Te sigue

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Hace algunos años se estrenaba el filme de origen Sueco “Criatura de la noche” (2010) considerada por la mayoría de lo críticos vernáculos como una maravilla, la mejor del año para algunos, entre los que me incluyo. Con todos los elementos inherentes al género del terror se constituía como una gran metáfora sobre el SIDA, la sangre como objeto era primordial en la narración encarrilada dentro de una historia de amor.

En “Te sigue” volvemos a encontrarnos con el mismo elemento, la sangre, pero utilizada sólo con un criterio estético ya que la misma no esta sostenida desde el relato, pues éste transita por otros carriles, principalmente el sexual, si bien se define claramente como una película de terror donde lo sobrenatural no deja de tener incidencia y al mismo tiempo no dejar de ser insidioso.

Escrita y dirigida por David Robert Mitchell y protagonizada por Maika Monroe, quien compone muy bien a su personaje dándole los tonos justos a cada emoción que vivencia a lo largo del relato, pero que no puede mitigar la pobreza del texto.

En la primera escena, una chica que huye aterrada por las calles. No advierte a nadie ni pide ayuda, ni familiares, ni vecinos. La chica aparece en la imagen siguiente, asesinada con saña, alevosía, y de manera impía. No sabemos, puesto que no lo establecieron, el motivo del bestial homicidio, pero si nos es mostrada la ausencia total de misericordia por parte del asesino, lo que establece un muy buen comienzo, y hasta allí llegan las bondades del producto audiovisual.

La historia es acerca de una chica perseguida por una fuerza desconocida después de tener un sexo casi casual.

Jay, de 18 años, efervescente desde lo sexual a donde de lugar, la parte trasera del coche, y vamos….Tras el acto, aparentemente cándido, la realidad se le vuelve una alucinación, su ocasional pareja la duerme aplicándole cloroformo. Al despertar se encuentra atada en una silla de ruedas, su amante le explica que lo hizo para pasarle una maldición en la que un ser invisible, que la perseguirá hasta atraparla, que puede tomar la apariencias humanas de personas conocidas, con la contrariedad, (que maravilla de excusa, mire) que sólo el maldecido puede ver.

Este ente engendro del mal la seguirá caminando (¿por qué nunca pueden correr?) hasta alcanzarla y asesinarla (¿con que finalidad?, nunca está explicitada), a menos que tenga sexo con alguien para pasarle la maldición. Por ende, ¿el sexo mata?

Alto, detengámonos un poco. Son todos adolescentes, se la pasan de la cama al auto, al pasto, la arena, donde sea, sexo droga y rocanroll, cuatro en competencia y en progresión matemática.

Esto es peligroso, ¡hay que detenerlo!!!! ¿Quién lo financió? Plinio Correa de Oliveira, el fundador del grupo “Patria familia y Propiedad”. Vade Retro, Satanás,

Volvamos.

A partir de ese momento es Jay quien sufrirá las consecuencias de una persecución por lo que parece ser una entidad sobrenatural imparable.

La utilización a mansalva de travellings (Tarkosky decía que la utilización de estos es una cuestión moral) indiscriminando los dentro y los fuera, tratando de imitar, sin lograrlo, a Stanley Kubrick en “El Resplandor” (1980), o a Scorsese de “Buenos Muchachos” (1990), aquí subsumida a esa representación espectral como fuerza implacable y demoledora.

Demasiada pólvora en chimangos, diría mi colega Iván.

En tanto que en otros momentos la utilización de la profundidad de campo al extremo, en planos generales, sobre todo cuando las acciones se desarrollan en los espacios abiertos, tal como si esto fuese un western.

Hay cientos de lecturas posibles, es verdad, pero la pavada anticipándose desde las imágenes y los diálogos, impide que nos detengamos a pensarla, sólo a sufrirla y pedir que termine.