Terminator Génesis

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Una historia con borrón y cuenta nueva

Con el Terminator original, Arnold Schwarzenegger, el quinto filme de la saga da por tierra con su pasado.

Uno de los tanques de 2015 es Terminator Génesis, quinta película del título que dudosamente se puede entender como parte de una serie.

Su anterior, Terminator: la salvación (2009), con Christian Bale en el papel de un John Connor crecidito y al mando de la Resistencia, quedó como una suerte de acto fallido o eslabón perdido en la cadena de la saga futurista, mientras que las originales de 1984, 1991 y 2003, quedan apenas como referencia de la nueva edición.

Para los neófitos, el tema central de la franquicia es la guerra entre la raza humana y la Inteligencia Artificial Skynet que consiste en un sistema informático de defensa estratégica de Estados Unidos, creada por Cyberdyne Systems, que se vuelve consciente de sí mismo y, al percibir a todos los seres humanos como una amenaza, pretende acabar con la humanidad misma iniciando una guerra nuclear entre potencias.

Tras este apocalipsis, Skynet construye su propia milicia, integrada por los Terminator, enviados a matar a todo sobreviviente humano, algunos de los cuales se han organizado militarmente como una Resistencia.

En algún momento, Skynet desarrolla la capacidad de viajar en el tiempo, y tanto ella como la Resistencia pretenden utilizarla para ganar la guerra evitando la actual línea de tiempo.

A diferencia de la primera serie, en este reseteo la historia parte desde los años posteriores al llamado Día del Juicio, desde donde John Connor envía a su mejor soldado al pasado para proteger a su madre, Sarah Connor.

Desde allí, es responsabilidad del interesado en verla saber qué es lo que pasa en cuanto relato.

Lo imperdible resulta obviamente la participación de Arnold Schwarzenegger, el Terminator original, por un lado, como el autómata que apareció desnudo en la pantalla de 1984, incluido a fuerza de un cuidado trabajo de edición en una secuencia reciclada y que los memoriosos recordarán no sin asombro.

Por otro, como un Terminator reprogramado -–como el de la cinta del ’91-- que llegó a la vida de Sarah Connor para protegerla

Con su “cobertura” humana ya ganada por los años, responde al apodo de “el Abuelo” y es un Schwarzenegger que se encarga de los guiños para los antiguos seguidores y que no pierde para nada el sentido del humor cuando se trata de parodiar su propia (in)capacidad expresiva.

La historia está bien replanteada y, como es de esperar, deja cabos sueltos a responder en futuras entregas.