertado como obvio, pero también sería quedarse corto. El principal obstáculo que enfrenta, haciéndola querible (y por lo tanto también a la película), es cómo superar la subestimación ajena y cómo combate el “qué dirán”. Ella es una heredera, una mujer de sociedad, que si bien vio crecer al diario, nunca entendió hasta ahora lo que realmente significa manejar uno. No toma decisiones rápido y con frialdad como una mandataria; le cuestan horrores y no pocas veces le sacan lágrimas por el bombardeo de voces exteriores que ahogan a su conciencia y su propia voz. A todos nos gustaría decir que nos identificamos con el Ben Bradlee de Tom Hanks, periodista aguerrido que no le tiene miedo a nada, pero no habrá pocos que se sientan más identificados con el personaje de Streep.

En materia actoral, Tom Hanksentrega una interpretación muy inusual en el papel de este editor sin pelos en la lengua. Bob Odenkirk es el más destacado de los intérpretes secundarios (y el centro de unaSpielberg Face en esta película que cautiva). Pero quien verdaderamente destaca es Meryl Streep, no tanto por su elegancia, no tanto por su seguridad, sino por su sensibilidad. La manera en que la actriz comunica la vulnerabilidad que experimentaba Katherine Graham, es tan poderosa que no pocas veces van a tener la sensación de estar viendo en su rostro nervioso a una niña asustada, la cual tiene que poner su mejor cara y todo su valor para salir adelante, por mucho que la supere esa situación.

En materia técnica, el film goza de una paleta de colores fría en todo lo que es el mundo periodístico, salvo las escenas donde aparece Katherine Graham que son de un color más cálido. La fotografía no solo sigue este mandato visual, sino que -como en todas las buenas películas- el vestuario y la dirección de arte se alinean con este.

La dirección de Steven Spielberg pocas veces ha sido tan afilada; que sea uno de los pocos directores vivos de la tradición de los ’70 salta a la vista. Es un director que no corta a lo pavote, es un director que realiza tomas largas, guiando (y confiando en) el talento de sus actores, metiendo otro plano solo donde hace falta.

Atención con el plano final, no tanto porque el público cinéfilo vaya a entender la referencia a otra célebre película que también tuvo lugar en la redacción del Washington Post, sino porque quien tenga el ojo muy atento va a notar la señora mojada de oreja de parte de Spielberg al actual presidente norteamericano Donald Trump, como quien dice “Ahora, macho, seguís vos”.

Conclusión 

The Post es una narración extraordinaria sobre un derecho que jamás debe perderse de vista, y el coraje necesario para ejercerlo. Apoyado por actuaciones sobresalientes de Streep, Hanks y Odenkirk, sumado a una puesta en escena de Spielberg tan sentida como afilada y desafiante, es un titulo altamente recomendable.